Alfheim: el reino de los elfos.
J.R.R. Tolkien, hombre de probado conocimiento en mitologías europeas, "ficcionalizó" su nombre como Eldamar, la ignota Tierra de los Elfos en el remoto Oeste, hogar de Ingwë, rey de aquella región.
Ahora bien, si traducimos al alemán antiguo la palabra Eldamar -creada por J.R.R. Tolkien- nos dará como resultado Alfheim,
La Casa de los Elfos(de Alf, "elfo", y Heimr, "casa"), una inaccesible región mitológica llena de misterios tan antiguos que para remontarnos a sus orígenes deberíamos prepararnos para extraviarnos en la noche de los tiempos.
Alfheim es uno de los Nueve Mundos de la mitología nórdica, cuyo nombre ha ido variando con el curso de los siglos. En las baladas británicas aparece indistintamente bajo los nombres Elfhame, Elphame, Elfame, Elfland, Elfinland y Elvenland.
Éste es el hogar de los Elfos de la luz, y su rey es nada menos que el poderoso dios Frey, también conocido como Yngvi (literalmente: "señor"), un apodo que lo vincula con el Ingwë de J.R.R. Tolkien.
La primera mención poética del Alfheim proviene del Edda Poético, en el canto de Grímnismál:
Ýdalir llaman al sitio donde Ull
construyó un salón para sí mismo,
Que los Dioses del Alfheim, súbditos de Frey,
le entragaron en tiempos antiguos.
Ya en el siglo XII d.C. Snorri Sturlson brinda otros detalles jugosos sobre el Alfheim en el pasaje Gylfaginning:
Aquello que llaman Alfheim era el hogar de los Elfos de la Luz (Ljósálfar), pero los Elfos Oscuros (Dökkálfar) habitan en las profundidades, disímiles en apariencia. Mientras los Elfos de la Luz son agradables como el brillo del sol, los Elfos Oscuros traen la penumbra de los abismos.
Más adelante, cuando Snorri intenta definir dubitativamente una región celestial que sobrevirá incluso cuando el cielo y la Tierra queden arrasados por el Ragnarok, señala que:
Se ha dicho que hay otro cielo al sur del que conocemos. Lo llaman Andlang, pero un tercer cielo cuelga sobre él, y se llama, Vídbláin (literalmente: "Ancho azul"), y allí habitan los Elfos de la Luz en sus mansiones gigantescas.
Si bien Snorri Sturlson no lo dice abiertamente, pues quizás sus oyentes sí lo sabían, los cielos selañados serían regiones anexas al Alfheim, demostrando una vez más la profundidad y variedad de las geografías míticas del norte.
Saliendo un poco de la majestuosa mitología nórdica, los pueblos de la actual Gran Bretaña también aludieron al Alfheim bajo diferentes formas, una de ellas ha sido celebrada exquisitamente por Lord Dunsany en su novela La hija del rey del país de los elfos (The King of Elfland's Daughter). En una balada de Thomas Learmonth (1220-1298) una mujer-elfodescribe sus orígenes en el Alfheim:
No soy la Reina del Cielo, Thomas,
Tal título no me pertenece,
Yo soy la reina de la bella Elphame,
Venida de allí para encantar con mis danzas.
Un caso extraño es el de Allison Peirson, quien fue quemada por la Santa Inquisición en 1588 al confesar que era, de hecho, una Reina Élfica, título que la habilitaba a remitir pociones mágicas, filtros amorosos, y otros ungüentos condenados por la Iglesia.
Otro hecho insólito de castigo a personas que creían en la existencia de los elfos se produjo el 8 de noviembre de 1576. Una mujer escocesa llamada Bessie Dunlop fue acusada de brujería al declarar que recibió recetas mágicas de un tal Thomas Reid, un oficial muerto que, se creyó, vivía en las fronteras mágicas del Elfhame; acusación que finalmente la llevó a la hoguera.
¿En qué pensaban los nórdicos cuando oían la palabra Alfheim? Es difícil saberlo. Algunos suponen un vasto reino luminoso flotando en medio del mar, inaccesible a los mortales, pero cuyas puertas se abren al hombre en ocasiones extraordinarias, revelando el saber y la música de una raza antiquísima, de una belleza que excede las ásperas formas del mundo antiguo, y en virtud de la cual sólo cabía imaginarla en uno de los Nueve Mundos que rodean al nuestro.
Lord Aelfwine.
Fuente: Espejo Mágico
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