Un grupo secreto de personas está excavando una cueva con la creencia de que dentro existen evidencias de una raza de gigantes pre-polinesios, lo que ha generado preocupación entre los nativos y arqueólogos locales.
Los arqueólogos dicen que esta actividad no regulada podría dañar registros arqueológicos de la zona.
Por otra parte, un representante de la tribu Ngāti Taahinga, quien tiene sepultados a sus ancestros en las cuevas de Waikato, ha descrito las acciones de este grupo como «perturbadoras».
Según reporta el medio RNZ, uno de los excavadores sería un espeleólogo, sin embargo, ninguna de las demás personas están entrenadas en el asunto ni son arqueólogos, siendo además motivados solo por una curiosidad con base más que dudosa y cuestionable.
Según reporta el medio RNZ, uno de los excavadores sería un espeleólogo, sin embargo, ninguna de las demás personas están entrenadas en el asunto ni son arqueólogos, siendo además motivados solo por una curiosidad con base más que dudosa y cuestionable.
Desde 2016, este grupo ha registrado su progreso en la excavación compartiendo fotos, videos y actualizaciones en un blog exclusivamente dedicado, con más de 88.000 visitas por el momento. «Esto pone de manifiesto lo que algunos neozelandeses creen, en términos de teorías de conspiración pre-maoríes, con algunos tintes racistas.
No está basado en hechos, por lo que la gente debe tener cuidado», dijo la Dra Siân Halcrow, profesora asociada de la Universidad de Otago. Y si bien el grupo ha tratado de mantener en secreto la ubicación de la cueva en la que trabajan, RNZ ha sido capaz de confirmar el lugar exacto y contactar al dueño de las tierras, quien aseguró no estar al tanto de la actividad en su propiedad y que jamás dio su consentimiento.
Los trabajos esporádicos en la cueva en forma de tubo, a lo largo de estos últimos años, es probable que se llevaran a cabo bajo la protección de la oscura noche.
Hasta han hallado varios huesos, algunos de los cuales han achacado a los seres gigantes que ellos llaman «los altos» .
Uno de estos, sostienen, sería «probablemente la tibia de un humano de 2 metros y medio que podría tener una antigüedad de 2.500 años».
Agregando que «es más antiguo que cualquier hueso humano en Nueva Zelanda». No obstante, los expertos dicen que el hueso probablemente pertenezca a una moa, un ave no voladora de 3 metros de altura y 250 kilogramos de peso que se extinguió hace medio siglo por culpa de los humanos.
Moa gigante atacada por seres humanos (reconstrucción).
La falta de evidencia y los detractores, empero, no ha disminuido el entusiasmo del aparente líder del grupo, del cual solo se saben las iniciales de su nombre: ‘IJ’.
«Probar la existencia de humanos gigantes al mundo será el hallazgo más grande desde la tumba de Tutankamón.
Todo el mundo lo catalogará como la historia del milenio», dijo en un intercambio de emails con el medio RNZ. Por ahora, el Patrimonio Cultural de Nueva Zelanda no ha intervenido, aludiendo a que el sitio no es considerado de valor arqueológico o histórico; en otras palabras, que la susodicha cueva no contiene evidencia de actividad humana anterior al siglo XX, restos de humanos gigantes o cosas por el estilo.
Mitos y leyendas
Existen muchos mitos, rumores y leyendas de transmisión oral, pertinentes a lo que yace debajo del suelo que se extiende a lo largo de la costa oeste, entre Puerto Waikato y Raglan. Algunas más inverosímiles que otras.
Al Mannering, quien creció en una granja del valle de Waikaretu, justamente el lugar donde el túnel esta siendo cavado, recuerda historias de un pou whenua (un poste de madera con grabados) hallado durante la construcción de la carretera, que podría señalar la ubicación de un misterioso cementerio.
También evoca el ver un fémur humano de un tamaño considerable.
¿Fue Nueva Zelanda habitada por gigantes que se extinguieron tras la colonización de los polinesios?
Algunos teóricos de la conspiración locales así lo piensan.
Otra historia proviene de Maurice Tyson, de 88 años, quien vive en las proximidades de Tuakau desde que era un adolescente.
Tyson cuenta sobre una «cripta» llena de 14 o más esqueletos de más de 2 metros de altura que fueron descubiertos por los obreros de la carretera, y posteriormente vueltos a enterrar por los arqueólogos en un intento por mantener la verdadera historia de Nueva Zelanda en secreto.
Martin Doutre, un autoproclamado «astroarqueólogo», dice en un artículo de su sitio web que una tribu de «maoríes del tipo azteca» [sic] referidos como «los altos», vivieron en las cuevas en el norte de Waikato y fueron cazados hasta la extinción.
El escrito menciona una «cueva secreta de entierros» que está «llena con los muertos» de esta ancestral raza.
Tyson piensa que la cueva puede contener los esqueletos de víctimas de la gripe española.
Este tipo de historias inspiraron a IJ y su equipo —cuyos integrantes utilizan las siguiente iniciales en el blog: BM, YM, RL Davidson y MD— a cavar un túnel en la piedra caliza de la cueva a un costado de la carretera del valle de Waikaretu.
«En las siguientes páginas y en los próximos tres años encontrarán fotos digitales e información, junto con videos, que probarán que “los altos” realmente existieron y que estuvieron aquí antes que los maoríes arribaran y tomaran el territorio para ellos», se lee en el inicio del blog.
«Los maoríes, como los conocemos, no poseyeron una tierra vacía y deshabitada como nos enseñan los libros de la escuela o cómo aseguran los medios estos días.
