Hasta saber cuántas han sido encontradas es difícil pues a menos de que hallen todos los componentes juntos, estos se pueden confundir con otros artefactos. (Imagen de reproducción de pilas de Bagdad hechas por MJ2 Artesanos).
En 1938, el arqueólogo alemán Wilhelm Konig desenterró un jarrón de arcilla, que contenía un cilindro de cobre con una barra de hierro adentro.
Había estado excavando en esa antigua tierra donde se dice que estaban el Jardín del Edén y la Torre de Babel, que hoy son Irak e Irán.
Konig trabajaba para el Museo Nacional de Irak y produjo un reporte del hallazgo proponiendo la hipótesis de que lo que había encontrado en Khujut Rabu, en las afueras de Bagdad, eran pilas eléctricas.
¿Será posible que la región cuyas civilizaciones nos dieron la escritura y la rueda, hubieran podido inventar también células eléctricas 2.000 años antes de que estos dispositivos se conocieran?
Poco después de que el arqueólogo alemán publicó sus conclusiones, estalló la guerra y se llevó el recuerdo de su descubrimiento.
Las piezas, de las que hay alrededor de una docena, se componen de tres partes:
1. Un recipiente de arcilla color amarillo claro
2. Un cilindro hecho de una hoja de cobre enrollada, fijado con asfalto a la boca del cuello del recipiente
3. Una vara de hierro dentro del cilindro.
El recipiente que encontró Konig mostraba signos de corrosión, y las primeras pruebas revelaron que un agente ácido, como vinagre o vino, había estado presente.
Para producir corriente eléctrica se requieren dos metales con diferente potencial eléctrico y una solución que transporte iones, conocida como un electrolito, para transportar los electrones entre ellos.
Las pruebas que hizo el arqueólogo así como varias otras que se han realizado con réplicas en las décadas subsecuentes confirman que las baterías de Bagdad pueden conducir una corriente eléctrica de entre 0,8 y cerca de dos voltios.
Conectadas en serie teóricamente podrían producir una tensión mucho mayor, pero nunca se han encontrado indicios de cables para probar que las usaban de esa manera.
Y esa es una de las razones por las cuales nadie puede decir con certitud qué son estos artefactos.
“Las baterías siempre han despertado interés como curiosidades”, le dijo hace unos años el Dr. Paul Craddock, un experto en la metalurgia del antiguo Medio Oriente del Museo Británico, a Arran Frood de la BBC.
“Hasta donde sabemos, nadie ha encontrado nada parecido. Son únicas; son uno de los enigmas de la vida“.
Incluso entre los arqueólogos que están de acuerdo en que los dispositivos eran baterías, hay muchas conjeturas sobre cómo podrían haber sido descubiertas y para qué las utilizaban.
Hay tantas versiones de su historia que es difícil establecer algo con claridad.
Algunos dicen que las pilas fueron excavadas; otros, que Konig las encontró en el sótano del Museo de Bagdad cuando se hizo cargo como director. No hay una cifra definitiva sobre cuántas han sido encontradas y su antigüedad está en disputa.
La mayoría de las fuentes datan las baterías alrededor de 200 A.C., en la época del Imperio parto, que existió hacia el 250 a.C. y el 225 d.C
Pero los hábiles guerreros partos no eran conocidos por sus logros científicos.
“A pesar de que esta colección de objetos se fecha generalmente como pertenecientes al Imperio parto, las razones de esto son confusas”, le dijo a la BBC St John Simpson, también del departamento del antiguo Medio Oriente del Museo Británico.
“El jarrón en sí es del Imperio sasánida (226-651). La discrepancia presuntamente se debe o a una identificación errónea de la edad del recipiente de cerámica o del sitio en que fueron encontrados”.
Saber sin entender
En la historia de Medio Oriente, el periodo sasánida marca el final de la era antigua y el comienzo de la era más científica medieval.
¿Podría la ciencia de la antigua Persia haber captado los principios de la electricidad y llegado a este conocimiento?
Tal vez no. Muchos inventos son concebidos antes de que los principios subyacentes se hayan entendido correctamente.
Los chinos inventaron la pólvora mucho antes de que se dedujeran los principios de la combustión, y el redescubrimiento de viejas medicinas herbarias ahora es un suceso común.
Uno no siempre tiene que entender por qué algo funciona para saber que funciona.
Los usos posibles
Hay quienes han propuesto que las pilas se podrían haber utilizado con fines medicinales.
Los antiguos griegos escribieron sobre el efecto analgésico de peces eléctricos al aplicarlos a las plantas de los pies.
Pero la corriente era tan baja que probablemente era ineficaz contra los dolores fuertes, y casi una pérdida de tiempo en comparación con otros analgésicos en el mundo antiguo, como el cannabis, el opio y el vino. El oro ciertamente está presente en lo que hoy es Irán pero la falta de objetos dorados de la época pone en duda la hipótesis del dorado.
Otros científicos creen que las baterías se utilizan para la galvanoplastia -la transferencia de una capa delgada de metal a otra superficie de metal- una técnica que todavía se utiliza hoy en día.
En la fabricación de joyas, por ejemplo, una capa de oro o plata se aplica a menudo para realzar su belleza en un proceso llamado dorado.
El problema con esta hipótesis es la falta de artículos encontrados en ese lugar y esa época en los que se haya usado la galvanoplastia.
Otra teoría es que fuera utilizado en rituales mágicos.
O podría haber sido sólo un contenedor en el que, gracias a la corriente que le pasaba al merodeador, mantenía secretos a salvo.
Como los que guardan sobre sí mismas, hasta el día de hoy, las llamadas pilas de Bagdad.
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