[ El arzobispo Carlo Maria Viganò, quien se desempeñó como Nuncio Apostólico en los Estados Unidos hasta 2016, escribió una carta abierta al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en la que apuesta por el pensamiento dual al declarar que hay una guerra en curso sin precedentes entre “los niños de la luz” y “los niños de la oscuridad”. La carta fue publicada por la Agencia Católica de Noticias el 7 de junio de 2020.
En un
artículo publicado por Strategic Culture en octubre de 2019, Wayne Madsen retrató la forma en que dos élites occidentales —y sus proyectos globales— se disputan e intercambian el control del Vaticano y el mundo occidental en base a un juego dialéctico que las vuelve codependientes y necesariamente antagónicas:
“Donald Trump, quien en el pasado ha criticado públicamente a Francisco, no ha interferido —como sus sustitutos, que incluyen al ex estratega de la Casa Blanca Steve Bannon, al Cardenal Raymond Burke, al ex arzobispo Carlo Maria Viganò, ex nuncio apostólico en los Estados Unidos, y otros que han conspirado con el Opus Dei —la poderosa secta eclesiástica de orientación fascista— para socavar la autoridad de Francisco.”
En cuanto al vicio de explicar los acontecimientos del mundo en base al modelo dual promovido por la religión católica, este delata la adscripción de Viganò al juego de las sombras: “En los meses recientes hemos sido testigos de la formación de dos bandos opuestos, a los que llamaría Bíblicos: los hijos de la Luz y los hijos de la Oscuridad.”
Por ello, más allá de que los eventos recientes narrados en la carta de Viganò son hasta cierto punto ciertos, podemos ver cómo el autor los utiliza para emular y dar vigencia al modelo nefasto y desgastado de la dualidad, y para definir el rumbo de este planeta en base a una narrativa esquizofrénica que no le sirve a nadie más que a la estructura de pensamiento ocultista a la que pertenece. ]
Los mismos actores
El ex embajador del Vaticano en Washington, monseñor Carlo María Vigano, escribió al presidente estadounidense Donald Trump exhortándolo a resistir las presiones del movimiento de protestas, supuestamente antirracista.
En su carta a Trump, fechada el 7 de junio de 2020, monseñor Vigano considera que las respuestas públicas a la epidemia de Covid-19 carecieron de justificación médica y fueron la más grande operación de ingeniería social de toda la historia y estima que la imposición de esas medidas a las sociedades fue orquestada por los mismos actores que hoy se hallan tras el movimiento mundial de manifestaciones, supuestamente antirracistas.
El ex nuncio apostólico en Washington precisa que, al no haber logrado imponer sus propias posiciones al presidente Trump, esos actores falsifican hoy las declaraciones del mandatario estadounidense para privarlo del apoyo popular.
Monseñor Vigano ejerció funciones de muy alto nivel en el Vaticano, llegando incluso a ejercer el cargo de secretario general de la Santa Sede. Su nombre salió a la luz pública cuando reveló los abusos sexuales que el cardenal Theodore McCarrick, arzobispo de Washington, había cometido contra varios menores, revelaciones que sumieron la iglesia católica en una grave crisis hasta que el cardenal McCarrick fue relegado a un convento.
Carta de Monseñor Carlo Maria Viganò a Donald Trump
7 de junio de 2020.
Domingo de la Santísima Trinidad.
Señor Presidente:
En los meses recientes hemos sido testigos de la formación de dos bandos opuestos, a los que llamaría Bíblicos: los hijos de la Luz y los hijos de la Oscuridad. Los hijos de la Luz constituyen la parte más conspicua de la humanidad, mientras que los hijos de la Oscuridad representan una minoría absoluta.
A pesar de ello, los primeros son objeto de una especie de discriminación que los coloca en situación de inferioridad moral con respecto a sus adversarios, quienes a menudo ocupan posiciones estratégicas en el gobierno, la política, la economía y en los medios de comunicación. De una manera aparentemente inexplicable, los buenos son tomados como rehenes por los malvados, así como por aquéllos que ya sea por interés propio o por temor, ayudan a los malos.
Estos dos lados que tienen una naturaleza Bíblica, siguen la clara separación entre la descendencia de la Mujer y la descendencia de la Serpiente. Por un lado están los que aunque teniendo miles de defectos y debilidades, están motivados por el deseo de hacer el bien, de ser honestos, de formar una familia, de dedicarse al trabajo, de dar prosperidad a su tierra natal, de ayudar los necesitados y en obediencia a la Ley de Dios, de merecer el Reino de los Cielos.
Por otro lado están los que se sirven a sí mismos y que no tienen principios morales. Ellos quieren demoler a la familia y a la nación; explotar a los trabajadores con el propósito de hacerse excesivamente ricos; fomentar divisiones internas y guerras, y acumular poder y dinero. Para ellos la ilusión falaz del bienestar temporal -si no se arrepienten-, algún día cederá ante el terrible destino que les espera lejos de Dios, en la condenación eterna.
En la sociedad, señor Presidente, estas dos realidades opuestas coexisten como enemigos eternos, exactamente como enemigos eternos son Dios y Satanás. Parece que los niños de la Oscuridad -a quienes podemos identificar fácilmente con el Estado Profundo, al que usted se opone sabiamente y que en estos días está librando una guerra feroz contra su persona- han decidido, por así decirlo, mostrar sus cartas y revelar sus planes.
Pareciera que ellos tuviesen la certeza de tener todo bajo control al punto de haber abandonado esa circunspección, que hasta ahora se había encargado de ocultar de manera parcial, sus verdaderas intenciones.
