Desde hace décadas los servicios de inteligencia de las grandes potencias emplean espías psíquicos. Se trata de agentes especialmente entrenados para desplazar su mente hasta objetivos estratégicos situados a centenares de kilómetros, y espiarlos limpia y discretamente.
Esta es la historia de unos James Bond capaces de dejar momentáneamente su cuerpo físico, contada por el que fue uno de los más expertos adiestradores de espías astrales de Norteamérica.
Las acciones de los espías psíquicos podían ir desde el descubrimiento del lugar de un accidente aéreo hasta la obtención de datos secretos de otras potencias.
Las primeras noticias que llegaron a Estados Unidos sobre la construcción de un nuevo y revolucionario submarino soviético, capaz de lanzar misiles nucleares sin dejar de desplazarse, lo hicieron de la mano de un equipo de espías psíquicos que viajaron astralmente hasta el astillero de Servidivinsk. Los restos de un bombardero ruso estrellado en el Zaire fueron localizados por un agente psíquico antes de que los satélites diesen con él. Otro sensitivo entrenado por los servicios secretos destapó a un espía del KGB que estaba robando información en Sudáfrica. Estos son sólo tres ejemplos de un tipo de agente secreto muy diferente, que no abandona los despachos de las agencias de inteligencia para obtener su información. Le basta su capacidad de desplazar su consciencia.
Un Viejo Oficio
Aunque el espionaje es una de las actividades más antiguas del hombre, y el empleo de magos y hechiceros en ese oficio es algo extendido desde la antigüedad, la historia moderna de los espías a distancia comenzó en la Unión Soviética. Pero lo cierto es que se desarrolló plenamente en Estados Unidos en la década de los setenta, como justo reflejo del temor que se tenía al pretendido peligro psíquico del Kremlin.
En 1977 el entonces teniente de inteligencia Frederick Holmes Atwater, más conocido como Skip, comenzó a entrenar a sus primeros agentes psíquicos. «Convencí a mis superiores enseñándoles estudios de la Universidad de Stanford y libros de científicos que profundizaban en estos temas -explica Atwater-, y les hice ver que nuestro sistema de segundad podría estar amenazado si unos servicios de inteligencia hostiles usasen estos métodos.» La respuesta fue la creación de un equipo profesional de espías psíquicos, destinados a ser el ojo capaz de ver a distancia todo lo que interesase al Tío Sam.
Por aquel entonces, Atwater tenía una larga experiencia personal en viajar fuera del cuerpo. «Desde mi juventud había tenido muchas experiencias extracorporales, hasta el punto que podía arreglar coches sólo con realizar una “visión remota” de ellos. En esa época pensaba que todos los mecánicos hacían lo mismo y que por eso la gente les llevaba los coches. Después, claro, aprendí que no era así.»
El programa de preparación de espías psíquicos en el que intervino Atwater se prolongó durante una década, pero cuando terminó en 1987 no acabaron con él los experimentos.
Skip Atwater se convirtió en el entrenador de los espías psíquicos del ejército norteamericano.
Cuestión De Efectividad
La duda es razonable: ¿cómo es posible que un gremio tan pragmático como el militar tomara en cuenta algo tan evanescente como el espionaje psíquico? «Porque nuestro trabajo era fiable -responde Atwater-. De hecho, desarrollamos una serie de métodos para asegurarnos que la información que obtenían nuestros agentes era correcta, aunque por bueno que fuese un sensitivo había que considerar que podía tener días malos. Por eso calibrábamos continuamente sus percepciones. Por ejemplo, si queríamos saber lo que había en determinado aeropuerto y ya sabíamos que había en él cierto tipo de avión, esperábamos a que nos lo describiera. Si lo hacía sabíamos que el agente tenía un buen día y que la información que facilitase sería fiable.»
