La influencia de Google aumenta por la política de ocultar fuentes de información alternativas y promocionar las neoliberales en las búsquedas
Cuando se escriba la historia del siglo XXI, Google será un protagonista destacado que en dos décadas pasó de ser un experimento de estudiantes universitarios a convertirse en la compañía que más influyó en el mundo moderno.
Los ejecutivos de Google tuvieron algo que celebrar en su 20 aniversario el 27 de septiembre. Durante mucho tiempo su buscador mantuvo un monopolio casi total en el mercado y junto con sus otros productos (chrome, gmail, maps, youtube y android, entre otros) la compañía tiene el mayor número de usuarios en el mundo.
Gracias a este tremendo crecimiento, la compañía a la que pertenece Google, Alphabet, se está acercando a una capitalización de un billón de dólares: una suma que solo Amazon y Apple han logrado alcanzar. De hecho, si se tratara del PIB de un Estado, dicha compañía estaría entre los 15 países más ricos del mundo.
Así, en el transcurso de septiembre los principales medios de comunicación centraron su atención en estos logros, pero ignoraron convenientemente los escándalos y críticas que han perseguido a Google prácticamente desde su nacimiento.
En cierta medida este silencio no sorprende, puesto que Google nunca ha sido objeto de escrutinio por parte de los medios de comunicación, sabedores de que defienden los mismos intereses. Probablemente este hecho permitió que un simple buscador se haya convertido en un oligopolio internacional peligroso.
Al fin y al cabo, Google es capaz de influir en el comportamiento y las opiniones de sus usuarios, ocultar información vital, puntos de vista alternativos y mucho más.
¿Mejor ser maligno?
Desde su concepción, uno de los lemas extraoficiales de Google era "no ser maligno". No obstante, en abril de 2018 esta cláusula fue eliminada del código de conducta de la compañía.
Este lema no frenaba a la compañía a la hora de copiar tácticas usadas por las compañías tabaqueras y de energía para promover sus intereses corporativos y defenderse de los ambientalistas: financiar estudios 'científicos' para lograr sus objetivos.
Para ser más exactos, la Campaña por la Responsabilización (CfA por sus siglas en inglés) publicó un informe en 2017 sobre los estudios financiados por Google, ya sea directa o indirectamente. Según el documento, entre 2005 y 2017 fueron publicados 330 de estos estudios.
Muchos de ellos fueron publicados por científicos respetables de institutos internacionalmente reconocidos. Dichas investigaciones trataban, desde una perspectiva faborable, toda clase de temas de interés para la compañía, como la "neutralidad" de las búsquedas y la "privacidad".
En la mayoría de los casos, a los lectores de estos estudios no se les informaba que Google había financiado la investigación. Lo que es más, el número de "investigaciones" crecía exponencialmente cuando la compañía o sus subsidiarias caían en el foco de atención de las autoridades reguladoras.
Un ejemplo de ello tuvo lugar en 2011, cuando los entes antimonopolio estadounidenses empezaron a analizar a Google. En el transcurso de dos años los investigadores patrocinados por la compañía publicaron al menos 50 estudios sobre el tema del monopolio, en los cuales se exoneraba a Google.
Lo que es más, CfA destaca que en muchas ocasiones los estudios tenían poco que ver con la ciencia: no se empleaba la metodología científica ni se respetaban los estándares académicos. Algunos de estos documentos no eran más que artículos promocionales con opiniones personales sin fundamento de individuos pagados por Google.
Para ir más allá del lector común, Google tiene un ejército de promotores y defensores que 'ofrecen' agresivamente estos artículos a periodistas, políticos, reguladores e incluso a las agencias que investigan la conducta de Google.
Estas mentiras por omisión llegan hasta lo más alto en la compañía. En 2013, el ex director general de Google, Eric Schmidt, respondió ante el Congreso de EEUU citando artículos que su propia compañía había financiado, sin mencionar este último detalle.
