domingo, 26 de julio de 2020

El cuartel encantado de Cerler

El caso del cuartel encantado de Cerler fue dado a conocer por dos jóvenes reporteros que, hace muchos años, empezaron a publicar en mi querida revista ENIGMAS. Eran Ángel Briongos y Javier García Blanco. Así pues, quienes mejor para hablarnos de este tema...

22 de Julio de 2020 (15:00 CET)

El cuartel encantado de Cerler

Todo comenzó en el verano de 1992. En la localidad de Benasque un rumor iba adquiriendo dimensiones preocupantes. Según algunos soldados destinados en el refugio de la cercana localidad de Cerler, muchos de ellos habían sido testigos de fenómenos inexplicables: ruidos extraños, luces que se apagaban y se encendían solas, sonido de pisadas e, incluso, apariciones de sombras fantasmales.

Los jóvenes no tardaron en relacionar aquellos fenómenos con una tragedia ocurrida el año anterior. El 11 de marzo de 1991, un grupo de soldados de la Compañía de Esquiadores de Barbastro se vio sorprendido por un alud mientras realizaban unas maniobras. 




Siete soldados y dos suboficiales perdieron la vida en el trágico accidente. Una vez recuperados, los cadáveres fueron trasladados al refugio de Cerler, a la espera de ser llevados a sus lugares de origen.

Algo extraño estaba ocurriendo en el cuartel militar de montaña; algo inexplicable que provocaba el terror de quienes eran destinados hasta allí, al punto de susurrar los sucesos que se estaban produciendo. 

Nadie sabía nada porque el mutismo entorno a este asunto era total, hasta que en septiembre de 1992 la prensa aragonesa publicó unas impactantes informaciones. Según «fuentes militares», en aquel lugar «sucedían cosas extrañas». Así relataban su crónica Briongos y García: «La mayor parte de los presuntos fenómenos paranormales se producían en la última planta, casualmente donde fueron ubicados los cadáveres. 

En ese mismo tercer piso se encontraban también los dormitorios de los soldados. Algunos de ellos aseguraban que "las taquillas se abrían y cerraban solas", golpeándose violentamente. El zaragozano Ángel Civera, destinado en el refugio en 1994, también fue testigo de hechos extraños: "Serían las doce de la noche. 

Aquel día yo fui el último en acostarme y cerré las dos puertas, por lo que sabía que no podía haber nadie levantado. Sin embargo, en el pasillo donde está la centralita escuché pasos. Y no se abrió ninguna puerta ni nada".

Mucho más aterradora fue la experiencia de O. C., otro joven que también cumplió parte de su servicio militar en el refugio. Una noche, estando de guardia, comprobó asombrado que las ventanas del refugio –más de 30, y distribuidas en tres plantas– se abrían y cerraban solas cada vez que él y su compañero daban una vuelta completa al edificio. 

Otro joven, que también se encontraba de guardia una noche, se vio literalmente "acosado" por un sonido de pisadas que cada vez iban acercándose más a él, a pesar de que estaba completamente solo… Algunos de los testigos mencionaban también otras historias, mucho más espectaculares, en las que se decía que se habían visto figuras o sombras fantasmales, que se tumbaban en las literas y luego desaparecían. 

Sin embargo, cuando el investigador Ángel Briongos y yo investigamos el suceso, no encontramos ningún testigo directo de tales apariciones. Al visitar el refugio en 1996, el suboficial al mando nos confirmó que los soldados seguían hablando del tema, aunque por aquel entonces la situación era tranquila».

Sin embargo, los ecos de aquellos siniestros acontecimientos aún retumban entre las paredes del viejo cuartel de Cerler, porque si bien es cierto que hay quien está convencido de que se trató de simples novatadas, no menos lo es que dichos sucesos, aunque en menor medida, han sido revividos años después por otros testigos que poco o nada sabían de aquella historia, haciendo que la silueta del refugio militar vaya adquiriendo tintes siniestros conforme es tomada por las sombras de la noche…


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