Utilizando cálculos teóricos, un equipo internacional de investigadores, incluidos científicos del Centro para Humanos y Máquinas del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano, ha demostrado que no sería posible controlar a una IA superinteligente.
Supongamos que alguien programara un sistema de inteligencia artificial con inteligencia superior a la de los humanos, para que pudiera aprender de forma independiente.
Conectada a Internet, esta IA tendría acceso a todos los datos de la humanidad.
Podría reemplazar todos los programas existentes y tomar el control de todas las máquinas en línea en todo el mundo.
¿Produciría esto una utopía o una distopía? ¿Acaso la IA curaría el cáncer, traería la paz mundial y evitaría un desastre climático? ¿O consideraría que la humanidad es peligrosa, la destruiría y se apoderaría de la Tierra?
Por varios años, los informáticos y los filósofos se han preguntado si seríamos capaces de controlar una IA de estas características sin que representara una potencial amenaza para nuestra especie.
Ahora, un equipo internacional de científicos informáticos utilizó cálculos teóricos para hallar la respuesta: sería fundamentalmente imposible controlar una IA superinteligente.
«Una máquina superinteligente que controla el mundo suena a ciencia ficción.
Pero ya hay máquinas que realizan ciertas tareas importantes de forma independiente sin que los programadores comprendan completamente cómo las aprendieron.
Por lo tanto, surge la pregunta de si esto podría en algún momento volverse incontrolable y peligroso para la humanidad», dice el coautor del estudio Manuel Cebrian, líder del grupo de investigación en el Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano.
Consecuencias involuntarias de programar máquinas superinteligentes: «Computó que la manera más rápida de “minimizar la miseria” era destruir la humanidad».
Crédito: Iyad Rahwan.
Los científicos han explorado dos ideas diferentes sobre cómo se podría controlar una IA superinteligente.
Por un lado, las capacidades de la IA superinteligente podrían limitarse específicamente, por ejemplo, al aislarla de Internet y de todos los demás dispositivos técnicos para que no tenga contacto con el mundo exterior —empero, esto haría que la IA superinteligente sea significativamente menos poderosa, menos capaz de responder a las tareas que le asignemos—.
Al carecer de esa opción, la IA podría estar motivada desde el principio para perseguir solo objetivos que sean en el mejor interés de la humanidad, por ejemplo, programando principios éticos en ella. Sin embargo, los investigadores también muestran que estas y otras ideas contemporáneas e históricas para controlar la IA superinteligente tienen sus límites.
Algoritmo de contención En su estudio, el equipo concibió un algoritmo de contención teórico que garantiza que una IA superinteligente no pueda dañar a las personas bajo ninguna circunstancia, simulando primero el comportamiento de la IA y deteniéndolo si se considera dañino.
Pero un análisis cuidadoso muestra que en nuestro paradigma actual de computación, tal algoritmo no se puede construir.
«Si descompone el problema en reglas básicas de la informática teórica, resulta que un algoritmo que ordenaría a una IA que no destruyera el mundo podría detener inadvertidamente sus propias operaciones.
Si esto sucediera, no sabría si el algoritmo de contención todavía está analizando la amenaza o si se ha detenido para contener la IA dañina.
En efecto, esto inutiliza el algoritmo de contención», explica Iyad Rahwan, Director del Centro para Humanos y Máquinas.
Según estos cálculos, el problema de la contención es incomputable, es decir, ningún algoritmo puede encontrar una solución para determinar si una IA produciría daño al mundo.
Además, los investigadores demuestran que es posible que ni siquiera sepamos cuándo han llegado las máquinas superinteligentes, porque decidir si una máquina exhibe una inteligencia superior a la de los humanos está en el mismo ámbito que el problema de contención.
El estudio ha sido publicado en en el Journal of Artificial Intelligence Research.
Fuente: MPG. Edición: MP.