editorial-soldados-interior
13/01/2021 06:46
Pablo Iglesias y Fernando Grande-Marlaska están que trinan y se han unido en sus críticas al “protagonismo” de la ministra de Defensa, Margarita Robles, un oasis de sentido común en un Gobierno donde la actuación de los soldados españoles en las tareas llevadas a cabo por el Ejército durante y después de la nevada que colapsó Madrid molestan al vicepresidente segundo y al ministro de Interior.
Como informa OKDIARIO, Iglesias y Marlaska echan las muelas por el protagonismo de nuestras Fuerzas Armadas y no pueden disimular su contrariedad porque “se lleve las medallas”. Hay que ser muy mezquino para no alegrarse por el papel desempeñado por los soldados españoles, que han dado una lección reconfortante de entrega y abnegación.
El Ejército español, con picos y palas, ha derrotado al sectarismo y la inquina de dos personajes menores que han pedido a Pedro Sánchez limitar el protagonismo de Margarita Robles.
Las razones que mueven a uno y a otro son distintas: las desavenencias de Marlaska con la ministra de Defensa vienen de lejos y la poca consideración y respeto que Iglesias siente por el Ejército responden a ese reaccionario sectarismo ideológico que lleva a la izquierda populista a renegar de nuestras Fuerzas Armadas, precisamente por ser garantes de la unidad e integridad de España y estar al servicio del orden constitucional.
Lo cierto es que el vicepresidente y el ministro del Interior no ocultan su malestar por la actuación de la ministra Robles en estos días, cuando ha defendido con orgullo la labor del Ejército.
De Pablo Iglesias cabía esperar su reacción, pero lo de Grande-Marlaska, celoso porque Margarita Robles se haya erigido en defensora a ultranza del papel de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado -lo que no ha hecho él-, revela un comportamiento propio de quien no es capaz de superar la envidia que le corroe al comprobar que la ministra de Defensa le superar de lejos en confianza y valoración. Y Marlaska, enrabietado por los éxitos de su compañera de Gobierno, no ha podido evitar unirse al vicepresidente segundo para pedirle a Pedro Sánchez que limite el margen de actuación de esta.
El papelón de Marlaska como ministro es de los que hacen época: cuestionado por la Policía y la Guardia Civil, ahora no soporta que el Ejército “se lleve las medallas” por su papel durante y después del temporal de nieve. Hay que ser muy mediocre para no sentirse orgulloso de nuestros soldados. Cabe esperar que la rabieta del ministro no vaya a mayores. Por su bien, que ya se sabe que un exceso de bilis no es bueno para el estómago.
https://okdiario.com/opinion/armados-picos-palas-nuestros-soldados-derrotan-iglesias-marlaska-6688682