Sin embargo la comunidad científica internacional es reacia a implementar el tratamiento. Prof. Didier Raoult.
Un infectólogo francés está convencido que ha encontrado el tratamiento para derrotar al coronavirus.
El profesor Didier Raoult considera que un tratamiento contra la malaria, basado en 600 mgs de hidroxicloroquina cada 12 horas, y un comprimido de azitromicina por día, es lo más efectivo.
Raoult es director del Instituto Mediterráneo de Infecciones, con base en Marsella, y el más eminente especialista mundial en enfermedades infecciosas transmisibles.
Inició sus investigaciones con un ensayo clínico realizado en diez hospitales chinos en Wuhan, Pekín y Shanghái para evaluar la eficacia de la cloroquina en los tratamientos asociados al COVID-19.
«Los resultados obtenidos hasta ahora con más de 100 pacientes han demostrado que el fosfato de cloroquina es más eficaz que el tratamiento recibido por el grupo comparativo para contener la evolución de la neumonía, mejorara el estado de los pulmones, para que el paciente vuelva a dar negativo al virus y acortar la duración de la enfermedad», dijo el profesor.
«La capacidad antiviral y antiinflamatoria de la cloroquina podría tener una eficacia potencial para tratar pacientes afectados con neumonías provocada por el COVID-19», declaró.
Resultados extraordinarios
El profesor Raoult fue autorizado a fines de febrero a comenzar ensayos clínicos en 24 pacientes con coronavirus en Francia con extraordinarios resultados. Fue invitado a ser miembro del comité de 11 especialistas asesores del presidente Emmanuel Macron.
Los resultados se conocieron el 19 de marzo: los que han recibido Plaquenil (hidroxicloroquina) son portadores del virus a un 25 por ciento luego de seis días y los que no fueron tratados con este medicamento son portadores del virus a un 90 por ciento luego de seis días
. Científico rebelde Raoult es un científico rebelde que tiene un áspero vinculo con laboratorios y la burocracia del estado que autoriza sus resultados.
El ministro de salud francés dijo que debería ser experimentado a más amplia escala y el Alto Consejo de la Salud de Francia recomienda no utilizar su tratamiento, salvo para casos graves y bajo vigilancia médica estricta.
Sin embargo, en clara actitud desafiante, el infectólogo reforzó su convicción y los calificó de inmorales: «Todo el mundo lo utilizará.
No soy yo el extraño, es la gente que es ignorante», comentó al diario Le Parisien.
«A partir de que nosotros hemos mostrado que el tratamiento es eficaz, yo encuentro inmoral no administrarlo. Es así de simple».
Frente a su instituto en la Costa Azul, docenas de franceses se han presentado esta semana para ofrecerse como conejillos de indias. Calles de París vacías. Actualmente Francia tiene cerca de 18.000 casos activos.
«Yo soy un científico y reflexiono como un científico,con elementos verificables. Produzco más datos en enfermedades infecciosas que nadie en el mundo.
Soy un doctor, tengo 75 pacientes hospitalizados y 600 consultas por día.
Soy un doctor, tengo 75 pacientes hospitalizados y 600 consultas por día.
Las opiniones de una y otros me tienen sin cuidado. En mi equipo nosotros somos gente pragmática, no pájaros de la televisión», alerta el profesor, con su aspecto informal de druida galo y no disimulada irreverencia.
Para este infectólogo respetado mundialmente, «el problema de este país es que la gente que habla es de una ignorancia abismal.
Yo hice un estudio científico sobre la cloroquina y el virus hace 13 años, que fue publicado.
Después cuatro estudios más han mostrado que el coronavirus era sensible a la cloroquina. Todo esto no es una novedad.
Que el círculo de decididores no esté informado del estado de la ciencia, es sofocante. La eficacia potencial del resultado de la cloroquina sobre los modelos de cultura viral los conocemos. Sabemos que es un antiviral eficaz», advirtió.
«Nosotros hemos decidido en nuestros experimentos ajustar un tratamiento de una azitromicina (un antibiótico contra la neumonía bacteriana) para evitar la sobreinfección», añadió.
La reputación científica de este hijo de un militar y una enfermera nacido en Senegal es indudable. Se trata de un investigador de gran prestigio internacional, detrás de varios descubrimientos, en particular sobre virus gigantes, e incluso dio su nombre a dos bacterias (Raoultella planticola y Rickettsia raoultii).
El profesor Raoult no quiere esperar: «Nosotros creemos que hemos encontrado el tratamiento con nuestro equipo.
Y sobre el plano de la ética medica, yo estimo no tener el derecho en tanto médico de no utilizar el único tratamiento del que se han hecho pruebas. Yo estoy convencido que al final todo el mundo utilizara este tratamiento. Es solo una cuestión de tiempo antes que la gente deje de comerse su sombrero y diga: esto es lo que hay que hacer», dijo.
El profesor explicó que ellos han dado hidroxicloroquina a razón de 600 mgs por día durante seis días, bajo la forma de Plaquenil, que es el nombre del medicamento, como comprimidos, tres veces por día. La azitromicina, a 250 mgs , dos veces al día el primer día y una vez por día durante cinco días.
«Cuando usted tiene un tratamiento que marcha contra cero que funciona, este es el tratamiento que debe ser la referencia.
Esa es mi libertad de prescribir como médico. Nosotros no tenemos que obedecer al estado para cuidar a los enfermos. Las recomendaciones de la Alta Autoridad de la Salud es una indicación pero no estamos obligados.
Esa es mi libertad de prescribir como médico. Nosotros no tenemos que obedecer al estado para cuidar a los enfermos. Las recomendaciones de la Alta Autoridad de la Salud es una indicación pero no estamos obligados.
Después de Hipócrates, los médicos hacemos lo mejor, en el estado de nuestro conocimiento y el estado de la ciencia», argumentó el infectólogo francés para defender la inmediata aplicación del tratamiento.
En cuanto a la aplicación de las cuarentena obligatoria como medida preventiva, acción ejecutada ya por varios gobiernos del mundo, también expresó su opinión:
«El confinamiento es un experimento social que jamás se ha practicado en la edad moderna y que no se sabe si funciona. Es una medida de improvisación social con efectos colaterales.
¿Qué pasará cuando la gente esta encerrada entre 30 a 40 días?».
Fuente: Le Parisien. Edición: María Laura Avignolo.