«Y subieron las aguas y crecieron en gran manera sobre la tierra; y flotaba el arca sobre la superficie de las aguas. Y las aguas subieron mucho sobre la tierra; y todos los montes altos que había debajo de todos los cielos, fueron cubiertos» (Génesis 7:18-19).
Imagen representativa. Crédito:
Ben Lowe.
El poderoso Himalaya, también conocido como «El techo del mundo», se eleva a una altura increíble, desapareciendo a veces entre las nubes. Algunos de los picos más altos se encuentran allí, incluido el Monte Everest, que con sus 8,849 metros es la montaña más alta del mundo.
En estos niveles récord, el aire es tenue y las temperaturas son extremas. La tierra es árida y marrón, y parece que ha sido así desde el principio de los tiempos. Bien decimos, parece, porque allí mismo, a cientos de kilómetros del mar más cercano, los exploradores se han topado
con fósiles marinos.
Peces en el Himalaya
El valle de Spiti está plagado de pruebas que se remontan a hace 540 millones de años y atrae a paleontólogos de todo el mundo. Los pueblos de Komic, Mud, Hikkim (donde se erige la oficina de correos más alta del mundo), Langza y Lalung, se encuentran a lo largo de este cinturón de sedimentos ricos en fósiles.
Algunos fósiles hallados en el valle de Spiti. Crédito: India Times.
En Nepal, las amonitas (cefalópodos marinos con conchas) se encuentran a lo largo del lecho del río Kali Gandaki. Asimismo, los osados escaladores que han estado en la cima del monte Everest trajeron rocas en las que se descubrieron fósiles de lirios marinos.
Es difícil imaginar que esta vasta extensión de tierra blanqueada por el clima alguna vez fue un próspero lecho oceánico, con peces y criaturas marinas como pobladores. Para entender esto, necesitamos saber cómo se formó el Himalaya.
La explicación científica
Eones atrás, tuvo lugar un evento geológico masivo llamado deriva continental. Antes de esto, el mundo tal como lo conocemos no existía. En cambio, había supercontinentes o masas terrestres gigantes que formaban parte de los continentes que conocemos hoy. India era parte de Gondwana —que incluía Australia, África, Antártida, India y América del Sur—.
Relativamente más cerca en el tiempo, hace 150 millones de años, la India se separó de Gondwana y comenzó a moverse hacia el norte, acercándose a Eurasia.
El mar de Tetis, que se encontraba entre los dos accidentes geográficos, tenía una vida marina rica y diversa. Se necesitaron alrededor de cien millones de años para que las dos formas terrestres chocaran, pero cuando lo hicieron, fue con tanto poder que las densas costras de ambas, aplastadas por la inmensa fuerza, se elevaron hacia arriba, formando montañas que se levantaron desde debajo del mar.
Incluso en la actualidad, las rocas estratificadas del Himalaya son ricas en fósiles de los habitantes que una vez poblaron el mar de Tetis, así como fósiles de restos de arrecifes de coral y plantas marinas.
El descubrimiento de estos fósiles no solo revela la verdad sobre el origen de estas montañas, sino también que el camino hacia el techo del techo del mundo ¡fue una vez tan profundo como el océano!
¿Una alusión a los diluvios bíblicos?
Dadas las enormes escalas temporales que tuvieron lugar en la separación de los continentes, es imposible que los peces fosilizados del Himalaya hayan llegado allí en tiempos de Noé (para esos tiempos algunas teorías lo achacan
al impacto de un cometa en el Dryas reciente e incluso a algo tan heterodoxo como
el posicionamiento de la Luna en su órbita actual).
¿Pero sabías que la Biblia realmente describe dos grandes inundaciones y no solo una?
Este segundo —o más bien, primer— «diluvio» se describe en Génesis 1. El capítulo describe dos períodos de «creación»: la creación inicial de la Tierra y el universo (versículo 1); la destrucción cataclísmica de ese mundo (versículo 2); y desde el versículo 3 en adelante, la recreación de la superficie terrestre.