Otro problema de los estudios patrocinados por Google es que son a menudo citados por otras investigaciones. Así, CfA determinó que los 330 artículos financiados por Google fueron citados casi 6.000 veces en más de 4.700 obras.
Ello crea confusión, puesto que así quedan oscurecidos los orígenes cuestionables de estas investigaciones y se crea una impresión de que hay un grande volumen de investigación científica que apoya la política de la compañía.
¿Pero existe la verdad?
Los esfuerzos puestos en la creación y mantenimiento del monopolio de Google están dando sus frutos: un tremendo número de personas usan constantemente los servicios de Google y sus empresas afiliadas para comunicarse, trabajar, consumir y aprender.
Gracias a ello la compañía tiene un gran poder sobre lo que la gente puede o no puede ver y hacer. Además, la compañía es consciente de este poder y hace mucho tiempo que lo usa para su beneficio.
Normalmente, este control toma la forma de lo que se conoce como 'filtros de burbujas'. Lo que viene a decir este término es que Google lleva un registro de todas las búsquedas de un usuario, sus gustos, localizaciones, etc.
Con estos datos se crea 'una burbuja' individual, en la cual a cada usuario se le ofrece publicidad dirigida a él, y las búsquedas en internet dan distintos resultados dependiendo de quien las realice y de los intereses de Google en el caso particular.
Con estos 'filtros de burbujas' Google amasó más poder de influencia sobre las opiniones y creencias que cualquier otra compañía en la historia, opina Robert Epstein, psicólogo investigador del Instituto [Norte]Americano de Investigación Conductual y de Tecnología.
"El listado de búsquedas puede cambiar las elecciones de los votantes indecisos en un 20% o más. En algunos grupos demográficos el cambio puede ascender hasta el 80%", explica Epstein.
De acuerdo con el científico, la subjetividad de los resultados de la búsqueda manipulados por Google puede enmascararse para que la gente no perciba la manipulación. Puesto que muchas elecciones se deciden por unos pequeños márgenes de votos, la compañía puede influir sustancialmente sobre los resultados de las elecciones sin ser criticada.
Las opiniones alternativas no son bienvenidas
La influencia de Google también se ve incrementada por la política que consiste en ocultar fuentes de información alternativas y promocionar las neoliberales. Por ejemplo, en abril de 2017, la compañía anunció que los protocolos de evaluación reprimirán "información engañosa, resultados ofensivos inesperados, falsas alarmas y teorías de la conspiración sin fundamento".
En realidad, las víctimas principales de estos cambios fueron sitios web de noticias alternativos, muchos de los cuales tenían una inclinación contra el 'establishment' y las guerras imperiales. Como consecuencia de ello, en seis meses el tráfico de muchos de estos sitios web disminuyó entre el 19% y el 67%.
Medios como RT y Sputnik no escaparon de este destino: en noviembre de 2017 Eric Schmidt anunció que nuevos algoritmos disminuirían la prominencia de estos medios en las búsquedas de noticias.
Otro golpe a los medios de comunicación alternativos fue atestado en marzo de 2018 cuando Google anunció una alianza con más de una docena de medios 'mainstream', tales como The New York Times, The Washington Post y Financial Times.
De acuerdo con Alan MacLeod, académico especializado en la teoría y análisis de los medios de comunicación, estas acciones marcan lo que será "un futuro extremadamente oscuro para la libertad de información".
"Una corporación privada sin control ycon conexiones con fuertes figuras políticas e instituciones puede decidir lo que podemos y no podemos ver, qué son y no son noticias, qué es real y qué es falso. Nos convertimos en esclavos de los algoritmos sin darnos cuenta", explica el experto.
MacLeod también añade que Google eliminó los pilares financieros de los canales alternativos en YouTube que cuestionan el Estado corporativo o el poder del Occidente. Pero no penaliza a canales como CNN.
https://mundo.sputniknews.com. Extractado por La Haine
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