lunes, 14 de abril de 2014

Los expertos alertan de que ‘los sondeos empujan a los cetáceos hacia el grave peligro de extinción’

El presidente de la asociación de investigación sobre cetáceos Tursiops, Txema Brotons, asegura que las prospecciones sísmicas no deben permitirse en el Mediterráneo occidental porque dañarán especies consideradas en peligro como el rorcual común o los cachalotes que habitan en aguas de Baleares.

Brotons ha subrayado que España es firmante del Convenio de Barcelona y otros acuerdos internacionales de conservaciónpor lo que “no puede autorizar ni dar permiso para nada que sea dañino para estas especies”, como los proyectos de adquisición sísmica que han solicitado varias empresas.

Sobre el efecto que tendrían las prospecciones sísmicas, advierte de que el ruido de unos 265 decibelios que se estima que producirán “en el mar equivaldría a unas 100.000 veces más que el motor de un avión a reacción” y dependiendo de la distancia a la que se produzca puede ser “mortal”.

El impacto de un cañón de aire comprimido como los que se utilizan en las campañas de adquisición sísmica 3D “provoca daños fisiológicos” con la agravante de que la propagación del sonido en el mar es muy compleja, irregular y puede alcanzar largas distancias.

“Cualquier prospección sísmica debería denegarse en el Mediterráneo occidental tal como se plantean”, afirma tajante.

Las especies más dañadas serían el rorcual común y, en el caso de Baleares, el cachalote, que tiene una densidad de población significativa en aguas de las islas, “con 400 ejemplares según datos obtenidos en diciembre de 2013″.

El cachalote está catalogado como especie en peligro en el Mediterráneo por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

En cuanto al rorcual, el biólogo explica que se documentó en un estudio realizado en Nápoles en 2006, a raíz de otro proyecto de sondeos, que estos cetáceos hacían movimientos y cambios de dirección para huir a 275 kilómetros de distancia de la fuente del sonido.

“Si tu estás durante 70 días haciendo ruido y esos animales lo evitan desde 275 kilómetros de distancia, significa que creas un área de exclusión enorme, les alejas de su hábitat, fragmentas su zona de campeo y limitas sus movimientos normales con las implicaciones que conlleva de que se alimentan peor y consumen más energía”, detalla. “Y tampoco se sabe cuánto tardarían en regresar, es muy difícil de calcular”, insiste el experto.

Brotons defiende que en biología se aplica el principio de precaución, en virtud del cual se debe esperar cuando no se conoce el impacto que puede tener una acción que puede ser dañina.

Con 20.000 millas de navegación científica a sus espaldas, el científico alerta de que la población de cachalotes es reducida por el uso que ha hecho la industria pesquera durante décadas de redes de deriva, peligros como la contaminación acústica, las colisiones con barcos por el elevado tráfico marítimo del Mediterráneo, así como su aislamiento respecto a la población atlántica de cetáceos.

“Si a todo eso le añadimos unas prospecciones sísmicas estamos empujando a la especie hacia el grave peligro de extinción”, asegura Brotons, que advierte de la importancia biológica del cachalote que se alimenta en profundidad de grandes cantidades de biomasa y defeca en superficie, de manera que “funcionan como recicladores inversos del circuito normal de la materia”.

Las repercusiones de la reducción de cachalotes en el Mediterráneo son incalculables pero provocarían “un desequilibrio importante en la cadena trófica”, enfatiza.

Los estudios realizados en los últimos años por la Asociación Tursiops han situado la presencia más habitual de cachalotes en el Mediterráneo occidental en las mismas zonas donde se ubica el proyecto de prospecciones de Spectrum Geo Limited al norte, este y sur del archipiélago. “Pasa físicamente por encima”, recalca.

Pero Brotons apunta que el cachalote “es sensible a las prospecciones a una distancia que puede alcanzar los 300 kilómetros”, por lo que la especie también se vería afectada por el de Cairn Energy en el golfo de Valencia, cerca de Baleares.

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