Algunos saltos tecnológicos desde 1947 han llevado a ufólogos a pensar que fueron consecuencia de lo sucedido aquel año en Roswell, Nuevo México.
Ahora, un testimonio inédito da cuenta de un programa secreto de ingeniería inversa destinado a estudiar la nave estrellada en aquel incidente, cuyo sistema de propulsión habría dependido de una suerte de telequinesis por parte de sus tripulantes alienígenas.
Hace poco informábamos sobre una exhibición que tuvo lugar en el Museo de la Región de Fredericton, dedicada exclusivamente a quien supo ser un destacado residente: el físico y ufólogo Stanton Terry Friedman, por lejos el investigador civil más prestigioso del caso Roswell.
Habiendo sido esta eminencia , solicitamos acceso al material exhibido, compuesto en gran parte por un gran número de papeles y cartas que Stan supo conservar celosamente en su archivo personal.
Entre ellos encontramos una carta más que llamativa, donde un tal Shawn (el apellido está censurado) de Texas, hijo de un testigo militar del incidente, cuenta lo que sabía y le legó su padre en cuanto una nave extraterrestre estrellada en 1947.
A continuación traducimos al español esta carta, fechada en 26 de enero de 2010, la cual además podrán descargar en su idioma original al final:
*** COMIENZO DE LA CARTA ***
Estimado Sr. Friedman, Un amigo me dio su dirección y me dijo que quería escuchar a los familiares de los militares que presenciaron cualquier cosa relacionada con los platillos voladores durante su servicio. Y tengo un testimonio de primera mano que me dio mi padre sobre platillos voladores y los llamados «extraterrestres» que creo que debería escuchar.
También tengo pruebas documentales relevantes que me dejó mi padre que me gustaría que examinara. En 1973, cuando tenía 7 u 8 años, compré un cómic que mostraba el reciente secuestro extraterrestre de dos hombres mientras pescaban de noche.
La historia de abducción me fascinó.
Le mostré el cómic a mi padre y le pregunté si creía que realmente sucedió y si pensaba que los platillos voladores eran reales.
Para mi sorpresa, mi padre me dijo que los platillos voladores eran reales, porque había visto uno de cerca. Le pregunté cuándo y dónde había visto el platillo y me contó la siguiente historia.
Mi padre me contó que en el verano de 1947 estaba en la base aérea en Ft. Worth, Texas, para entrenamiento de reserva después de salir temporalmente del servicio activo en el Cuerpo Aéreo del Ejército a principios de ese año.
Dijo que lo recordaba bien porque sucedió el fin de semana festivo del 4 de julio.
Una noche el estaba jugando a las cartas cuando un oficial entró y pidió voluntarios para hacer una rutina de vuelo nocturno a Nuevo México.
Mi padre aprovechó la oportunidad, contento de tener algo de tiempo de vuelo (fue como tripulación aérea, no como piloto), pues le encantaba volar más que nada.
Además estaba especialmente feliz porque era casi para su cumpleaños, el 6 de julio. Base aérea en Fort Worth, Texas.
Mi padre dijo que no le tomó mucho tiempo darse cuenta de que algo andaba mal, porque el ambiente era tenso y premuro, como si se tratara de una emergencia.
Él dijo que lo sabía. No era un vuelo de rutina cuando dos policías militares se subieron a su avión con metralletas Thompson completamente cargadas.
Contó que volaron juntos en un C-54 como parte de un convoy con un segundo C-54, un bombardero y dos escoltas de combate. Un general estaba con ellos a bordo del bombardero.
A mi padre le recordó las operaciones de bombarderos y cazas durante la guerra, definitivamente era algo fuera de lo común.
Cuando preguntó qué estaba pasando, uno de los soldados le dijo que pensaban que un avión o cohete ruso se había estrellado en suelo estadounidense.
Aterrizaron en una base aérea en Nuevo México y tomaron camiones y jeeps a un terreno remoto.
Ya había militares presentes y trataron de evitar que las tripulaciones aéreas ingresaran a la propiedad.
Mi padre dijo que cuando el general les dijo a los soldados que los aviadores eran «sus muchachos», se les permitió pasar. Allí, en el terreno, mi padre aseguró ver los restos esparcidos de una especie de una aeronave estrellada. Él había visto los restos de cazas y bombarderos estrellados en el Pacífico, pero esto era muy diferente a todo lo que había visto antes.
No se parecía en nada a los otros accidentes. Mi padre era el único presente en el lugar que estaba familiarizado con el sistema interno de los cazas, ya que estudió propulsión a reacción y se entrenó como mecánico en el primer caza a reacción del Ejército (el P-80 Shooting Star).