Para Atwater llegar a tener un equipo de agentes psíquicos requirió una larga preparación. «Entrevistamos a más de cien personas y durante dos años los entrenamos a conciencia. Primero “exploraron” psíquicamente nuestro armamento e instalaciones y después, cuando nuestros superiores se convencieron de sus éxitos, comenzamos a operar en campo hostil. Utilizamos la “visión remota” sobre todo para saber lo que los rusos conocían de nosotros. Pronto nuestros superiores nos pidieron que “mirásemos” sistemas de otros países, y no sólo de defensa.»
Antídotos Psíquicos
¿Puede alguien protegerse contra espías que no se pueden detectar, ver ni tocar? «Eso es lo más fácil. Su punto más vulnerable es la credibilidad, por lo que si se desacredita lo que un espía psíquico ha visto, todo lo demás no será considerado fiable. Por ejemplo, si se colocan globos con dibujos de personajes de cómic en el interior de un hangar con aviones secretos, el sensitivo dará una información bastante curiosa, que cuando se realice su análisis será desechada. Es un truco de contrainteligencia que funciona.»
Los espías psíquicos norteamericanos fueron capaces de detectar y visualizar un nuevo tipo de submarino ruso.
Los espías mentales se utilizaron en multitud de ocasiones. Atwater recuerda que sólo durante la crisis de los rehenes norteamericanos en Irán, en 1979, seis sensitivos realizaron más de 200 sesiones. También se utilizaron para localizar a un militar secuestrado en Italia, aunque tal vez la misión más sorprendente fue la identificación, también en 1979, de un submarino nuclear ruso que se construía secretamente en un astillero de Servidivinsk, en el Báltico. «Nuestros superiores nos pidieron que mirásemos qué había dentro de ese edificio. No teníamos ni idea, pero conseguimos identificar un submarino muy grande que tenía los tubos para misiles en diagonal. Éste fue un detalle muy importante, porque significaba que era capaz de lanzar misiles sin dejar de moverse, sin tener que pararse como el resto de submarinos de la época. Meses después, cuando el submarino ya había sido botado, nuestras informaciones fueron confirmadas por las fotografías satélite. Se trataba de los nuevos submarinos de la clase Tifón.”
Los ejemplos de las acciones de los espías psíquicos también podrían incluir el descubrimiento del lugar donde se estrelló un bombardero soviético Tu-95, y la obtención de algunos elementos secretos de su construcción antes de que los rusos lo encontrasen. Fue en la selva del Congo, y el lugar señalado por los sensitivos apenas distó unos pocos kilómetros del más tarde indicado por los satélites.
Pero, ¿cómo lo hacían? ¿Se trataba de experiencias extracorporales de los espías o de simple visión remota? «Nuestro interés estaba en la información, el método era lo de menos, realmente no nos importaba»; dice concluyente Atwater, aunque matiza: «Las experiencias de visión remota son más parecidas a la clarividencia, mientras que en los viajes fuera del cuerpo uno cree que realmente se encuentra en el lugar del objetivo, pero creo que no hay una verdad última, y todo depende de cómo percibe cada persona la situación».
Para alcanzar ese estado especial en el que el espía psíquico podía desplazarse a la otra parte del globo había varios métodos, casi uno por cada sensitivo. «Algunos simplemente se sentaban en una mesa, cogían un lápiz, cerraban los ojos y se relajaban, dejando el lápiz preparado para escribir, en cambio otros se tumbaban en una cama, se relajaban y desde allí viajaban al lugar elegido. Sobre todo con los que preferían este último método comenzamos a mejorar las técnicas de relajación, y eso fue lo que me llevó años después investigar nuevas formas de facilitar los viajes fuera del cuerpo.»
Tras retirarse del ejército, Atwater fue contratado por el Instituto Monroe, un centro dedicado a la investigación de las facultades paranormales, y muy especialmente a las experiencias extracorporales. Allí el entrenador de espías se reconvirtió en explorador de las facultades de la mente, llegando a ser su director de investigaciones.
¿Es Ética La Visión Remota?
