lunes, 11 de noviembre de 2013

100 000 mártires para Ginebra 2

A pesar de que la Conferencia de Ginebra realizada en junio de 2012 había precisado las bases para la paz en Siria, la guerra siguió su curso durante año y medio. 100 000 muertos más tarde, las potencias que planificaron y alimentaron el conflicto han admitido al fin su derrota. Moscú y Washington planean ahora la realización de una nueva conferencia de Ginebra para obligarlas a tomar formalmente nota de la victoria de la República Árabe Siria.

La Conferencia de Ginebra, en junio de 2012, debía sentar las bases de la paz en Siria. En aquel momento, para no entrar en conflicto con Rusia y China, la OTAN había renunciado a desatar contra Siria una campaña de bombardeos, similar a la que había aplicado contra Libia. La Francia de Nicolas Sarkozy había negociado la retirada de sus consejeros militares presentes en el Emirato Islámico de Baba Amro y obtenido la devolución de los oficiales franceses que habían caído prisioneros en aquel lugar. Se podía estimar lógicamente que el Estado sirio había ganado la partida y que el regreso a la normalidad estaba cerca.

Sin embargo, en la noche del 30 de junio, la Francia que acaba de elegir como nuevo presidente al socialista Francois Hollande emitía una reserva sobre la interpretación del comunicado final de Ginebra. Según el nuevo gobierno francés, como el futuro gobierno de transición sirio debía contar con la anuencia de todas las partes, el acuerdo de Ginebra implicaba la salida definitiva del presidente sirio Bachar al-Assad. Una semana más tarde, el presidente Hollande recibía en París a los participantes en la 3ª reunión de los «Amigos de Siria», teniendo como guest star a Abou Saleh –el joven periodista de France24 y de Al-Jazeera que había hecho reinar el terror en Homs. Terminaban allí las promesas de Sarkozy: ante el fracaso de la guerra de 4ª generación (la de las mentiras mediáticas), se decidía pasar a una guerra similar a la desarrollada contra la Nicaragua sandinista a finales de los años 1980 con la intervención de decenas de miles de combatientes extranjeros.

El brusco cambio de actitud de Francia estuvo determinado, al mismo tiempo, por las ambiciones de un grupo de miembros de la clase propietaria y por la corrupción del nuevo equipo dirigente. 

Para algunos capitalistas, la crisis económica de 2008 se caracteriza por la imposibilidad de obtener grandes ganancias en Francia debido al empobrecimiento de las clases populares. Así que empujaron al entonces presidente Sarkozy a preparar la guerra en Siria, proyecto cuya aplicación prosiguieron mientras aquel presidente negociaba la retirada francesa. El representante de los intereses de aquellos personajes en la sede de la presidencia de Francia era el jefe del estado mayor particular del presidente de la República, el general Benoit Puga, a quien el nuevo presidente Francois Hollande mantuvo en ese cargo. 

La campaña electoral de Francois Hollande estuvo financiada fundamentalmente –y también ilegalmente– por Qatar. Este minúsculo emirato, antiguamente vinculado a Francia, estaba gobernado por el ambicioso jeque Hamad desde el golpe de Estado de 1995. En 1999, el emir Hamad autoriza a Exxon-Mobil a explotar de forma ilimitada los yacimientos de gas de Qatar. En pocos años, el pequeño emirato se convierte en un gigante mundial del gas y en propiedad de facto de la familia Rockefeller. A su llegada a la presidencia de Francia, Francois Hollande escoge como ministro de Relaciones Exteriores a Laurent Fabius, quien había servido de intermediario entre él y el emirato. Pero Fabius es ante todo lo que se dado en llamar «un amigo de Israel». Actuando como tal, Fabius empujará Francia a «desangrar» Siria. El ataque comenzó el 18 de julio de 2012 con un atentado que costó la vida a los miembros del Consejo de Seguridad Nacional de Siria. Siguió a ese atentado una guerra de año y medio que dejó más de 100 000 muertos. En este momento, se ha llegado a la conclusión de que esta guerra no tendrá solución militar, dado que los Contras eliminados son rápidamente reemplazados por otros.

Moscú y Washington hablan en este momento de una Conferencia Ginebra 2. En efecto, el Reino Unido se vio oportunamente obligado a retirarse como resultado de un voto de la Cámara de los Comunes; el emir de Qatar fue obligado a abdicar por presiones de Estados Unidos; Francia no ha podido mantener su presión militar después de su intervención en Mali; Turquía está demasiado dividida para poder embarcarse en ningún tipo de operación de gran envergadura. No queda, de hecho, más que un solo jugador: Arabia Saudita.

Riad instaló a su ministro adjunto de Defensa en Amman –la capital de Jordania– para formar allí una fuerza de 50 000 mercenarios. Lo previsto era que el ataque químico perpetrado en la Ghouta por los Contras y con material proveniente de Turquía daría un giro a la situación. Los comandantes aliados se reunieron en Amman para preparar la operación de cambio de régimen… pero no pasó nada.

En realidad, al igual que cuando Washington obligó al emir de Qatar a salir del escenario, toda la excitación sobre los anunciados bombardeos estadounidenses contra Siria no tenían más objetivo que forzar la retirada de Arabia Saudita. Después de lanzar aullidos de dolor y de anunciar que se vengaría de Estados Unidos, los Saud parecen haber bajado la cabeza cuando John Kerry se fue hasta Riad para recordarles que si todavía se mantienen en el trono es porque Occidente así lo quiere. Resuelto ese problema, la Conferencia Ginebra 2 debería tener lugar a principios de diciembre o a finales de enero. De esa manera, los aliados de Estados Unidos concretarían por fin el acuerdo secreto pactado entre Moscú y Washington hace año y medio.


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Francia provoca en el último minuto el fracaso de la conferencia de Ginebra sobre Irán

Irán y las seis potencias vuelven a reunirse el 20 de noviembre para un nuevo intento de sacar adelante un proyecto conjunto para su primeracuerdo nuclear provisional. Fue el ministro de Relaciones Exteriores francés Laurent Fabius, el que dio la noticia de que después de tres días de tensión, las negociaciones nucleares de Irán en Ginebra habían terminado "sin acuerdo", a pesar de una intensa negociación pasada la medianoche del Sábado, 9 de noviembre que trajo un acuerdo más cerca que nunca. 

Fabius sorprendió a sus colegas americanos y europeos y a Irán cuando se ha mantenido en sus trece hasta el final, insistiendo en que la planta de agua pesada de Arak en Irán no debe entrar en línea y que Teherán disponga de su stock de uranio enriquecido al 20 por ciento. El Ministro de Relaciones Exteriores Javad Zarif se negó a aceptarlo. Nadie creyó que Fabius iría tan lejos como para echar por tierra la conferencia. 

El ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Javad Zarif, dijo: "Es natural. Son seis los países con diferentes perspectivas, y probablemente diferentes intereses, y tienen que llegar a una conclusión. Si la otra parte está dispuesta a llegar a una solución, también estamos dispuestos, y hemos hecho un buen progreso en este camino".

La intensa presión de los EE.UU. sobre Israel ahora se aplicará sobre París. Aunque las objeciones enérgicas de Benjamin Netanyahu, sin duda, contribuyeron a la postura del Palacio del Elíseo, fue la decisión del presidente Francois Holande dibujar una línea de resentimiento en contra de la alianza entre los presidentes Barack Obama y Vladimir Putin por dictar el destino de Oriente Medio entre ellos, e incluso jugar con los mercados de petróleo de la región y las economías al levantar las sanciones a Irán. Francia consideró que estaba siendo empujada a un segundo plano por esta asociación y decidió alinearse con Arabia Saudita y los países árabes del Golfo para poner un palo en la rueda del acuerdo de Washington con Teherán.

La conferencia de Ginebra vuelve a reunirse en diez días, pero mientras tanto, el presidente Obama se lame las heridas de un revés que le ha dolido. Los tres hombres principales de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, el presidente Hassan Rouhani y el canciller Zarif, tendrán que dar muchas explicaciones en casa para explicar cómo los largos meses de diálogo secreto con los estadounidenses han terminado en una humillación pública.

En su declaración a la prensa, el secretario de Estado, John Kerry, dijo que se ha logrado gran parte del progreso en Ginebra y advirtió a la gente no adelantar conclusiones. "La diplomacia lleva su tiempo", explicó, agregando que él entiende completamente las preocupaciones de los aliados de Estados Unidos sobre el proyecto de acuerdo. Kerry confirmó que la planta de agua pesada de Arak era uno de los puntos en litigio.

Fuente: Debkafile

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