Bajo un sombrío ambiente de represión y controversia, un par de arqueólogos extranjeros intercambian miradas. Tras susurrar apresuradamente algunas palabras, un guardia chino dirige a los investigadores por un pasillo contiguo, donde les advierte que sólo podrán tomar fotografías de los cuerpos, sin ningún tipo de intervención física.
Sin embargo, una vez en el lugar, el equipo de arqueología descubre, con disgusto, que la única momia supuestamente caucásica que se encontraba en la cueva, carecía de cabeza.
“Habían sustraído el cráneo de modo que no pudiéramos tomar imágenes de una cabeza indoeuropea”, recuerda el arqueólogo
Davis-Kimball.
La polémica por aquellos cuerpos caucásicos de 4.000 años de antigüedad en pleno desierto chino era tal, que el régimen comunista agobiaba a los distintos grupos de investigadores extranjeros para mostrarles un recorrido históricamente aceptable. “Nos tenían como un yo-yo toda la hora. Nunca sabíamos qué iba a suceder al momento siguiente”, añadió Davis-Kimball.
Las misteriosas momias de Takla Makan
En la actualidad, miles de turistas transitan anualmente por los salones del museo de la ciudad de
Urumchi, capital de la provincia china de
Xinjiang. Sin embargo, ni uno solo de ellos parece inmutar el sueño eterno en el que se encuentra sumido el Hombre de Cherchen, con sus piernas recogidas sobre el abdomen, cuatro milenios después de haber encontrado su muerte en el
desierto de Takla Makan.
Parte de un numeroso grupo de antiguos caucásicos, cuyos cuerpos fueron hallados en septiembre de 1985, el hombre de Cherchen aún plantea muchas preguntas y algo de controversia histórica.
De hecho, muchos especialistas chinos y extranjeros han calificado el hallazgo de las momias de Takla Makan, como uno de los más enigmáticos y fascinantes de la arqueología china de finales del siglo pasado.
¿Qué hacían individuos de rasgos europeos, 2.000 años antes de Cristo, en medio del desierto chino? ¿Cómo sobrevivían?
¿Qué tipo de relaciones mantenían con sus congéneres orientales?
Los 113 cadáveres de la zona de Xinjiang fueron estudiados por numerosos expertos, en pos de encontrar respuesta al origen de este grupo de gente blanca y cabellos rubios, recuperados de un emplazamiento que, muchos años más tarde, formaría parte de la históricamente célebre
ruta de la seda.
Los cuerpos de Takla Makan, conservados en perfecto estado gracias al nivel de salinidad de los suelos, exhiben ropas de lana teñida de diversos colores, botas, artículos de piel y sacos con granos de diversas especies, estos últimos depositados ex profeso, para que los difuntos pudieran continuar como agricultores después de su muerte.
Sus rostros presentan los típicos rasgos europeos: nariz angulosa, ojos hundidos, cabellos claros, y piel blanca; los cabellos generalmente se encuentran recogidos o trenzados con tiras de tela.
Los especialistas opinan que los caucásicos de Takla Makan podrían haber prosperado en una zona hoy tan inhóspita gracias a que, en aquellos tiempos, el deshielo de los
glaciares Kunlun y otras zonas de la cordillera era muchas veces mayor, lo que permitía el desarrollo de la agricultura y el crecimiento de árboles frutales.
“Aunque era árido, el medio ambiente era mucho más favorable, había más cursos de agua, más árboles y se podía sostener cierta agricultura y ganadería en lugares hoy absolutamente desérticos e inhabitables.
Aunque las condiciones de vida eran duras, eran mucho mejores que las actuales”, explica el arqueólogo chino Wang Binghua.
Del mismo modo, su decadencia probablemente también estuviese ligada a la merma de las corrientes de agua y al avance del desierto sobre las ciudades, templos y ciudadanos. La arena literalmente pudo haberlo tragado todo.
La Bella de Loulan
Una momia en particular, cuyo análisis data de un período bastante más lejano que el del resto de las momias descubiertas, avala el hecho de que la población de caucásicos luchaba cotidianamente contra el polvo de arena y los males del desierto.
Denominada La Bella de Loulan, esta momia de 1,55 metros de alto y cabellera pelirroja repleta de piojos y liendres ha revelado a los arqueólogos una considerable carga de polvo de arena y humo sobre sus pulmones. Sus ropas y zapatos, remendados una y otra vez, confirman el duro deambular de este grupo de individuos de piel blanca.
Los cuerpos de Takla Makan, conservados en perfecto estado gracias al nivel de salinidad de los suelos, exhiben ropas de lana teñida de diversos colores. En la imagen, la momia de La Bella de Loulan. (
Fotografía: La Gran Época)
Controversia política
La controversia política en torno a las momias de Takla Makan radica principalmente en la riqueza del
aceite de Xinjiang, las ansias de independencia de la
población uighur y el carácter opresivo del régimen chino.
Desde que las momias fueron descubiertas oficialmente (probablemente se mantenían en secreto desde mucho antes), el Partido Comunista siempre ha temido que constituyeran una evidencia de que la polémica región de Xinjiang hubiese pertenecido, en un principio, a los antepasados de la minoría étnica uighur, hoy reprimida especialmente por no concordar con la ideología de ultraizquierda.
Aunque en el presente los análisis de ADN no han encontrado relaciones entre la minoría uhigur y las momias de Takla Makan, el comunismo aún mantiene un temor latente de que el pasado de Xinjiang pueda ser cuestionado y, de este modo, tacha a todos aquellos que pretendan atribuirse el título de descendientes de los europeos del desierto como separatistas que buscan dividir su patria.
Mientras la polémica de la represión uighur intenta ser silenciada por el comunismo, el caucásico de cabellera rojiza que alguna vez vivió y encontró la muerte en medio del gran desierto chino, alojado en el interior de una cápsula hermética en el segundo piso del museo nuevo, permanece como símbolo de lo que fuera alguna vez la población de extranjeros de raza blanca más antigua y misteriosa de lo que hoy es un extenso territorio amarillo.