La política independentista de CiU está suponiendo que cada vez más empresas huyan de Cataluña ante el riesgo de que sus inversiones se vean comprometidas.
Esta semana saltaban todas las alarmas en Barcelona: las empresas, que antaño morían por estar en Cataluña, ahora prefieren tener sus sedes en Madrid. Todo fue a raíz de que el consejero de Economía y Hacienda de la Comunidad, Enrique Ossorio, anunciara a los medios el Balance de Sociedades Mercantiles desde 2010, que muestra cómo esta autonomía se presenta como la región con mayor atractivo para los empresarios, frente a la sangría industrial que está sufriendo la comunidad de Artur Mas, más acentuada cuanto más se opta desde el Govern por apostar en favor de la independencia. Madrid se ha convertido en la región española líder en creación de empresas y en recepción de inversiones extranjeras, lo que la coloca como una de las comunidades con menor índice de desempleo del país y mejor posicionadas no solo para salir de la crisis, sino para empujar al resto de España hacia el crecimiento.
Por su parte, la otrora locomotora económica española está viendo cómo la capital del país le quita todos los galardones, llevándose algunas de sus empresas más importantes y productivas, que huyen de la inestabilidad política a la que están empeñados en llevar a la región Artur Mas y los suyos. Desde 2010, la comunidad presidida por Ignacio González ha recibido 4.954 empresas, de las que hasta el 21,4% proviene de Cataluña, que gana por goleada a cualquier otra autonomía en este ránking. Exactamente supera a la segunda, la Comunidad Valenciana, por casi seis puntos porcentuales.
Políticas liberales
Las empresas, como es natural, buscan desarrollar su actividad allí donde les sea más fácil o, lo que es lo mismo, donde los gobernantes pongan las bases legislativas para ahorrar dificultades a los empresarios a la hora de crear riqueza. Esta razón es la que puede estar provocando esta huida de empresas desde Cataluña a Madrid y al resto del mundo.
Ya no solo por la inestabilidad política, importantísima para las empresas y que parece haber sido la causa que ha dado la puntilla a la problemática catalana, sino que también los dirigentes empresariales se ven claramente atraídos por las políticas liberales y las medidas de tipos impositivos menores que ya desde los Gobiernos de Esperanza Aguirre se han ido imponiendo en la Comunidad de Madrid.
Menos trabas burocráticas y la simplificación del proceso para poner en marcha nuevos negocios junto con la liberalización de los sectores que están en la mano del Ejecutivo regional son solo algunas de todas las medidas liberalizadoras que han llevado a la capital a capear la crisis mucho mejor que las demás autonomías. Junto a todo ello, la estabilidad presupuestaria y política y haber creado un marco de confianza y credibilidad hacen, prácticamente, el resto.
Además, la política de reducción fiscal que ha llevado a cabo Madrid se suma a todas las anteriores medidas. Y es que, desde el inicio de la crisis, Madrid se ha esmerado por no subir los impuestos a sus ciudadanos, dentro de los bajos márgenes que les son permitidos por parte del Gobierno central. Un ejemplo de ello es haber mantenido la supresión del Impuesto de Patrimonio, a cuya nueva implantación se ha negado en numerosas ocasiones el presidente Ignacio González tras las reiteradas peticiones desde el Ejecutivo nacional. Para sumar a todo ello, Madrid también goza del tipo impositivo del IRPF más bajo de todo el país y concede una bonificación del 99% en el Impuesto de Sucesiones.
Igual que en Quebec
Los independentistas catalanes, por contra, basan su política en la consecución de sus objetivos secesionistas. En más de una ocasión han intentado poner como referente otras regiones que sí se han podido independizar de sus respectivos países. Sin embargo, lo que parece que están consiguiendo son los mismos resultados que la región canadiense Quebec.
En los últimos tiempos han sido muchas las voces que han animado a los dirigentes secesionistas a reconsiderar su posición, precisamente viendo la que se avecina, que no es más que una huida de empresas en toda regla. Ya hace casi un año, en pleno apogeo dialéctico del president en favor de la independencia tras la última Diada, el secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz, recordó que lo que ocurrió en Quebec es que, tras ser durante muchos años la capital económica de Canadá, cuando los dirigentes locales empezaron a jugar con la idea nacionalista, las empresas se fueron marchando paulatinamente hacia Toronto, que hoy en día ya es la ciudad más importante financieramente hablando del país norteamericano.
Espantada de empresas
Desde el año 2010 se han marchado de Cataluña con dirección Madrid más de mil empresas, exactamente 1.060, una huida en toda regla, además de las que han rechazado instalarse allí, como Eurovegas. Los dueños del proyecto, tras pasar muchos meses dudando entre una ciudad u otra de las dos más importantes del país, se decantaron por Madrid y, casualidad o no, la decisión vino después de que la voz contra la unión de España se volviera más alta que nunca por parte del Govern.
