¿Se puede llegar muy lejos en este país solo con la fuerza de las apariencias?
Sí.
Nicolás Gómez lo ha demostrado.
Nicolás se aprendió el ‘código fuente’ del sistema que es aparentar que tienes dinero, contactos, acceso a los poderosos… Para empezar a montar su gran farsa, hizo algo que es muy fácil en Madrid: colarse en los saraos.
Pero no en discotecas ni en fiestas del amigo del amigo, sino en los desayunos con empresarios, ruedas de prensa de políticos, sobremesas con gurús de economía, seminarios con expertos en bolsa… Apenas hay control de entrada. La prueba es que hay en Madrid una población flotante de canaperos que asisten a actos públicos, y se tragan todos los pastelitos. Pero nadie sabe de dónde vienen.
Lo que logró Nicolás a sus 20 años es que todos se tragaran su inmensa mentira. Le bastó decir que era del PP, de las Nuevas Generaciones y que era ahijado de Jaime García Legaz (secretario de Estado de Comercio). Gracias a eso pudo hacerse muchas fotos: con la alcaldesa, con empresarios, con ex presidentes, con ex ministros (como Rato, abajo). Cuando ya sales en una foto, es fácil salir en las demás porque lo único que tienes que hacer es ponerte en el sitio adecuado y esperar.
Nicolás se inventó su vida. Mejor dicho, la construyó.
Era del barrio de Prosperidad, un barrio popular común y corriente, pero se mudó a Chamberí a vivir con su abuela, porque Chamberí es del castizo pijo. Se puso el uniforme de chico del PP: flequillo, chaqueta, afeitado, cara de niño y por supuesto, matriculándose en Cunef, una de las instituciones más elitistas para entrar en el poder o en el sistema económico-financiero.
Según su perfil en LinkedIn comenzó a estudiar en Cunef en 2012 y dice que acabará en 2017.
Era muy fácil desmontar su farsa porque en LinkedIn solo aparecía una persona que avalaba sus virtudes de Public Relations: una sevillana que ha hecho un master en… ‘maquillaje y estética’.
Pero la gente le creyó porque en España es más importante aparentar que ser, más importante hablar que actuar.
¿Solo lo hace él?
No. España está llena de Nicolás. A puñados. Son las personas más prometedoras de este país porque se pasan el día prometiendo cosas que no pueden cumplir: empresarios, políticos, sindicalistas, camareros, funcionarios…
En este país se valora mucho a las personas que tienen ‘un pico de oro’. Dentro de las empresas siempre sobresalen estos parlanchines. Prometen, auguran, seducen y emboban a los demás con su labia. Muchos salen incluso en la radio o en televisión. Pero cuando uno se para a analizar qué han hecho, se encuentra con que no han hecho nada. Pero están ahí, seduciendo a los jefes. Son tan simpáticos…
En cambio el trabajador callado y eficiente, el que no promete sino que cumple, el que no es un relaciones públicas sino más bien introvertido, ese al final se fosiliza en su puesto de trabajo porque nadie le hace caso. Le cuesta ascender. Le cuesta que le tomen en cuenta porque tampoco es muy hablador en las reuniones.
La única esperanza de estas personas calladas es que, al final, a los Nicolás que hay en España se les acaba desmoronando su montaje. Pero a veces se tarda tanto…
http://blogs.lainformacion.com/zoomboomcrash/2014/10/19/por-que-los-farsantes-como-nicolas-gomez-triunfan-tanto-en-espana/
Pues si, así es la sociedad, y en especial esta España, en la que cualquier tipo con mucha cara y labia puede "triunfar".
ResponderEliminarAsí es, en muchas empresas al tipo que le cae bien al jefe y que anota puntos es ese tipo que siempre le ríe "sus gracias" aunque no tengan gracias, pero que cae mal al resto del equipo y que es más bien inútil y se dedica a joder el trabajo de los demás. Yo he trabajado en alguna empresa que funciona de esta forma. No puedo entender como esos tipos pueden llegar a tener tal capacidad de abdución. Y mientras, el otro tipo que hace su trabajo resulta que es como si no existiera para ese mismo jefe.
Por cierto, no quiero ascender.