A pesar de estar colocado junto a 800 otros, pertenecientes a los mártires decapitados durante la invasión turca otomana del siglo XV, era el único que presentaba 16 hoyos perfectamente redondos, variando en tamaño y profundidad.
Ahora, investigadores de la Universidad de Pisa revelan que el cráneo fue perforado tras la muerte del individuo, probablemente para utilizar el polvo óseo en el tratamiento de enfermedades como parálisis, derrame cerebral y epilepsia, las cuales se pensaba surgían a causa de poderes mágicos o demoníacos.
Beatificados en 1771 y canonizados por el papa Francisco el 12 de mayo de 2013, los llamados “mártires de Otranto” ahora son los santos patrones de la ciudad. Murieron el 14 de agosto de 1480, durante un asalto de 15 días comandado por el líder otomano Gedik Ahmed Pasha. Los hombres mayores de 50 fueron sacrificados, mientras que las mujeres y niños fueron asesinados o vendidos como esclavos.
A los hombres sobrevivientes se les dio la oportunidad de convertirse al islamismo. Como se negaron, fueron llevados a una colina y decapitados uno por uno. Los restos de estos mártires ahora están expuestos en cinco vitrinas de la Catedral de Otranto.
El cráneo perforado de Otranto presenta evidencia única que sustenta los relatos históricos acerca del polvo de hueso como un ingrediente en las preparaciones farmacológicas. El cráneo pulverizado de santos o personas que murieron de forma violenta se creía particularmente eficaz en la Edad Media. Se pensaba que la cabeza, considerada la parte más importante del cuerpo, guardaba fuerzas espirituales incluso después de la muerte.
Los científicos estiman que la trepanación del cráneo de Otranto fue realizada en 1711. Sin embargo, aún desconocen por qué esa cabeza en particular fue elegida sobre las demás. Su estudio ha sido publicado en Journal of Ethnopharmacology.
Fuente: Antrophistoria
No hay comentarios:
Publicar un comentario