Un agricultor chileno, José Pizarro Montoya, de 38 años, relató cómo se quedó sin Tierra por su experiencia en la producción de transgénicos en la temporada 2009-2010 en Melipilla, en terrenos cerca de Santiago.
La situación lo llevó a ser “el primer chileno y quizás el único latinoamericano que le ha ganado una demanda a Monsanto/ANASAC por incumplimiento del contrato”, informó Lucía Sepúlveda Ruiz en el blog Periodismo Sanador.
“El intentó revelar su caso en el seminario sobre transgénicos organizado en Casa Piedra el 22 de enero por el ministro de Agricultura Luis Mayol”, explicó Lucía, quien señala conocer el caso desde septiembre de 2013.
Se describe que José Pizarro ganó la demanda en la Cámara de Comercio pues el contrato que había hecho le impedía ir a tribunales.
En su relato a la coordinadora de la Red de Acción en Plaguicidas RAP-Chile, describió muertes de animales al consumir maíz transgénico, y la obligación a seguir malas prácticas, como la destrucción de cultivos criollos vecinos.
“La sentencia favorable a Pizarro en el juicio de rol 1385-11 caratulado como Agrícola Pizarro Ltda. con Agrícola Nacional S.A.C (ANASAC), fue dictada por el juez árbitro de la Cámara de Comercio, Francisco Gazmuri Schleyer. La Corte de Apelaciones de Santiago la confirmó en septiembre de 2013, rechazando el recurso de casación y queja presentado por la empresa”, indica Lucía.
La misma estableció que la empresa “incumplió una obligación de hacer, consistente en prestar los servicios de supervisión técnica de la siembra en forma diligente y dando estricto cumplimiento a las instrucciones del fabricante de la semilla Monsanto, cayendo en incumplimiento contractual negligente”, agregó Lucía.
La Corte de Apelaciones de Santiago confirmó este fallo, y no existirían más instancias. Fue firmado por Pilar Aguayo, Carlos Carrillo y la abogada integrante Claudia Schmat, que también condenó a ANASAC a pagar los costos de la apelación.
José Pizarro explicó que “sólo quiero que otros campesinos no tengan que pasar por lo que yo viví. Yo nunca más voy a sembrar transgénicos”, según Periodismo Sanador.
“Pizarro perdió su casa, su máquina fumigadora, un tractor, y su camioneta. Lo abandonó su pareja y no tenía cómo recomenzar. Quedó debiendo 90 millones de pesos al Banco Santander luego de cultivar en Melipilla maíz transgénico de Monsanto para ANASAC”, destacó Lucía Sepúlveda en el reporte.
María Elena Rozas coordinadora de la Red de Acción en Plaguicidas RAP-Chile y Lucía, quienes apoyan la campaña “Yo No Quiero Transgénicos en Chile”, que impulsa una moratoria a la posible expansión de estos cultivos al mercado interno, informaron que conocieron el caso del agricultor en septiembre de 2013.
“Lo ocurrido a este productor puede servir de ejemplo para centenares de pequeños productores agrícolas encandilados por promesas de grandes ganancias y trato justo, por parte de las empresas exportadoras de semillas transgénicas. Pero eso ocurre sólo al principio. La gran mayoría de los estafados no denuncia y se hace dependiente de lo que le ofrezca la empresa, que es cada vez menos. Y no hay muchas alternativas en el campo, no hay políticas públicas ni incentivos que favorezcan efectivamente la producción agroecológica; eso es lo que debemos cambiar”, dijo María Elena Rojas, según dicho reporte.
Informes señalan que cerca de 30.000 hectáreas chilenas estás siendo ocupadas por maíz, soya y raps transgénicos de exportación, comercializados por transnacionales Monsanto y Pioneer. En Chile algunos de sus promotores son la Asociación Nacional de Productores de Semillas (AMPROS).
Pizarro, de familia de agricultores de Los Andes (Región de Valparaíso) decidió sembrar estos transgénicos, para lo cual arrendó en Melipilla 33,07 hectáreas, que son del fundo Rumay del empresario Manuel Ariztía. Las semillas serían de ANASAC. En la demanda el acompaño los documentos de SAG sobre la Declaración de Semilleros OVM que identifican la solicitud de certificación como de ANASAC Chile.
En el contrato, se señaló que el agricultor sembraba maíz Mon49, sin especificar que era transgénico, “En el cultivo tenía que usar obligadamente y en forma intensiva, más de diez plaguicidas dañinos para la salud y el ambiente. El contrato que firmó lo obligaba a recurrir sólo a la Cámara de Comercio, no podía querellarse en tribunales. Él nos explicó que muchos productores también han tenido problemas con Monsanto, pero no acuden a la Cámara porque es muy caro”, señaló Lucía Sepúlveda.
Después de la sentencia, durante los cuatro meses posteriores ANASAC se negó a cumplir el fallo. “Por esa razón el agricultor no dio a conocer previamente su caso. Sólo a fines de diciembre de 2013, Pizarro recibió los 37 millones de pesos que la Cámara le ordenó pagar a la empresa, sin embargo, esa suma no alcanza a cubrir los daños ocasionados”, agregó.
Durante la causa se incluyó el peritaje del INIA (Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria), “elaborado por el ingeniero agrónomo Gabriel Saavedra del Real sobre lo ocurrido”.
Además se agregó “la comparecencia de Levi Manzur, académico de la Universidad Católica de Valparaíso y destacado genetista de Los Andes, cuyas conclusiones fueron en el mismo sentido de la denuncia del demandante”.
En la Cámara de Comercio. Pizarro debió pagar importantes cifras de dinero para ser atendido. “De partida tuve que pagar $700.000 para que me atendieran y luego $4.400.000 para financiar al juez. Puse una demanda por $218.000.000 y el juez finalmente falló en mi favor pero sólo saqué $37.000.000 que es muchísimo menos de todo lo que he perdido”, informó el agricultor, según Periodismo Sanador.
ANASAC
En su portal, ANASAC.com describe que comercializa y distribuye insumos para los sectores Agrícola, Pecuario, Forestal y Agroindustrial. Además, cuenta con una completa línea de productos para jardines, áreas verdes, sanidad ambiental e higiene y cuidado de mascotas.
“Nuestra visión es contribuir al desarrollo sustentable del sector silvoagropecuario, siendo una empresa socialmente responsable, con una reconocida capacidad de innovación, que entrega soluciones tecnológicas integrales, con productos y servicios de calidad, conformando un equipo humano y profesional de excelencia”, destaca ANASAC.
Animales muertos
En sus declaraciones sobre su experiencia con las nuevas semillas, José relató que vio que los animales morían después de comer un choclo transgénico,
“Yo he visto que con el maíz transgénico había ratones muertos a la vera del camino, después que se comían los choclos”, denunció, según Periodismo Sanador.
“Yo ahora soy un estudioso de los transgénicos”, agregó.
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