Hoy rescatamos otro caso del matrimonio Warren. Tras un extraño comportamiento, Darrel cometió un crimen atroz. Los rumores pronto apuntaron a la posibilidad de que estuviera poseído por un demonio.
Ed y Lorraine Warren, con Robert David Chase
10 de Febrero de 2021 (17:52 CET)
El quemado: ¿crimen bajo la influencia del demonio? Un caso del matrimonio Warren
El matrimonio Warren se ha convertido en un icono de la cultura popular gracias a las películas que han llevado a la gran pantalla algunos de sus casos más terroríficos. Sin embargo, las historias que hemos conocido a través del cine son solo un mínimo ejemplo del enorme archivo que esta peculiar pareja de investigadores de lo paranormal acumularon a lo largo de su carrera.
Gracias a Ediciones Obelisco, que está traduciendo las obras de los Warren al castellano, ahora podemos acceder a muchos de sus famosos "expedientes". Por cortesía de la editorial, en Espacio Misterio os ofrecemos algunos de los más impactantes.
Ed y Lorraine Warren se conocieron en 1942. Inmediatamente, ambos conectaron de forma especial. Cuando Ed le confesó a su futura esposa que, desde que eran un niño, le sucedían cosas extrañas, Lorraine prestó mucha atención.
Ed le contó que la casa en la que vivía cuando era niño estaba embrujada. Muchas noches se iba a la cama aterrado, ya que las puertas de su armario se abrían y cerraban solas y, además, ante él aparecían diferentes rostros que no debían estar allí que le hacían gestos y le hablaban. Lorraine se sintió inmediatamente identificada. A ella le sucedía lo mismo, e incluso era capaz de percibir el aura de las personas.
Con el inicio de la II Guerra Mundial, Ed fue llamado a filas y sus aventuras en busca de lo paranormal se hicieron esperar. Pero en 1952, fundarían la NESPR, New England Society for Psychic Research (Sociedad para la Investigación de Fenómenos Paranormales de Nueva Inglaterra), una entidad sin ánimo de lucro destinada a ayudar a quienes afirmaban ser víctimas de fenómenos extraños o espíritus diabólicos.
Ante cualquier solicitud de ayuda, los Warren se dirigían a la casa en cuestión, entrevistaban a sus habitantes, evaluaban el caso y decidían si tomar cartas en el asunto o no. Esta es una de sus historias recogida en El Cementerio...
Ed y Lorraine Warren
El tema de las posesiones demoníacas continúa fascinando a mucha gente. En la televisión existen numerosos programas dedicados a ellas, y cada cierto tiempo un libro sobre posesiones se convierte en un fenómeno de ventas.
En 1935, EE.UU. estaba aún sumido en la depresión económica. Los informativos radiofónicos de la noche y los semanarios en los cines mostraban un país en condiciones trágicas: colas para conseguir un plato de sopa caliente, hombres tirando piedras a las ventanas de fábricas cerradas o de pie en una acera sosteniendo carteles en los que podía leerse: «Mi hijo necesita comer». Aquellos que vivieron durante la Gran Depresión nunca la olvidarán.
Aunque en Monroe y sus alrededores la situación no era buena, casi todo el mundo tenía algún que otro trabajillo y el día a día era más o menos normal.
En un condado cercano había una cafetería, regentada por una afable mujer llamada Marilyn Williams, donde solían desayunar y almorzar muchos trabajadores. La comida era buena, los precios razonables y ella siempre estaba dispuesta a hacer un pequeño préstamo si te conocía y creía que eras una persona decente.
El marido de Marilyn, Darrell, era harina de otro costal. Tenía celos de cualquier hombre que sonriera a su mujer. La avergonzaba constantemente discutiendo con los clientes, muchos de los cuales le dejaban en paz dado que Darrell no era sólo un hombre iracundo, sino también violento. Las historias de sus peleas eran legendarias. Era el típico acosador de la escuela que jamás madura.
La voz que salía por su boca no era la suya. Darrel sentía como si otra persona estuviera hablando a través de él, como si no fuera más que una marioneta en manos de otra persona
Posteriormente se dijo que oía voces que le decían que su mujer le era infiel. Y a veces, cuando hablaba, cuando le echaba en cara tales desmanes, la voz que salía por su boca no era la suya. Darrell sentía como si otra persona estuviera hablando a través de él o como si no fuera más que una marioneta en manos de otra persona.
Cierto día, mientras se estaba poniendo una corbata para un acto cívico al que debía asistir, se quedó mirando fijamente el reflejo de su mano en el espejo. La mano con la que se estaba haciendo el nudo... no era la suya. La piel estaba llena de manchas, tenía los nudillos retorcidos por la artritis y estaba cubierta de un vello blanco y grueso.
Rápidamente levantó la otra mano para compararlas. Una de ellas no era suya. Entonces levantó la vista para mirarse la cara. Tampoco era la suya. Durante un breve instante vio el rostro de otro hombre, uno mayor, enfadado y malicioso, dentro de su cara. Abrió la boca para hablar y una voz que no era la suya pronunció estas palabras: "¡La ramera debe ser castigada!".
Al parecer, avergonzado y temeroso de que la gente creyera que estaba loco, Darrell sólo habló de lo que le ocurría después de los sucesos que le provocaron la ruina. Sin embargo, al no pedir ayuda...
UN EXTRAÑO CRIMEN
Las historias sobre los acontecimientos que condujeron al asesinato se contradicen. Algunos aseguran que Darrell se volvió psicótico cuando un hombre le regaló un ramo de flores a Marilyn. Otros insisten en que se enfadó por otra cosa, algo que no tenía nada que ver con Marilyn.
Los hechos son los siguientes: había un mecánico de la localidad por el que Darrell sentía un odio siniestro.
Un día, Darrell le convenció para que le acompañara hasta una casucha de madera situada frente al cementerio Unión. Una vez allí, dejó inconsciente al hombre y le prendió fuego.
Según los rumores, fue en el sótano de su casa donde el demonio terminó de apoderarse completamente de él
Darrell huyó de la escena del crimen y se escondió durante un tiempo en el sótano de su casa. Según los rumores, fue allí donde el demonio terminó de apoderarse completamente de él. Darrell no dejó de reírse del hombre que había muerto quemado mientras prometía que la próxima víctima sería su propia mujer.
Cuando la policía le arrestó, los testigos aseguran que Darrell no dejaba de hablar en susurros consigo mismo o con otra persona que nadie veía.
VISITAS AL CEMENTERIO
Los vecinos estaban encolerizados y todo el mundo reclamó la pena de muerte. En el condado de Fairfield nunca se había cometido un crimen tan atroz.
En la comisaría, Darrell se mostró extrañamente reservado. No le contó a la policía prácticamente nada, ni sobre sí mismo, ni sobre el móvil del caso ni sobre la razón que le había llevado a elegir un emplazamiento justo delante del cementerio Union para cometer el crimen.
Nunca le habían oído hablar con una voz distinta a la suya ni con alguien que nadie más veía
No obstante, durante y después del juicio hubo muchas especulaciones sobre la relación que le unía al cementerio Union. Según algunos, incluidos miembros de su propia familia, mucho antes del asesinato Darrell se había sentido especialmente atraído por el viejo camposanto, al que solía ir a menudo en su coche para observar las lápidas y el rústico paisaje de Nueva Inglaterra.
Incluso hoy en día siguen insistiendo en que, aunque Darrell era una persona conflictiva, no era un asesino..., al menos no lo era antes de que sus visitas al cementerio Unión le pasaran factura.
Nunca le habían oído hablar con una voz distinta a la suya ni con alguien que nadie más veía.
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