Las investigaciones que ya están en curso, revelarán la verdadera responsabilidad de quienes manejaron la emergencia del Covid, no solo en el área de la atención de la salud sino también en la política, la economía y en los medios de comunicación.
Probablemente descubriremos que en esta colosal operación de ingeniería social, hay personas que han decidido el destino de la humanidad, arrogándose el derecho de actuar en contra la voluntad de los ciudadanos y de la voluntad de sus representantes en los gobiernos de las naciones.
También descubriremos que los disturbios de los recientes días, fueron provocados por aquellos que al ver que el virus se desvanece inevitablemente y que la alarma social de la pandemia está disminuyendo, han tenido -necesariamente- que provocar revueltas sociales, mismas que serían seguidas por una represión que -aunque legítima- sería condenada como una agresión injustificada en contra la población. En perfecta sincronía, esto mismo está ocurriendo en Europa.
Es absolutamente claro que el uso de las protestas callejeras es un instrumento para lograr los propósitos de aquellos que desean ver electo en las próximas votaciones presidenciales, a alguien que encarne los objetivos del Estado Profundo y que se dedique a expresar dichos propósitos, con convicción y fielmente.
Que no nos sorprenda si en unos meses aprendemos -una vez más- que escondidos detrás de estos actos de vandalismo y violencia, se hallan quienes esperan beneficiarse de la disolución del orden social, con el fin de construir un mundo sin libertad, tal y como lo enseña el adagio masónico: Solve et Coagula.
Aunque pudiera parecer desconcertante, las alineaciones opuestas que he descripto anteriormente, también se encuentran presentes en los círculos religiosos.
Hay Pastores fieles que cuidan al rebaño de Cristo, pero también hay infieles mercenarios que buscan dispersar al rebaño y entregar a las ovejas para que sean devoradas por hambrientos lobos. No es sorprendente que estos mercenarios sean aliados de los hijos de la Oscuridad y que odien a los hijos de la Luz.
Así como hay un Estado Profundo, también hay una Iglesia Profunda que traiciona sus deberes y que repudia sus propios compromisos ante Dios. Así como los buenos gobernantes luchan en los asuntos públicos contra el Enemigo Invisible, también en la esfera eclesiástica, Éste es combatido por los buenos Pastores. Es una batalla espiritual de la que hablé en mi reciente llamamiento que fue publicado el pasado 8 de mayo.
Por primera vez, los Estados Unidos tienen -en usted- a un Presidente que defiende valientemente el derecho a la vida; que no se avergüenza de denunciar la persecución de los cristianos en todo el mundo; que habla de Jesucristo y del derecho de los ciudadanos a la libertad de culto. Su participación en la Marcha por la vida, y más recientemente, su proclamación del mes de abril como el Mes Nacional de Prevención del Abuso Infantil, son acciones que confirman en qué lado desea usted luchar, por lo que me atrevo a creer que en esta batalla, nosotros dos estamos del mismo lado aunque con diferentes armas.
Por esta razón creo que el ataque al que fue sometido después de su visita al Santuario Nacional de San Juan Pablo II, es parte de la narrativa orquestada por los medios de comunicación, los cuales no buscan combatir el racismo ni contribuir al orden social, sino agravar las tendencias. No para traer justicia, sino para legitimar la violencia y el crimen. No para servir a la verdad, sino para favorecer a una facción política.
Es desconcertante que haya Obispos -como aquellos a quienes denuncié recientemente- que con sus palabras prueban que están alineados en el lado contrario. Ellos están subordinados al Estado Profundo, al globalismo, al pensamiento del Nuevo Orden Mundial al cual invocan cada vez con mayor frecuencia, en nombre de una hermandad universal que no tiene nada de cristiano, pero que evoca los ideales masónicos provenientes de aquellos que quieren dominar el mundo, a través de la expulsión de Dios: de los tribunales, de las escuelas, de las familias y quizás incluso, de las iglesias.
El pueblo estadounidense es maduro y ahora ha entendido qué tanto es que los medios de comunicación se niegan a difundir la verdad, buscando silenciarla y distorsionarla, difundiendo la mentira que es útil para los propósitos de sus amos. A pesar de ello es importante que los buenos -que son la mayoría- despierten de su lentitud y rechacen ser engañados por una minoría de personas deshonestas, con propósitos inconfesables.
Es necesario que los buenos, los hijos de la Luz, se unan y hagan oír sus voces. ¿Qué manera más efectiva hay de conseguir esto, señor Presidente, que rezando y pidiéndole al Señor que lo proteja a usted, a los Estados Unidos y a toda la humanidad, de este enorme ataque del Enemigo?
Frente al poder de la oración los engaños de los hijos de las Tinieblas se derrumbarán, sus complots serán revelados, su traición será exhibida. Su poder aterrador terminará en nada; saldrá a la luz y quedará expuesto como lo que es: un engaño infernal.
Señor Presidente, mi oración se dirige constantemente a la amada nación estadounidense, en donde tuve el privilegio y el honor de ser enviado como Nuncio Apostólico, por el Papa Benedicto XVI. En esta hora dramática y decisiva para toda la humanidad, estoy rezando por usted, lo mismo que por todos los que están a su lado en el gobierno de los Estados Unidos. Confío en que el pueblo estadounidense esté unido conmigo y con usted, en la oración a Dios Todopoderoso.
Unidos contra el Enemigo Invisible de toda la humanidad, los bendigo a usted, a la Primera Dama, a la amada nación estadounidense, y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
Carlo Maria Viganó.
Arzobispo Titular de Ulpiana.
Ex Nuncio Apostólico a los Estados Unidos de América.
Fuentes:
Publicado9 de junio de 2020