Una pregunta que muchos se han estado haciendo estos años, es si son éticas las experiencias extracorporales con fines de espionaje. Algunos están convencidos que se trata algo muy negativo. «Es un tremendo error, porque es anticosmoético», asegura Waldo Vieria. «La utilización del viaje fuera del cuerpo y de la visión remota para el espionaje va en contra del entendimiento de las conciencias y de la fraternidad. Los peores perseguidores interconcienciales que existen tienen una base belicista, militar», asegura este veterano estudioso de las experiencias extracorpóreas, que afirma rotundamente que el Instituto Internacional de Proyecciología y Concienciología que él fundó combate activamente este tipo de prácticas. «Hace medio siglo que estoy trabajando en el estudio de este fenómeno y muchas veces han intentado comprarme para que participase en estos programas, pero eso va en contra del trabajo de toda mi vida.»
En cambio Atwater mantiene una posición mucho más permisiva. «Nada es malo por sí mismo, cada experiencia que tenemos, positiva o negativa, nos hace crecer.» Con el paso de los años el antiguo adiestrador de espías psíquicos se muestra convencido de que el valor práctico de las experiencias extracorporales es, más que obtener ventajas materiales, ya sean privadas o para los servicios secretos de un país, «hacemos conscientes de que uno es algo más que un cuerpo físico, que uno puede acceder a través de su mente a todo el Universo, a Dios mismo».
Radiografía De Un Fenómeno Muy Extendido
Una de cada tres experiencias extracorporales puede ser confirmada objetivamente, es decir, la persona que ha viajado fuera de su cuerpo ha visto algo que posteriormente comprueba que es realidad. Este es uno de los más sorprendentes resultados obtenidos de una encuesta realizada por el Instítuto Internacional de Proyecciología y Concienciología, entre las personas que han visitado su página en Internet. «Este alto porcentaje de proyecciones confirmadas ha sido algo que nos ha sorprendido, pues no esperábamos que fuese más de un cinco o diez por ciento, y ha llegado al treinta por ciento», asegura Wagner Alegretti, que junto a su esposa Nanci Trivellato, han estudiado las respuestas de las 1.185 personas, de entre 12 y 90 años pertenecientes a 55 paises, que contestaron las 110 preguntas formuladas para saber algo más de los números, las estadísticas, del fenómeno de las experiencias extracorpóreas.
Aunque se trata de resultados preliminares, pues esperan poder llegar a las 5.000 respuestas, ya se manifiestan una serie de tendencias, como que prácticamente la cuarta parte de las experiencias son totalmente conscientes, mientras que algo más de la mitad de los que han respondido han tenido su experiencia con la suficiente lucidez como para estar convencido que ocurrió realmente, y no fue un sueño.
Otro resultado destacado es que la inmensa mayoría de las experiencias fueron espontáneas, mientras que un apenas 5% de ellas estuvieron ocasionadas por la ingestión de alguna droga. Alegretti destaca que los resultados apuntan a que las experiencias comienzan a una edad bastante temprana, entre los 6 y los 9 años, y continúan hasta llegar a la treintena, donde estadísticamente hay un brusco descenso de los casos registrados. También se aprecian diferencias en el sexo, pues las mujeres están más predispuestas a las experiencias espontáneas, mientras que los hombres predominan en las que se realizan por propia voluntad. En el sexo femenino se registra un mayor porcentaje de experiencias paranormales asociadas al viaje astral, como la precognición o la retrocognición.
Santos y Escritores
San Martin de Porres viajo por todo el mundo sin que su cuerpo abandonase lima. Sor María de Ágreda evangelizo a los indios en Méjico sin dejar ni un solo día su celda en el convento franciscano de Agreda, en Soria. San Ignacio de Loyola visito al rector de un colegio en Colonia mientras su cuerpo permanecía en Roma. Son solo tres ejemplos de los muchísimos que se podrían citar de cantos y místicos que en un momento determinado fueron vistos en otros lugares distintos a los que se encontraban sus cuerpos.