El general sabía de la familiaridad de mi padre con los aviones a reacción avanzados, y le pidió que echara un vistazo a los restos y «viera qué podía hacer con ellos».
El platillo estrellado en Roswell representado en la serie de culto X-Files. Los restos no se parecían a nada que hubiera visto antes. Nada se parecía a la forma de un avión o cohete convencional.
Había piezas gruesas de estructura metálica relativamente intacta y muchas piezas más pequeñas y delgadas de lo que parecía un fuselaje.
Todo estaba hecho de una extraña aleación de metal, lo que llamó «unobtanium», muy ligero y resistente. Algunas de las piezas no se podían doblar, mientras que otras eran extremadamente flexibles.
También yacían unas piezas que parecían estar oxidadas por fuera o haber sido sometidas a un calor muy alto. No había soldaduras o remaches discernibles en ninguna parte de los restos, y mi padre dijo que parecía como si toda la nave hubiera sido moldeada de alguna manera en una sola pieza.
No había motores ni partes móviles en absoluto, ni hélices, jets o toberas. No había cables, interruptores, manómetros, tubos de vacío ni componentes electrónicos visibles de ningún tipo.
Había lo que parecían luces pequeñas y largas; piezas sólidas de plástico de lo que él llamó «espaguetis» que no eran cables ni tubos, sin función aparente. Había caracteres extraños en algunas de las piezas, un tipo de escritura que mi padre nunca había visto antes —aunque solo en el interior de la nave; no había marcas en el exterior—. También había un montón de objetos sueltos sin propósito aparente.
Los objetos más extraños que dijo que encontró fueron asientos reclinables de metal del tamaño de un niño, con muescas para la cabeza, el cuerpo, los brazos y las piernas, incluidas muescas para las manos con espacios para seis dedos.
No había cadáveres entre los escombros.
Después de examinar los restos, mi padre le reportó al general: «Kell, no es uno de los nuestros, eso es seguro».
Se le preguntó si se pensaba que era un cohete o un jet, y respondió: «Ninguno de los dos». El general le consultó a mi padre si pensaba que los rusos lo habían hecho, y mi padre respondió: «No, a menos que esas inscripciones dentro sean en ruso».
El rumor en el lugar era que la nave era un platillo volador estrellado, y todos los presentes sintieron instintivamente que no era de la Tierra.
Supuesto fragmento de la nave de Roswell tomado por el Mayor Jesse Marcel, conteniendo escritura que se asemeja jeroglíficos egipcios (más info AQUÍ).
Mi padre dijo que ayudó a la tripulación a recoger algunos de los restos, hasta que llegaron más soldados y algunos oficiales de inteligencia y les dijeron que se fueran.
Contó que regresaron a la base aérea local, y luego al día siguiente volaron los restos recuperados de regreso a Ft. Worth en dos C-54, nuevamente con escoltas de combate —pero esta vez sin la compañía del general—. Tres cuerpos pequeños empaquetados en hielo fueron cargados a bordo de su avión. Le dijeron que habían sido los tripulantes de la nave accidentada.
El hielo se estaba derritiendo y, de acuerdo a mi padre, los cuerpos se estaban descomponiendo y olían mal.
Él pudo examinar los cuerpos y obviamente pensaba que no eran de este planeta. Esto es lo que me contó sobre lo que observó:
Eran humanoides, con cabeza, dos brazos, dos piernas, dos ojos, boca, nariz. No tenían orejas ni dientes. Eran pequeños y frágiles con cabezas inusualmente grandes. Tenían ojos grandes pero sin párpados. No tenían genitales.
Tenían seis dedos en cada mano. Tenían piel que parecía la de un tiburón.
Tenían el tamaño y la forma perfectos para caber en los asientos reclinables de metal formados que había visto entre los restos. A su llegada a Ft. Worth, los restos y los cuerpos se cargaron inmediatamente en otro transporte bajo una fuerte vigilancia y volaron a otro lugar.
Mi padre dijo que pensaba que todo fue enviado a Washington, D.C. Posteriormente, se escuchó el rumor de que un cuarto cuerpo había sido recuperado por separado más tarde y enviado solo, con el resto de lo que se recuperó.
Mi padre dijo que él y el resto de la tripulación fueron inmediatamente interrogados por agentes de inteligencia, quienes les ordenaron no hablar nunca de lo que había visto, obligándoles a firmar un acuerdo de confidencialidad que se haría cumplir bajo pena de traición.
Mi padre era miembro del Grupo de Cazas 414.
