La mayoría de arqueólogos e historiadores está de acuerdo en que la civilización tal y como la entendemos surgió hace sólo unos 10.000 ó 12.000 años. Sin embargo, muchos otros investigadores, basándose en el hallazgo de objetos y otras evidencias diversas, defienden la aparición de civilizaciones avanzadas mucho antes, aún hace millones de años atrás.
Trabajando sobre una zona concreta, los arqueólogos habitualmente fechan los lugares observando los asentamientos localizados sobre ellos o en las cercanías. Pero estos asentamientos sencillamente habrían sido construidos sobre estructuras prehistóricas ya existentes, asegura Koltypin.
“Cuando examinamos las construcciones […] ninguno de nosotros nunca tuvo, ni por un momento, dudas de que eran más antiguas que las ruinas cananeas, filisteas, hebreas, romanas, bizantinas y más que las de otras ciudades y asentamientos que están sobre éstas y a su alrededor”, afirma el experto geólogo.
Koltypin escaló un monte de alrededor de 400 metros de altura situado cerca de las ruinas de Horvat Burgin en la reserva natural Adullam, en el centro de
Israel. Mientras buscaba en el lugar, recordó una sensación similar a aquella que notó cuando alcanzó la cima de la milenaria ciudad abandonada de Cavusin en Turquía:
Estaba personalmente convencido una vez más […] Todas esas hendiduras rectangulares, estructuras subterráneas hechas por el hombre y escombros esparcidos de megalitos […] Era un complejo megalítico terrestre bajo tierra, que fue abierto por la erosión a una profundidad de muchos cientos de metros.
Ruinas de Cavusin en la región turca de Capadocia.
Erosión y formación de la montaña
Pero no todas las partes del pretendido complejo están aún bajo tierra: a través de la historia algunas se elevaron muy por encima del suelo gracias a los cambios geológicos sufridos. Un ejemplo de esto serían los antiguos pueblos rocosos de la
Capadocia turca, los cuales Koltypin incluye en el complejo.
Algunas otras partes también podrían hallarse bajo el
Mar Mediterráneo, como parecen indicar las estructuras halladas a lo largo de la costa. El experto defiende que tanto el centro y norte de Israel, como el centro de Turquía, quedaron expuestos tras un corte erosivo en la tierra de alrededor de 300 metros:
“De acuerdo con mis estimaciones, tal profundidad de erosión… difícilmente se podría formar en un tiempo menor a medio millón o un millón de años”, opina.
Koltypin plantea la hipótesis de que partes del complejo afloraran a la superficie como resultado de la orogénesis alpina (formación de montañas). Según sus propias estimaciones, la composición de los materiales de construcción del área de
Antalya, Turquía, a la cual denomina “yacimiento Jernokleev”, poseen también entre 500.000 años y 1.000.000 de años de antigüedad.
Los arqueólogos por regla general datan las estructuras levantadas por el hombre en Jernokleev en la Edad Media, pero Koltypin afirma que los materiales con los que fueron construidas indican una antigüedad mucho mayor.
De esta manera, lo que él identifica como “cemento” rosa, incluye fragmentos cerámicos creados por el hombre y basaltos de origen volcánico, entre otros materiales. Sin embargo, la última vez que en esa región existió un volcán activo que suministrase basaltos fue en una época comprendida entre hace 500.000 años y 1 millón de años.
Bajo el agua
Como resultado de los movimientos sufridos por la corteza terrestre a lo largo de eras remotas, algunas partes del complejo subterráneo se hundieron bajo el nivel de mar.
“Prácticamente en todas las estructuras bajo tierra estudiadas en Israel -y en la mayoría de construcciones soterradas de Turquía- sobre sus fondos se han desarrollado ampliamente sedimentos litificados (duros) y depósitos de arcilla calcárea”, prosigue explicando Alexander Koltypin.
La naturaleza de dichos depósitos sugiere que estos complejos estuvieron bajo el agua durante largo tiempo.
Megalitos similares y entradas subterráneas
La existencia de ruinas megalíticas similares en varios lugares es una de las razones que llevó a Koltypin a conjeturar una conexión entre las distintas áreas, unidas a través de un complejo prehistórico gigante. Según defiende, bloques megalíticos -pesando decenas de toneladas- parecen estar, en algún punto, pegados directamente a las construcciones subterráneas:
“Este hecho me dio una razón para considerar a las estructuras soterradas y ruinas geográficamente relacionadas con enormes murallas y edificios, como un solo complejo megalítico terrestre-soterrado”.
Según opina el científico ruso, las construcciones megalíticas parecen sobrepasar las capacidades tecnológicas de las civilizaciones a las que, habitualmente, se consideran atribuidas. Así se mantiene el misterio de cómo fueron transportados desde una cantera hasta su ubicación actual, megalitos de 800 toneladas en Baalbek, Líbano.
Las piedras encajan juntas, perfectamente en algunas partes, sin cemento, y los techos, columnas, arcos, puertas y otros elementos parecen estar elaborados con instrumentos más desarrollados que un simple hombre con un cincel, asevera Koltypin. Por regla general, las marcas de cincel muestran que fueron construidas en tiempos más recientes, lo que ocurre en algunas partes de la estructura, pero parecen haber sido grabadas no mucho después de que las estructuras originales se edificaran, asegura.
Además, Koltypin advirtió que las estructuras construidas sobre -o cerca de- estos lugares por los romanos u otras civilizaciones son comparativamente primitivas. Por tanto, sugieren civilizaciones prehistóricas avanzadas. Para el científico, otro ejemplo claro de todo lo anterior lo constituyen
los antiguos surcos que atraviesan el Valle de Frigia en Turquía.
Koltypin dedujo que son surcos creados por “vehículos todoterreno antediluvianos desconocidos”, que habrían permanecido petrificados en el suelo desde millones de años atrás. Llama la atención que las tradicionales leyendas locales, tan frecuentemente rechazadas y catalogadas como mitos, también hablan de civilizaciones prehistóricas en dicha región.
Imagen de portada: Hirbet Madras, en la reserva natural Adullam de Israel, parte de lo que el geólogo Dr. Alexander Koltypin cree que son estructuras de un complejo prehistórico masivo bajo tierra que se extendería a lo largo del Mediterráneo. (
Fotografía: Alexander Koltypin/La Gran Época)