¿Cuál es el misterio de los zombis? ¿Estamos ante unas criaturas de ficción o ante una amenaza?
Son objeto de inquietud política y científica. Sin embargo, no son todo lo que parecen.
El año 2011, el reputado Centro de Control de Enfermedades –Centers for Disease Control and Prevention, CDC–, la máxima institución sanitaria en el seguimiento, prevención y erradicación de pandemias de los EEUU, sorprendió a la población publicando en su web oficial una guía ciudadana para afrontar el apocalipsis zombi.
Rubricado por Ali Khan, epidemiólogo y director del CDC, el documento efectuaba un recorrido sobre la historia antropológica de estos muertos vivientes, su auge en la cultura popular y la enumeración de algunos de los agentes biológicos que, desde la ficción o la ciencia, se han considerado posibles desencadenantes de la plaga.
A continuación, el comunicado pasaba a hacer algunas recomendaciones para que cualquiera pudiera afrontar la emergencia con éxito.
En primer lugar, convenía disponer de un kit de supervivencia con agua, alimentos, medicamentos, herramientas, documentación, botiquín, etc. Luego, diseñar un plan de acción bajo el que identificar un lugar seguro donde reunirse, mantenerse a buen recaudo y contactar con las autoridades porque conviene fijar de antemano
“dónde irías y las múltiples rutas que tomarías a tiempo para que los devoradores de carne no tengan ninguna oportunidad”.
Mientras tanto, “si los zombis toman las calles”, el CDC “proporcionaría asistencia técnica a ciudades, estados o aliados internacionales ocupados en la infestación”, no sólo “trabajando para identificar la causa y la cura del brote”, sino también enviando “equipos médicos y de primera respuesta para ayudar a los contagiados en las áreas afectadas”.
Sólo dos años más tarde, en 2013, el gobierno de la provincia canadiense de la Columbia Británica concibió inicialmente un hipotético ataque de muertos vivientes para evaluar su sistema de emergencias.
Sin embargo, ante la inesperada reacción popular –que no se tomó en serio el supuesto–, las autoridades optaron por sustituir la catástrofe de ejemplo y simular una inundación.
Es destacable que también llegó a España la inquietud oficial por los zombis. El 28 de febrero de 2017, el senador del partido político Compromís, Carles Mulet, preguntó en el Senado: “¿qué protocolos tiene adoptados el Gobierno ante la posibilidad de un apocalipsis zombi?”.
La respuesta del Ejecutivo, dos meses después, revelaba que, si estamos ante una acepción del fenómeno entendida como “fin del mundo”, entonces la administración “no dispone de protocolos específicos para dicha eventualidad, entre otros motivos, porque poco se puede hacer llegado ese momento”.
Ahora bien, si se interpreta el apocalipsis zombi como una “situación catastrófica” natural o humanitaria, “España dispone de un sistema global de procedimientos concretos y de protocolos de prevención de las emergencias” que se le podría aplicar.
¿APOCALIPSIS ZOMBI?
Existe una enorme lista de informaciones y documentos por parte de instituciones y gobiernos que podría denotar, a primera vista, que la amenaza zombi es bastante más real de lo que se podría suponer.
El CDC, planes desclasificados del Pentágono, autoridades sanitarias canadienses, preguntas en el Senado español… conforman un conjunto de acciones gubernamentales lo suficientemente serias como para empezar a preocuparse.
O tal vez no, porque, siendo cierto todo lo expuesto, conviene situar esas noticias en su debido contexto. En el primer caso, el CDC utilizó la plaga de los muertos vivientes como una campaña publicitaria con la que preparar a la población ante cualquier desastre masivo.
El texto publicado en la web señalaba que “se pueden reír ahora, pero cuando pase, estarán felices de haber leído esto, y tal vez aprendan una o dos cosas para prepararse para una verdadera emergencia”, y añadía: “estamos aquí para responder esa pregunta, y esperamos compartir algunos consejos sobre cómo prepararse para emergencias reales también”.
Al año siguiente, la misma página oficial del CDC mantuvo idéntica línea didáctica y utilizó la serie The Walking Dead para continuar haciendo pedagogía del comportamiento ciudadano en emergencias:
“Si bien sabemos que los zombis son ficticios, se relacionan tan bien con otro tema en el que estamos profundamente involucrados, la preparación para emergencias, ¡que resulta una combinación perfecta para nosotros!”.
Por su parte, la Columbia Británica buscaba en sus ejercicios de entrenamiento una emergencia atractiva y estimulante. Un suceso que nunca pudiera ocurrir realmente, a diferencia de una inundación o una tormenta de hielo, porque de esa manera los funcionarios de protección civil podrían pensar en nuevos problemas y soluciones.
La palabra “zombi” suscita mayor interés que cualquier otro adversario ficticio o veraz y todos los implicados en la ejecución del plan enseguida obtuvieron una idea muy clara de la gravedad del asunto. La puesta en situación dentro del simulacro militar resultó efectiva.
Por otro lado, el empleo de un enemigo tan imposible evitaba prejuicios y la estigmatización de grupos humanos reales como los rusos o los árabes, así como el fomento de falsas alarmas que susciten equívocos.
Por último, la interpelación en la Cámara Alta española resultó una pura ironía política. El partido de la oposición pretendió sonrojar al gobierno ante los reiterados oídos sordos que éste hacía a sus preguntas y el desdén con el que las respondía, todo lo cual hacía muy complicada la labor de control al Ejecutivo.
Por ello, el senador Mulet terminó recriminando al gobierno que “con este tipo de preguntas absurdas –el apocalipsis zombi– sí se explayan, pero cuando se plantean cuestiones concretas y elaboradas, las respuestas son vagas o no tienen nada que ver con lo que se pregunta”.
La conclusión, en suma, resulta obvia: a pesar de lo denunciado por decenas de youtubers, foros y webs conspiranoicas, no hay indicios sólidos de que ningún gobierno tema el inmediato estallido de un apocalipsis zombi.
No obstante, conforme a dichos supuestos, la posición de las autoridades sería aplicar y confiar en los protocolos ya existentes para las más letales catástrofes y pandemias. De todos modos, ¿existe un riesgo cierto, por pequeña que sea su probabilidad, de que los muertos vivientes abandonen las pantallas y novelas de ficción y acaben deambulando algún día por la realidad?
Juan José Sánchez Oro
Jueves 14 de Febrero, 2019
http://www.revistaenigmas.com/secciones/ciencia-al-limite/plan-gobiernos-contra-apocalipsis-zombi
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