El reguero de impagos que deja tras de sí la pertinaz crisis y las mayores exigencias regulatorias han llenado los balances de la banca de activos problemáticos y otros ahora considerados no estratégicos sobre los que cientos de fondos y especialistas fijan sus anhelos inversores. Un estudio de Ernst & Young cifra entre 1 y 1,5 billones de euros sólo el recuento de préstamos con impagos. España en solitario agrega más de 190.000 millones en morosos, incluyendo el crédito transferido a la Sareb o 176.000 millones si se excluye. Alemania suma otros 200.000 millones al cómputo.
No existe un recuento tan depurado sobre los inmuebles recibidos al ejecutar deudas ni un censo de los activos no estratégicos con el cartel de se vende. Pero el responsable para Europa y Asia de Cerberus Capital Management, Lee Millstein, refiere a Ernst & Young que "hay entre 3 y 3,5 billones de euros en activos non core, incluyendo aproximadamente un billón de morosos". "Nosotros estimamos alrededor de 1,5 billones: 750.000 en crédito moroso y 750.000 en activos con impagos y productivos, estratégicos y no estratégicos", apuntan a su vez los responsables de Apollo Management International, David Abrams y Steve McElwain.
Tamaño volumen de activos atrae la atención de grandes inversores desde hace años, junto a pequeñas firmas de capital riesgo, fondos soberanos, family offices y gestores de inmuebles. "De lejos, Europa representa la mayor oportunidad del mundo", refiere Millstein. España, Alemania, Reino Unido e Irlanda son los focos calientes por la gruesa carga de carteras problemáticas generada con la crisis. En apariencia se dan todas las condiciones para que la banca acelere su venta porque devoran recursos en capital, provisiones y gastos y toca centrarse en el negocio para mejorar la deteriorada rentabilidad.
El número de transacciones ha sido discreto aun cuando 2012 superó en un 40% a 2011 y los expertos auguran un resultado superior este año. Se resisten a vender a los precios de derribo que les ponen sobre la mesa por estrategia financiera o para evitar reconocer pérdidas. Sin embargo, el estudio de Ernst & Young augura un quiebro y que Europa sea un vivero de transacciones durante tres o cuatro años por varias razones.
Las entidades comienzan a animarse a vender, incluso, activos sanos para bajar su perfil de riesgo, centrarse en el negocio estratégico y mejorar el balance. Han irrumpido inversores pequeños dispuestos a "ofrecer precios superiores que las grandes firmas" por activos individuales o carteras de menor tamaño. Permiten a los bancos desinversiones puntuales mientras negocian transacciones de relieve con los inversores mayores, apunta.
La expectativa de una recuperación económica ayuda a fijar, por otro lado, suelos en los precios de las carteras y los fondos parecen moderar su pretensión de extraer rentabilidades. Un tercio, confiesa conformarse con retornos de entre el 10 y 15%, aunque el resto busca ganancias superiores.
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