Uno de los casos más extraordinarios es el de Sor María de Ágreda, que sin abandonar el convento hasta el día de su muerte, en 1665, realizo al menos unas quinientas bilocaciones, en su mayoría destinadas a evangelizar a los indios de Méjico, en el otro lado del océano. Entre estas sorprendentes experiencias, perfectamente documentadas, se incluía el reparto de rosarios entre los nativos, que de forma misteriosa pasaron de un cajón del convento a las manos de los indios. ¿Viaje extracorporal o milagrosa bilocación? Si bien en muchas ocasiones los testigos que han visto al doble de los místicos los describes como de aspecto algo etéreo, o ausente, en otras muchas muestran una indudable presencia física, se pueden tocar, dejar objetos, como los rosarios de Santa María de Ágreda.
Su presencia física parece incuestionable. Para algunos investigadores esta apariencia física, e incluso la acción sobre la materia, podría tener lugar durante una experiencia fuera del cuerpo, sin tener que recurrir a explicaciones milagrosas. Hay algunos casos conocidos de personas que durante sus viajes extracorporales has sido capaces de transportar objetos físicos hasta el lugar donde ha viajado su cuerpo inmaterial. El fenómeno de las apariciones extracorpóreas es universal. Si en la religión cristiana hay casos como los mencionados, o los más recientes de Teresa Higginson, una asceta británica que en el siglo XIX también se dedicó a difundir la palabra de Dios entre los indígenas del centro de África, sin salir de Inglaterra, o el del padre Pío, que socorrió a distancia a decenas de personas que aseguraron haberlo visto a su lado, aunque físicamente se encontrase a miles de kilómetros de distancia, en el hinduismo son innumerables los casos de yoguis y swamis a los que se les atribuyen prodigios similares.
En los Yoga Sutras de Patanjali ya se menciona que la facultad de dejar el cuerpo es algo que está al alcance de los maestros. A principios de los años setenta, dos investigadores, Karlis Osis y Erlendur Haraldsson, realizaron en la India un estudio sobre las supuestas bilocaciones de líderes religiosos como Sai Baba, o el místico Dadaji, y reunieron numerosos testimonios de quienes habían sido testigos en alguna ocasión de estos prodigios. Pero no sólo los místicos pueden dejar su cuerpo, este fenómeno está al alcance de cualquiera. Goethe, Dostoievski, Hemingway, Allan Poe y Guy de Maupassant tienen algo en común. En un momento de su vida tuvieron una, o varias, experiencias extracorporales. Se vieron a sí mismos fuera del cuerpo y de esta forma tomaron consciencia de que la realidad física que nos rodea no es la única verdad de la existencia. Son un ejemplo de quienes, sin ser santos ni místicos, pasaron por el trance de hacer un viaje fuera de su organismo físico.
Hemingway dejó su cuerpo durante unos instantes cuando le estalló una bomba a su lado durante la primera guerra mundial. «Sentí que mi alma o lo que fuera salía de mi cuerpo, como se tira un pañuelo de seda para sacarlo del bolsillo. Flotó algún tiempo hasta que al fin regresó y entró de nuevo. Entonces dejé de estar muerto». Dostoievski y Edgar Allan Poe no tuvieron tanto la sensación de estar fuera de su cuerpo, sino la de ver a su doble, a su otro yo, lo mismo que Guy de Maupassant, a quien su doble se le apareció en diversas ocasiones, dictándole en ocasiones lo que debía escribir. Goethe también vio en una ocasión a su doble y en otra al de su amigo Frederick, que se le apareció en medio de una tormenta vistiendo camisón, gorro de dormir y zapatillas.
El genial escritor pensó que la aparición se debía a la muerte de ese amigo, y que estaba presenciando su fantasma, pero al regresar a su casa lo encontró sentado en el cuarto de estar y vistiendo el mismo atuendo con el que momentos antes le había visto en la calle. Éste le contó que la tormenta le había sorprendido mojando todas su ropas, por lo que las había cambiado por otras secas, cayendo dormido por el cansancio y soñando que salía al encuentro de Goethe, como así sucedió, aunque no con el cuerpo físico.
Fuente: Superenigmas
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