Era un secreto a voces. No transcurridos aún dos años de la gran victoria local y autonómica del 22 de mayo de 2011, el Partido Popular, según encuestas ampliamente conocidas, habría perdido la mayoría absoluta, además de en Madrid -en los términos que detalló el diario El País el pasado jueves- en Valencia, en Castilla-La Mancha y en Extremadura.
El caso de la Comunidad de Madrid ejemplifica todos los demás: la política gubernamental, unida a la ejecutada porAguirre y González -insuficiente pero más aceptada que la de Rajoy-, hace que el PP pierda 18 escaños (de 72 a 54), el PSOE 6 (de 36 a 30) y suban con fuerza IU (de 13 a 29) y UPyD (de 8 a 16). Esa situación se producirá incluso aunque en Madrid el PIB caerá menos que en el conjunto de España (el 0,8%), dispondrá de un volumen recaudatorio superior a Cataluña (700 millones más con un millón menos de censo) y cinco puntos de menor presión fiscal, según datos proporcionados por el presidente de la Autonomía matritense.
El electorado estaría dando la espalda al PP pero no la cara al PSOE, como acredita de manera indubitable el barómetro del CIS correspondiente al mes de abril conocido ayer. Por ejemplo, en la Comunidad Valenciana, y según relataba ayer Alberto Pérez Giménez, la Coalición Compromís -de izquierda-, ahora con sólo 6 escaños, estaría pisando los talones a los socialistas (33 diputados). Allí sacaría la cabeza claramente UPyD, que lograría escaños en varios parlamentos autonómicos, en tanto Izquierda Unida los duplicaría en casi todos. El fenómeno electoral sería doble: los populares dependerían de la formación de Rosa Díez para articular gobiernos y los socialistas quedarían supeditados a IU en todas las comunidades autónomas. El bipartidismo se desploma y aflora el multipartidismo. Los electores -muchos enganchados ya por la atracción abstencionista- no van a volver a dar patente de mayoría absoluta a una formación que, como la de Rajoy, escenificó el peor espectáculo de impotencia y desaliño ideológico el pasado 26-A, horas después de conocer que en España 6.202.000 ciudadanos estaban desempleados y cuyo cuadro macroeconómico volvió ayer a quedar en evidencia tras las peores previsiones de déficit y PIB para 2013 de la Comisión Europea.
En este funeral del bipartidismo, tres mujeres tienen un protagonismo regenerador, si bien de distinta naturaleza. Esperanza Aguirre -guste o no, y pese a que ella misma ha perpetrado incoherencias- ha dicho exactamente lo que el electorado del PP puede pensar: menos impuestos, más eficacia recaudadora (a mayor fiscalidad menores ingresos) y radical reforma para adelgazar las administraciones públicas. Reducción de lo que Daniel Lacalle ha denominado con total propiedad “gasto político”. La expresidenta de Madrid plantea una cuestión interesante: los modelos ideológicos tienen sus propias fórmulas económicas. Los liberales ahora se han transformado en socialdemócratas y la derecha ilustrada y no dependiente (hasta ahora) de la política como modus vivendi se ha abonado a la casta endogámica; por eso sube los impuestos y no toca el aparataje que sirve alimenticiamente a miles y miles de los suyos y de los ajenos.
El PP ya perdió el gobierno de Asturias y podría perder muchos más en mayo de 2015 si no entiende que UPyD es una novedad político-electoral que ha venido para quedarse porque oficia en España como las fuerzas emergentes en otros países
Por su parte, Rajoy (valorado con un misérrimo 2,44) haría bien en comenzar a considerar, para rectificarlo, el tono de ninguneo y perdonavidas que emplea con Rosa Díez (la mejor valorada con un 3,96) dentro y fuera del Congreso de los Diputados. El PP ya perdió el gobierno de Asturias y podría perder muchos más en mayo de 2015 si no entiende que UPyD es una novedad político-electoral que ha venido para quedarse porque oficia en España como las fuerzas emergentes en otros países. Su reivindicación de una ciudadanía igual y de una concepción más homogénea del modelo territorial del Estado, no sólo ha calado, sino que lo está haciendo hondamente en sectores de la derecha y de determinada izquierda. Si Rosa Díez y su grupo parlamentario no se complican la vida con algunos progresismos estéticos, atraerán a electores instalados en uno de los bordes del territorio popular. Mucha gente está dispuesta a cambiar porque ya no le cuadra eso de preferir lo malo conocido a lo bueno por conocer.
Por fin, si el PSOE continúa con sus excentricidades de plantear a Eduardo Madinacomo posible líder del socialismo hispano (demasiado joven, demasiado inseguro pese a su arrojo vital), o de enaltecer al perdedor Patxi López (fue el primer lendakari socialista y se frustró en el intento), o de dar vuelo a ensoñaciones como las de Beatriz Talegón, puede darse por liquidado. La única opción verosímil a unRubalcaba hastiado y sobrepasado (valorado con un 3 y con el PSOE en caída libre), tiene nombre andaluz y marchamo catalán: Carmen Chacón. Lejos del derecho a decidir, zapaterista pero no más ni menos que López, Madina o el propio Rubalcaba, unas primarías para la secretaría general del PSOE la encumbrarían porque, además, pelearía contra un aparato contestado y torpe, incapaz de resolver crisis como las de Galicia o, la mucho más modesta, de Ponferrada.
En este funeral electoral del bipartidismo hay que tener tres cosas claras, gusten o disgusten: Aguirre reactiva la ideología liberal-conservadora; Rosa Díez dispone de carta de naturaleza política y su partido ha dejado la fase testimonial y fundacional y Carmen Chacón -ante las actitudes de un PSC que no sabe lo que es- mixtifica evocaciones que la formatean como una lideresa posible para el PSOE. Mientras, atentos a lo que ocurre en Cataluña y País Vasco.
Fuente: El Confidencial
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