Estaba muy bien conectado dentro de la AAF y la industria aeronáutica. Su padrastro (Charles Eastman) era oficial en Kelly APB y lo ayudó a comenzar en la AAF con privilegios especiales.
El sueño de mi padre era ser piloto de combate, pero siendo demasiado joven aún, ingresó primero como mecánico y jefe de equipo.
Mi padre era muy inteligente, tenía talento mecánico y estaba muy interesado en los aviones, especialmente los jets.
Formó parte del programa P-80 Shooting Star (el primer caza a reacción operativo del Ejército) y se entrenó en las plantas donde fueron diseñados y construidos, donde recibió autorizaciones de seguridad de bajo nivel.
Recibió entrenamiento especial en bases aéreas y fabricación de aviones en todo el país. Fue dado de baja del servicio activo a principios de 1947, pero continuó entrenando y sirviendo en el estado de reserva hasta que volvió al servicio activo cuando comenzó la Guerra de Corea.
Cuando fue dado de baja en 1947, se le recomendó continuar el entrenamiento militar, en el que participó con frecuencia en varias bases aéreas y plantas de aeronaves, incluidas plantas y bases en Ft. Worth.
Poco después de dejar el servicio activo, comenzó el entrenamiento formal de piloto y asistió al Instituto Schreiner en Kerrville, Texas, donde se entrenaron muchos aviadores y pilotos de combate de la Segunda Guerra Mundial.
Mi padre era muy leal y se dedicó al Cuerpo Aéreo del Ejército y, más tarde, a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Mi padre llevaba una libreta de direcciones con los nombres, direcciones y números de teléfono de todos los aviadores que conoció en todo el país y en el extranjero, desde la Segunda Guerra Mundial hasta Corea.
Mantuvo contacto regular con muchos de ellos durante toda su vida. Asistió con regularidad a reuniones de veteranos, VFW, y pasó mucho tiempo en hospitales de VA.
Mi padre contaba con muchos ingenieros conocidos en las plantas aeronáuticas en las que se capacitó y mantuvo sus contactos con ellos. Tuvo acceso a información privilegiada sobre el programa de recuperación de platillos del gobierno.
Debido a que estuvo allí desde el principio, ya que conocía a muchos de los otros hombres que participaron.
Dijo que a estos hombres se les prohibió hablar con extraños sobre estos asuntos, pero que podían y continuaron hablando libremente entre ellos al respecto.
Durante años después de la recuperación, mi padre continuó haciendo un seguimiento y reuniendo información sobre los desarrollos posteriores a través de sus numerosos contactos (algunos de los cuales se convirtieron en oficiales de alto rango y agentes del gobierno).
Como uno de los primeros en la escena del accidente del platillo, otros involucrados lo presentaron continuamente a nuevos miembros del programa incluso años después, y compartieron sus experiencias entre ellos.
Me detalló que los involucrados formaron una especie de fraternidad en torno a los eventos de recuperación que habían experimentado. Fue una experiencia inquietante y desconcertante, y los únicos con quienes pudieron hablar al respecto fueron ellos mismos.
Me dejó claro que era un buen amigo de algunos hombres que estaban «muy arriba» en el programa de recuperación. A pesar de que se le ordenó que nunca hablara de su experiencia, continuó haciendo preguntas en cada oportunidad.
La siguiente es una sinopsis de lo que mi padre me dijo que pudo aprender a través de sus contactos a lo largo de los años: Los restos fueron llevados a un hangar en algún lugar y cuidadosamente reensamblados como un rompecabezas gigante, lo que reveló una nave en forma de platillo. Se realizaron búsquedas posteriores para todas las piezas faltantes.
A algunos de los hombres involucrados en la recuperación les saquearon sus pertenencias en busca de las piezas faltantes, algunas de las cuales fueron recuperadas de esta manera.
No obstante, muchas piezas siguieron desaparecidas, y se creyó que todavía estaban «ahí fuera» en posesión de alguien. (Mi padre señaló que algunos miembros de la tripulación se llevaron piezas de «recuerdo», aunque él no lo hizo).
La escritura dentro de la nave nunca fue descifrada. Cuando se aplicaban corrientes eléctricas a las piezas de la nave y los materiales dentro de ella, cambiaban de forma y exhibían propiedades extrañas.
Se determinó que el marco y el fuselaje de la nave incorporaba cableado y circuitos que eran invisibles a simple vista, de alguna manera dispuestos perfectamente átomo por átomo dentro del metal. Se determinó que la nave en sí y todos los materiales que contenía habían sido «cultivados» de alguna manera como piezas singulares a nivel molecular, cristal por cristal, una molécula a la vez.