Lo que sucedió en el intervalo entre Génesis 1:1 y el versículo 2 se detalla en otros versículos y constituye un estudio fascinante. La Biblia describe una rebelión angelical que destruyó «la faz de la tierra», requiriendo el posterior renacimiento.
Los picos de las montañas del Himalaya vistos entre las nubes desde el campamento base del Everest. Crédito: Crédito:
Theodor Lundqvist.
De acuerdo a algunos estudiosos bíblicos, la creación inicial del mundo y la destrucción subsiguiente encajan perfectamente con los descubrimientos que culminaron en el Período Mesozoico —la Era de los Dinosaurios, la Era de los Reptiles y su fin catastrófico—. Y el período desde la recreación hasta el Diluvio de Noé, encaja bien con lo que se conoce como el Período Cenozoico —la Era de los Mamíferos, el hombre y la Edad del Hielo, siguiendo con esa otra gran extinción, el
Evento de Extinción del Cuaternario—.
Y más allá de estas equivalencias, lo importante a subrayar aquí es que una parte significativa de la naturaleza del evento de destrucción de Génesis 1:2 incluyó inundaciones: «Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas».
«Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas». Crédito:
JOHN TOWNER.
Esto, señalan los exégetas, es indicación de un evento catastrófico de inundación prehistórica, que pudo estar influenciado por la deriva continental de la que nos habla la ciencia —iniciando la ruptura de los supercontinentes Laurasia y Gondwana, correspondiente a la formación inicial del Himalaya— o bien por algo más primigenio y caótico aún —tal como detallaremos más adelante—. Después de todo, en las sagradas escrituras se leen las palabras —en hebreo— tohu y bohu (‘desperdicio’ y ‘descomposición’), lo cual implica una falta de forma y un caos planetario general.
El capítulo luego describe la recreación, separando las masas terrestres del mar, «dividiendo las aguas de las aguas» (versículo 6) para «que aparezca la tierra seca» (versículo 9).
Ciencia y religión
En estos días, muchos en el mundo occidental consideran que la historia del Diluvio —también mencionado en
otras culturas— es una locura. Pero imagínese retroceder en el tiempo y proponer la idea de que un fondo marino «migre» desde África, se estrelle contra Asia y se convierta en el pedazo de tierra más alto de la Tierra. En muchos sentidos, esa teoría sonaba ridícula prácticamente
hasta la década de 1960.
La construcción de un arca es mencionada en varios relatos de diferentes culturas.
En cuanto a los «peces del Himalaya», ciertamente son evidencia del poder cambiante de la tectónica de placas y la deriva continental. Como hemos visto, no prueban que el conocido Diluvio de Noé cubriera el Monte Everest exactamente como está hoy. Sin embargo, si hay que darle algo de crédito a lo dicho en el Génesis bíblico, estos fósiles marinos si coinciden —aunque sea con palabras más simples— con lo dicho sobre el «primer Diluvio» global durante la creación del mundo.
En resumidas cuentas, y desde luego dejando de lado si un «Dios» pudo crear estas condiciones en nuestro planeta, una cosa no quita a la otra.
Diluvios del futuro
Pero los grandes diluvios que se sucedieron en el pasado, volverán algún día… Al menos así
lo han sugerido recientemente investigadores de la Universidad de Harvard, quienes realizaron una serie de simulaciones donde aumentaron la temperatura de la superficie oceánica hasta los 54,4 grados —multiplicando 64 veces el CO2 en la atmósfera o aumentando el brillo del Sol en aproximadamente un 10 por ciento—.
Como resultado hallaron que, en el pasado distante cuando ni siquiera existían los polos, la Tierra pudo haber experimentado intensos periodos de sequía seguidos de enormes tormentas de miles de kilómetros de ancho, capaces de arrojar, en apenas unas horas, residuos de medio metro de altura —¡tohu y bohu!—
Estas condiciones volverán a estar presentes dentro de varios cientos de millones de años, a medida que el Sol brille cada vez con mayor intensidad. Así, serán unos tiempos cuando volverán los diluvios y los peces al Himalaya.
Referencias: