Seis gigantes de Wall Street gastaron un total de 103.000 millones de dólares en indemnizaciones a ciudadanos y al Estado entre 2008 y 2013, según la cifra de la agencia Bloomberg. Se esperan más denuncias hasta el final de la década.
El analista ruso Valentín Kasatónov destaca que las medidas contra el sector bancario de EE.UU. no se limitan a las numerosas investigaciones en curso lanzadas por las autoridades y a las sentencias judiciales desfavorables. Aparte del aspecto jurídico, surgen también otros dos tipos de presión. Uno es legislativo, ya que desde el Congreso se intentan promover normativas destinadas a intensificar el control sobre Wall Street. Y el segundo es informativo: después de la crisis de 2008, el número de publicaciones críticas con este sector se ha multiplicado.
Pero no solo han aumentado los reportajes y artículos que denuncian el lavado de dinero, las manipulaciones hipotecarias, la evasión de impuestos y las tergiversaciones de informes financieros, sino que además ha surgido el apoyo a los movimientos del tipo Occupy Wall Street. Según Kasatónov, las críticas de ahora son equiparables a las de los años 1930, la época de la Gran Depresión. Existen diferentes versiones acerca del aumento de la presión sobre la banca estadounidense.
Víctimas de desahucios
De acuerdo con la cifra del analista ruso, entre los años 2005 y 2010 en EE.UU. hubo unos 9,3 millones de desahucios, lo que significa que unos 35 millones de personas - equivalente a la población de Canadá - tuvieron que abandonar sus hogares. Se estima que en el año 2014 habrá unos 5 millones de desahucios más.
Cientos de miles de personas acusan a la banca de abuso y han llevado sus casos ante la justicia. Se presentan en los tribunales también inversores, más precisamente, los tenedores de títulos hipotecarios 'tóxicos'. Resurgió el término 'banksters', de 'banqueros' y 'gangsters', inventado por la revista estadounidense 'Time' en 1930. "El Gobierno del dinero organizado es tan peligroso como el Gobierno del crimen organizado", decía Roosevelt, pero ni siquiera en su época había tantas demandas contra banqueros como hoy en día. El rencor ha penetrado en todas las capas de la sociedad y los políticos no tienen otra opción que tomarlo en cuenta.
La 'elite' que se levanta contra Wall Street
Parte de los políticos republicanos y de la cúpula del Pentágono demandan una reforma radical del sistema financiero del país. Según este sector, el poder en EE.UU. no está hoy en día en manos del pueblo ni de los políticos que este elige para que lo represente en el Congreso, sino en manos de los accionistas del Sistema de la Reserva Federal. Los así llamados 'aislacionistas' culpan a esta particular estructura público-privada dentro del Gobierno encargada de guardar todos los fondos de los bancos estadounidenses de desindustrializar el país, polarizar socialmente la nación, destruir la clase media e involucrar el Estado en campañas militares por todo el mundo.
Juristas
Según una de las versiones, detrás de la creciente presión contra Wall Street están las compañías jurídicas. Hoy en día existen unas 50.000 en EE.UU., y son las principales beneficiadas de la presión antibancaria por varios motivos. Primero, porque los bancos necesitan juristas para luchar entre sí. Segundo: también los necesitan para 'extraer' créditos y otros activos de sus clientes. Tercero, las entidades recurren a los abogados para defenderse de las numerosas demandas en su contra. Cuarto, los demandantes, sean personas físicas o reguladores financieros, también necesitan asistencia jurídica.
La Casa Blanca, para resolver el problema de la deuda estatal
El Gobierno finalmente decidió lanzar una ofensiva contra la banca, ya que quiere resolver el problema de la billonaria deuda estatal con las multas multimillonarias que impone a Wall Street.
Lucha clandestina entre los Rockefeller y los Rothschild
Otra teoría sostiene que la situación actual de la banca estadounidense es el resultado de la lucha clandestina entre los Rockefeller y los Rothschild. Según esta hipótesis, los Rockefeller y sus simpatizantes ocupan los puestos claves dentro del Sistema de Reserva Federal, mientras que los Rothschild actúan según el principio 'cuanto peor, mejor' e intentan desequilibrar el sistema bancario de EE.UU.
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