Pero este es sólo un ejemplo en un mar de ellos. Por repasar algunos de los casos más conocidos y que dejan en muy mala situación a la comunidad dirigida por CiU podemos recordar, para empezar, al grupo Cobega. La embotelladora oficial de Coca-Cola en la Península Ibérica dejó Cataluña en octubre del año pasado para instalar su sede en una de las cuatro gigantescas torres del paseo de la Castellana, el eje financiero de la capital.
También se fue para no volver el grupo Kiluva, que es la matriz de la exitosa cadena de establecimientos especializados en dietética Naturhouse. Sorprendentemente, puesto que en la junta de accionistas inmediatamente anterior no se habló nada sobre el cambio, la compañía decidió mudarse a Madrid, abandonando Barcelona en diciembre de 2012, en pleno auge del debate soberanista.
Otra empresa que también siguió estos pasos y prefirió irse a la capital fue la compañía especializada en higiene femenina Arbora: tras ser vendida a la multinacional Procter & Gamble, esta decidió trasladar el negocio desde la Ciudad Condal a Madrid en enero.
Y la enésima compañía que decidió ausentarse de Cataluña fue la Distribuidora Internacional de Alimentación, más conocida por sus supermercados Día, que tras adquirir la cadena de droguerías Schlecker se llevó su sede fiscal a Madrid el pasado abril después de que llevara más de dos décadas en Tarragona.
Compañías incómodas
Si todo el mal de Cataluña fueran las empresas que ya se han ido al resto de España no estaría mal, puesto que las regiones receptoras siempre podrían tirar de la economía nacional y, de esta forma, ayudar a la catalana si lo necesitara. El problema real viene porque las empresas, más incómodas que nunca con la situación generada por Artur Mas, o bien deciden irse al extranjero o están pensando abandonar la comunidad por lugares donde sí les den estabilidad política.
La patronal catalana Fomento del Trabajo, en palabras de su propio presidente Joaquim Gay de Montellà, ha avisado en numerosas ocasiones que esta deriva nacionalista no es el mejor camino para los negocios, puesto que la independencia supondría un aislamiento de Cataluña, algo que no gusta a las empresas, y mucho menos a las multinacionales asentadas en la región, que se verían claramente impedidas para la consecución de sus objetivos al haber fronteras entre Cataluña y el resto de Europa. Los hechos no hacen más que demostrar una y otra vez que la razón estaba en poder del dirigente patronal.
Uno de los casos que suscriben tal cosa y que más expectación crearon fue la amenaza de abandonar Cataluña, en el supuesto de que se produjera la secesión, por parte del grupo Planeta. El presidente,José Manuel Lara, cuando el proceso independentista tomó la máxima virulencia hace casi un año, aseguró en una entrevista que tendría que irse porque “le echan”.
Sin embargo, no ha sido el único en amenazar con ello. Volkswagen-Audi, en una entrevista concedida por su máximo responsable en España, Ludger Fretzen, también aseguró que, si finalmente prosperara la ruptura, no le quedaría más remedio que cambiar Cataluña por Madrid; y, en el caso de la farmacéutica francesa Sanofi, aunque sigue manteniendo su sede en Barcelona, ya ha abierto otra en Madrid a raíz de la deriva nacionalista. Ante esto, todos los rumores apuntan a un cambio de domicilio de la compañía.
Por su parte, las empresas más importantes de Cataluña tampoco se muestran muy de acuerdo con el proyecto del presidente de la autonomía y así se muestran públicamente, algunos de ellos, sin demasiados reparos. Y no es para menos, pues ven peligrar, y mucho, sus beneficios, tanto en el resto de España como en todo el mundo. Tanto es así que después de que se acentuara el sentimiento secesionista del Ejecutivo regional no han sido pocos los movimientos que, desde otras partes del país, han pedido boicotear los productos catalanes.
Esta política catalanista férrea está consiguiendo contrariar a muchos empresarios. No son pocas las pymes que ya se han quejado por, por ejemplo, no poder rotular en español sus establecimientos. Pero también desde las empresas grandes se han mostrado contrarias. Un caso es el de la textil Mango, que hace tan solo unas semanas se negó a que absolutamente todos sus dependientes tuvieran que hablar catalán con obligatoriedad, cuando con una parte de ellos cubren la demanda.
Además, ya más concretamente oponiéndose al intento secesionista, podemos encontrar diversos ejemplos como el del Banco Sabadell, cuyo presidente, Josep Oliu, exigió al president Mas que no se saliera de la legalidad vigente porque “es necesario que los políticos sepan mantener el marco de convivencia”. Por su parte, la importantísima Freixenet, en palabras de su presidente Josep Lluís Bonet, aseguró no estar de acuerdo con el Ejecutivo catalán y en todo momento ha abogado por el entendimiento entre Cataluña y el resto de España. Algo a lo que el Gobierno catalán no está dispuesto y que fomentará el éxodo empresarial.
PEDRO M. BRAVO