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Por siglos los artistas del Medioevo usaron sus talentos para ilustrar una misteriosa historia de cadáveres animados que atormentaban a los vivos… La historia de los tres vivos y los tres muertos muestra un encuentro casual en el que tres hombres sanos, gozosos de la vida y despreocupados, en edad adulta, de elevada condición social (normalmente tres reyes o un sacerdote, un noble y un burgués) que, aparentemente, no conocen el dolor, van de cacería y al torcer una curva del camino o al llegar a un cruce de caminos marcado por una cruz de término, se encuentran de súbito con tres muertos cuyos cadáveres están podridos y comidos por los gusanos.
En algunas versiones los muertos recobran momentáneamente la palabra para advertir a los vivos, mientras que en otras los muertos permanecen inertes dentro de sus ataúdes y es un ermitaño el que advierte a los vivos de la caducidad de los bienes terrenos. Los vivos, impresionados por la visión, cambian de actitud existencial y, desde ese momento, cuidan de sus almas, temerosos de la cercanía de la muerte.
El tema procede de la literatura sapiencial budista, donde el príncipe Sidartha Gautama tuvo cuatro encuentros, uno de ellos con un muerto, antes de convertirse en Buda1. Debió pasar a la literatura Persa y Abbasí a través de las rutas de comercio y llegó a occidente muy transformado, con los protagonistas triplicados para ganar intensidad dramática2.
Estudio Iconográfico
El encuentro de los tres vivos y los tres muertos se halla en la literatura y bibliografía francesa con la expresión: Le dit des trois morts et des trois vifs o Les trois vivant et trois mortis; en la bibliografía inglesa como: The three living and three dead, Legend of the tree living and the three dead o The three quick and the three dead; en la bibliografía alemana como: Die drei Leben und drei Toten, Die legende der drei Lebendigen und der drei Toten o Der spruch der Toten und der Lebenden; en la italiana como: Il contrasto (l ́incontro) dei tre vivi et dei tre morti; y en holandés como: Legende van de drie levenden en de drie dooden. Al no ser un tema doctrinal, sino alegórico y vinculado a la literatura sapiencial, las formas de expresarlo son muy heterogéneas, pudiendo incluir el término reyes para aludir a los vivos (kings).
Detalle de miniatura de los Tres Vivos (un papa, un emperador y un rey) y los Tres Muertos (portando coronas iguales). Francia (París), c. 1480 – c. 1490.
Atributos y formas de representación
La temática de los tres vivos ante los tres muertos incluye necesariamente a los vivos enfrentados a los muertos, estos últimos descritos en las fuentes literarias como hombres podridos y comidos por los gusanos. Dependiendo de las fuentes los vivos pueden ser un rey, un sacerdote y un burgués (por tanto, símbolo de los tres estamentos), o tres monarcas, o un rey y tres príncipes, o tres cazadores aristócratas o, incluso, tres burgueses ricos, en todo caso, tres individuos de condición acomodada y lujosamente vestidos. Miniatura de los Tres Vivos y los Tres Muertos, Alemania, primera mitad del siglo 16.
Los muertos pueden estar inertes, dentro de sus ataúdes o incorporarse e intentar salir del osario o del sepulcro. Si están inertes, los vivos quedan estupefactos al contemplar los cadáveres en estado de putrefacción y esto les da ocasión para reflexionar sobre la caducidad de la vida. Junto a los muertos puede haber un ermitaño que inicia con los vivos un diálogo y les advierte de la fugacidad de la vida y de la necesidad de conducirla por el recto sendero del buen comportamiento.
Si los muertos recobran la vida, se les representa incorporándose o saliendo de sus tumbas, ya sea tranquilos y quietos ya sea avanzando hacia los vivos. En ambos casos, los muertos, sin necesidad del ermitaño, toman la palabra y entablan un diálogo con los vivos. La reflexión sobre la caducidad de los bienes terrenales surge de la conciencia de los vivos de lo que han de ser en un futuro cercano, puesto que los muertos les hacen una siniestra advertencia: «éramos lo que sois, lo que somos seréis»3.
Los Tres Vivos y los Tres Muertos con un poema anglo-normando debajo, c. 1308 – c. 1340, Arundel MS 83, f. 127v.
Por Herbert González Zymla, Dpto. de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid. 1
La noticia escrita más antigua al respecto es el relato de los cuatro encuentros del príncipe Siddharta Gauthama (el tercero de los cuales es con un cortejo fúnebre), que vivió en el siglo VI a. de C. Las líneas argumentales occidentales son idénticas a las de Oriente y el Islam, aunque su sentido es sensiblemente distinto. La idea moralizante que encierra la historia del príncipe Siddharta es universalmente válida, puesto que plantea el contraste entre el cuerpo joven, hermoso y lleno de vida, que se encuentra, de repente, con la corrupción de la carne. En el Occidente cristiano este contraste acaba siendo un memento mori et nunc pecabis o un mundi transit. En opinión de BALTRUSAITIS, Jurgis (1983): p. 24
1: «se abrevia el desarrollo búdico, pero expresa la misma idea en los mismos términos». 2 Según RÉAU, Louis (1996) (1ª ed. 1955-1959): t. I, vol.
2, pp. 664-665 «su popularidad se debe sobre todo a los predicadores, quienes de buena gana atemorizaban a su grey con esta historia de fantasmas cuyas moralejas empleaban en los sermones. En particular, contribuyeron a su difusión las órdenes mendicantes de los franciscanos y los dominicos».
3 La advertencia que los muertos hacen a los vivos: «éramos lo que sois, lo que somos seréis», es un calco de la epigrafía latina que puede leerse en numerosas laudas del periodo imperial, asociando el epígrafe a la imagen de la Arcadia: sum quod eris/ quod es olim fui/ hodie mihi eras tibi/ et in Arcadia ego.
En las puertas de muchos cementerios y osarios de la Edad Contemporánea, junto a la representación de dos tibias y una calavera, puede leerse el epígrafe: «Detente, caminante y mira si no hay dolor como el nuestro. Yo fui como tú eres, tú serás como nosotros».
Artículo publicado en MysteryPlanet.com.ar:
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