Los materiales estaban perfectamente dispuestos en patrones de celosía geométrica con alineación molecular, creando aleaciones y amalgamas inusuales con propiedades que no se encuentran en materiales naturales.
Los científicos no pudieron reproducir los materiales ni determinar cómo se habían fabricado. Las «criaturas» (como las llamaba mi padre) que se recuperaron en el lugar del accidente tenían sistemas circulatorios pero no órganos digestivos.
Se determinó que de alguna manera absorbían nutrientes a través de su piel. Las criaturas tenían cerebros inusualmente grandes con cuatro hemisferios separados por placas óseas y una cantidad extraordinariamente grande de tejido nervioso sensorial a lo largo de sus cuerpos, dispuestos en patrones específicos.
Las criaturas estaban conectadas a la nave a través de una forma de tecnología inalámbrica y formaban parte integral de la nave.
Las criaturas y la nave funcionaban como una sola unidad. Las criaturas no eran simples tripulantes o pasajeros de la nave per se, sino que eran una parte operativa de la propia nave. Eran mucho más que simples pilotos.
Las criaturas eran robots de ingeniería biológica fabricados para una función específica, y eran simplemente un componente más del oficio.
Se cultivaron en un laboratorio, utilizando métodos similares a los de los otros materiales.
Su carne y huesos exhibían una alineación molecular, como los otros materiales, y eran inusualmente resilientes. Se determinó que las criaturas no eran representativas de la apariencia física y el tipo biológico de los seres que diseñaron y construyeron la nave.
Eran simplemente drones o máquinas, y se creía que los creadores de esta tecnología eran considerablemente diferentes fisiológicamente.
No había unidad de propulsión dentro de la nave. Al principio se creyó que la unidad de propulsión se destruyó en el accidente, pero luego se determinó que la propulsión la proporcionaban las propias criaturas, como una «forma avanzada de telequinesis» (como lo explicó mi padre).
Las criaturas mismas o sus mentes, más bien, eran las unidades de propulsión y navegación. Se determinó que los cerebros de las criaturas sirvieron como computadoras a bordo para la nave. Se determinó que la nave y sus componentes funcionaban a través de un tipo de energía no física a la que aún no tenemos acceso, una energía aparentemente aprovechada y controlada por las mentes de las criaturas.
Se determinó que la energía que alimentaba, controlaba e impulsaba el artefacto era una forma de conciencia enfocada o poder de pensamiento. Se determinó que la causa del accidente fue un rayo que cayó sobre la nave.
El rayo aparentemente incapacitó a una de las criaturas, lo que de alguna manera creó un desequilibrio en las fuerzas que impulsaban la nave, rompiéndola. La nave no podría funcionar correctamente sin todas las criaturas actuando en unísono. Nunca se determinó el origen de la nave.
Se creía que se originó a partir de una de tres fuentes: a) otro planeta dentro de la Vía Láctea u otra galaxia en este universo; b) un planeta en otra dimensión o c) del propio futuro lejano de la Tierra.
Se determinó que la nave podía viajar y maniobrar más rápido que la velocidad de la luz. Capaz de desmaterializarse y rematerializarse virtualmente de manera instantánea, moviéndose de un lugar a otro de esta manera mientras desafía las leyes conocidas de la física.
Se determinó que la nave podría viajar muchos años luz en un instante, viajando de alguna manera en una «burbuja» del espacio-tiempo o «deformando» o «doblando» el espacio-tiempo a su alrededor y «saltando» a través de dimensiones.
Se determinó que poseía la capacidad de viajar interdimensionalmente, y se creía que también podía viajar hacia adelante y hacia atrás a través del tiempo.
Se hicieron intentos de «ingeniería inversa» de toda la tecnología descubierta dentro de la nave, con un éxito limitado. Se había recuperado intacta otra nave idéntica, pero nunca se hizo funcional. La nave no funcionaría sin la presencia de las criaturas, que eran el componente operativo crucial de la máquina. Se han realizado esfuerzos sin éxito para clonar las criaturas.
Debido a que fue persistente, mi padre recibió mucha información de varias fuentes sobre la recuperación e investigación de los discos voladores. En nuestras muchas conversaciones sobre estos temas, mi padre me enfatizó que los secretos de los discos eran tecnologías factibles que los humanos podrían y algún día dominarían.
Presenciar el platillo estrellado tuvo un profundo impacto en mi padre por el resto de su vida. Antes del evento estaba sumamente interesado en todo tipo de aeronaves, especialmente en los sistemas de propulsión avanzados, interés que lo llevó a su trabajo temprano en los primeros jets.