Los polinesios, de hecho, llegaron a una tierra ya ocupada y la conquistaron. Lo que está dentro de nuestra cueva, cuando finalmente alcancemos la parte de la caverna, eventualmente probará esto», añaden. Perturbando a los ancestros A pesar que algunos creen que el grupo tiene una motivación algo racista, Eru Whare, jefe de los Ngāti Taahinga cercanos a la cueva, le otorga el beneficio de la duda a IJ y su equipo. «No culparía al racismo.
Pienso que probablemente es un problema de educación y comprensión de los valores culturales», opina. Si bien Whare aclara que es difícil de entender una actitud tan osada o por qué no pidieron permiso a la iwi (tribu) primero —especialmente tratándose de huesos humanos—.
La primera impresión de los europeos sobre los maoríes. «Tenemos un número de cuevas en el valle de Waikaretu, donde están enterrados algunos de nuestros seres queridos.
En nuestra historia y cultura siempre hablamos sobre los huesos. De dónde venimos, eso es de dónde nuestros huesos son. Cuando remueves los huesos de un lugar donde yacen nuestros difuntos o seres queridos, también remueves toda la esencia espiritual», explica el nativo.
«Es complicado para nuestra gente el intentar descifrar por qué alguien haría tal cosa, ya sea que busque gigantes o moas. Es decir, puedo entender… Pero estos tipos yendo allí sin consultarnos. Bueno, eso es otra cosa. Es un abordaje bastante perturbador».
La opinión de los arqueólogos
Los expertos e historiadores son muy lapidarios al respecto. «No hay evidencia de ocupación humana en Aotearoa (el nombre maorí para Nueva Zelanda) previa al arribo de los polinesios, entre los años 1250 y 1300 d.C.
Cada profesional que consultes te va a decir lo mismo», sentencia la arqueóloga Sian Keith. El mito persistente sobre una población moriori siendo desplazada por los maoríes ha sido repetidamente rechazado por los académicos; al igual que sugerencias sobre un arribo previo a los polinesios por parte de los egipcios, celtas, griegos, chinos, melanesios o fenicios.
Historias más recientes, como la del autor Barry Brailford que habla de una raza mística y pacífica no-maorí que colonizó Nueva Zelanda 2000 años antes que los ponilesios, han sido descritas como «un mito virulento» por parte de los arqueólogos.
Al igual que aquellas que hablan del desplazamiento de la tribu moriori por parte de maoríes para justificar la colonización británica.
Brailsford describe que la supuesta raza pacífica fue aniquilada por los maoríes.
«Estas teorías de conspiración tienen una raíz profunda en ideologías racistas. Y necesitan ser refutadas como lo que son», dijo la bioarqueóloga Siân Halcrow. «No hay encubrimiento oficialista».
Su colega de la Universidad de Waikato, el Dr. M. Dentith, quien estudia teorías de conspiración, está de acuerdo: «Muchas de estas historias son usadas como una variación de “Bueno, si la gente blanca estuvo aquí primero, entonces el tratado es nulo o inválido”, o “Le hicimos a los maoríes lo que ellos le hicieron a nuestros distantes ancestros”».
«Mi interés está mayormente en el tipo de “evidencia” que la gente le gusta poner sobre la mesa para apoyar sus teorías conspirativas sobre el gobierno y los maoríes escondiendo la existencia de una civilización blanca pre-maorí», explica Dentith.
Al igual que Eru Whare, Dentith relaciona el predominio de estas ideas a la carencia de educación sobre la historia y la prehistoria de Aotearoa.
Y es que IJ y sus amigos parecen suscribir en líneas generales con la teoría de Brailsford.
En el blog, IJ escribe sobre su creencia de que la «verdadera historia antigua» de este país oceánico ha sido «encubierta, silenciada y legislada en contra» por académicos, las iwi y los arqueólogos.
El curador del museo de Canterbury, Paul Scofield, caracteriza a estas teorías acerca de habitantes pre-polinesios de Nueva Zelanda como «chifladas» y dice que la excavación en el norte de Waikato le recuerda a una versión low-cost de la búsqueda de oro emprendida por un magnate holandés en la isla Juan Fernández, donde muchos creen que piratas ingleses escondieron un gran botín robado a los españoles.
Sin embargo, afirma que nada puede hacerse en cuanto a la remoción de huesos de moas de una cueva en propiedad privada, ya que no existe ninguna legislación que proteja los restos de estas aves gigantes extintas.
«Uno de nuestros trabajos como arqueólogos es evaluar, recuperar y analizar los datos de sitios históricos», apunta Sian Keith.
«Trabajamos con evidencia tangible, datos científicos, análisis ambientales, y nos relacionamos amenamente con las iwi y hapu para aprender de su tradición oral.
Hay muchos especialistas apasionados en el campo arqueológico». «La evidencia de habitantes pre-maoríes, de cualquier origen, simplemente no está ahí.
Si estuviera, la comunidad profesional la habría identificado y sería de común conocimiento. Los arqueólogos no esconden nada, el trabajo que hacemos se gestiona cuidadosamente bajo el Acta Pouhere Taonga de Nueva Zelanda, y las investigaciones y excavaciones tienen que ser formalmente reportadas».
Pero esto no importa a los teóricos…
Actualizaciones recientes de su progreso fueron publicadas online hace tan solo unas semanas, expresando sorpresa ante la falta de reacción de los medios sobre el hueso que encontraron, y además temiendo que, después de la nota revelando la ubicación publicada por RNZ, las autoridades vayan a llenar de concreto su túnel, el cual, hasta ahora, se interna 14 metros a un lado de la colina. El complot… es infinito.
Fuente: RNZ/TVNZ.