Después de haber visto lo que vio, ganó un impulso de por vida para comprender cómo funcionaba el platillo estrellado y reproducir la tecnología.
Se obsesionó con el tema y soñó con maneras para reproducir su sistema de propulsión. Afirmó que era posible y que hombres que conocía personalmente ya habían trabajado mucho para lograr este objetivo.
En algún momento, mi padre adquirió un conjunto de documentos clasificados relacionados con un proyecto con el nombre en clave RAMP. Dijo que provenían de uno de sus contactos en California. Estos documentos describen el sistema de propulsión de los discos recuperados y los esfuerzos realizados para duplicarlo.
Los documentos contienen los detalles de la «forma avanzada de telequinesis» generada por las criaturas como propulsión y cómo se creía que funcionaba. Mi padre dijo que la información contenida en estos documentos es la clave para reproducir la tecnología propulsora de la nave.
Cuando era joven, mi padre pensaba que los aviones a reacción eran el camino del futuro, por lo que ingresó en el programa P-80 Shooting Star para estudiar la propulsión a reacción.
Sin embargo, cambió de opinión cuando se vio expuesto a la tecnología increíblemente avanzada de los platillos. Mi padre sostenía que la propulsión del platillo era el verdadero camino del futuro.
Hizo hincapié en el hecho de que quien sea capaz de desarrollar y comercializar esta tecnología se volverá rico más allá de lo imaginable.
Y afirmó que había «aplicaciones ilimitadas» para la tecnología en todos los segmentos de la sociedad. Muchas veces desde 1973, insté a mi padre a que le contara a alguien lo que sabía y que hiciera pública la información.
Él se negó, diciendo que había hecho un juramento y firmado un documento y que podría ser encarcelado o incluso asesinado si revelaba algo.
Me hizo jurar que tampoco se lo diría a nadie, y dijo que negaría todo si pronunciaba una palabra al respecto. Sin embargo, antes de morir, mi padre me dio los documentos del proyecto RAMP y me dijo que «sabría qué hacer con ellos cuando llegara el momento».
Aunque los documentos de RAMP que me dejó parecen ser genuinos, nunca tuve ninguna evidencia que respaldara las afirmaciones de mi padre hasta después de su muerte, cuando encontré los registros sobre su servicio militar, indicando que de hecho participó en y se asoció con la AAF en diversas instalaciones desde 1944 hasta 1952.
Durante muchos años he guardado los secretos de mi padre. Murió inesperadamente hace unos años y desde entonces me he preguntado qué hacer con la información que me dejó.
Creo que ahora es el momento de revelar lo que sé y pedir ayuda, el «momento adecuado» al que se refirió mi padre. El creyó claramente que debería intentar desarrollar la tecnología y comercializarla, pero carezco de los recursos para hacerlo.
Sin embargo, lo he estudiado intensamente y he logrado algunos avances en mi comprensión de las tecnologías involucradas y cómo se pueden aplicar. No busco publicidad ni notoriedad. Lo que quiero es alguien que me ayude a desarrollar la tecnología que me dejó mi padre.
Estoy dispuesto a compartir la información contenida en los documentos RAMP con usted si trabaja conmigo en secreto y me ayuda a averiguar qué hacer con la información. Si de alguna manera no está interesado, refiera este proyecto a un colega de confianza con las calificaciones necesarias. Por favor responda.
Espero tener noticias suyas.
Sinceramente, Shawn [tachado], Gatesville, Texas.
*** FIN DE LA CARTA ***
Hasta aquí la traducción y transcripción de la carta.
La original en inglés puedes descargarla AQUÍ (PDF). Lamentablemente aún no hemos podido dar con la respuesta de Stanton Friedman —si es que la hubo—, pero lo cierto es que mucho de lo dicho en el texto se condice con lo sostenido por otros testigos importantes del incidente Roswell.
Lo más interesante que se revela aquí es que estas criaturas no eran totalmente biológicas, sino más bien robots o inteligencias artificiales (un ex funcionario del Pentágono afirmó los mismo) que formaban parte integral de la nave estrellada y su sistema de propulsión.
Conclusión
Dado el impulso que ha recibido recientemente el tema ovni a nivel gubernamental y político, ¿podría pronto confirmarse algo de lo leído en esta misteriosa carta (y los documentos y programa secreto a los que alude)?
Complicado considerando las implicaciones… Aunque en el futuro cercano, cuando las mentes humanas se integren con la inteligencia artificial y las máquinas, o bien cuando enviemos avanzados robots humanoides a explorar planetas por nosotros, bien podríamos preguntarnos de dónde salió esa idea…
Por MysteryPlanet.com.ar