jueves, 19 de diciembre de 2013

El apocalipsis, según Saxo Bank: ¿Temblarán los mercados y los gobiernos en 2014?


La deflación en EE.UU., la caída del precio del petróleo hasta los 80 dólares por el barril y la inestabiliad política en Europa son algunas de las 10 predicciones anuales más sorprendentes que acaba de publicar el danés Saxo Bank.



La entidad financiera danesa explica que existe una probabilidad muy reducida de que alguna de las predicciones se haga realidad, pero subraya que han sido deducidas por los analistas de Saxo Bank en base a una serie de acontecimientos políticos y de mercado factibles.

El economista jefe de Saxo Bank, Steen Jakobsen, subraya que “esto no pretende ser un punto de vista pesimista, sino que nos acerca fenómenos críticos que podrían conducir a un cambio, esperamos que para mejor”. Asimismo, destaca que estas predicciones “no son las oficiales, sino un ejercicio para expresar los principales riesgos para la conservación del capital y una advertencia para que los inversores se preparen para lo peor”.

Estos son los diez argumentos que podrían provocar un clima de tensión en los mercados en 2014.

1. El impuesto ‘soviético’ sobre el patrimonio de la UE

El pánico a la deflación y la falta de crecimiento llevarán a la Comisión Europea a aplicar un impuesto sobre el patrimonio a aquellas personas que disponen de ahorros por encima de los 100.000 dólares o euros, en aras de la reducción de las desigualdades y para garantizar fondos suficientes que permitan crear un “amortiguador de la crisis”. Será el último movimiento hacia un estado europeo totalitario y el peor momento para los derechos individuales y la propiedad privada. La operación evidente consiste en comprar activos duros y vender activos intangibles inflados.

2. La alianza anti-UE, el mayor grupo parlamentario

Tras las elecciones al Parlamento Europeo de mayo, una alianza anti-UE paneuropea transnacional se convertirá en el mayor grupo en el Parlamento. El nuevo Parlamento Europeo elegirá a un nuevo presidente del Parlamento anti-UE, y los presidentes de los gobiernos europeos no conseguirán elegir a un presidente de la Comisión Europea, empujando a Europa de nuevo a las turbulencias políticas y económicas.

3. Las ‘Cinco Gordas’ tecnológicas: fuerte resaca en 2014

Mientras el sector tecnológico de EE.UU. cotizará un 15% por debajo de su valoración actual en el S&P500, un pequeño grupo de acciones del sector cotizan con una enorme prima de alrededor del 700% por encima de la valoración de mercado. Estas ‘Cinco Gordas’ —Amazon, Netflix, Twitter, Pandora Media y Yelp— presentan una nueva burbuja dentro de una burbuja anterior gracias a que los inversores se están sumando masivamente a escenarios inusuales de crecimiento tras la crisis financiera.

4. El Banco de Japón, desesperado por demorar la deuda

En 2014, la recuperación global pierde fuelle, provocando la caída de los activos de riesgo y forzando a los inversores a volver al yen, con una caída en el cruce dólar/yen por debajo de 80. Desesperado, el Banco de Japón simplemente retrasa todos los valores de deuda del Gobierno, un truco sencillo de contabilidad, aunque no probado, que conduciría a una incertidumbre exasperante y a un posible desastre con efectos secundarios desconocidos.

5. La Deflación en Estados Unidos, cada vez más cerca

Aunque los indicadores pueden sugerir que la economía estadounidense cobra fuerza, el mercado inmobiliario sigue siendo frágil y el crecimiento de los salarios es aun inexistente. Mientras el Congreso prevé llevar a cabo la segunda parte de su farsa sobre ‘cómo interrumpir la economía estadounidense’ en enero, la inversión, el empleo y la confianza de los consumidores volverán a sufrir. Esto empujará a la inflación a la baja y no al alza el año que viene, mientras que la deflación volverá a ser el punto principal de la agenda del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC).

6. La flexibilización cuantitativa impacta a las hipotecas

La relajación cuantitativa en Estados Unidos ha empujado a la baja los gastos en intereses y ha disparado los activos de riesgo, creando así una falsa sensación de mejoría en la economía. Pero aún existen grandes desafíos, sobre todo en el mercado inmobiliario, que se mantiene con vida artificialmente. Por lo tanto, el FOMC irá a por todas en el ámbito de las hipotecas en 2014, transformando la tercera ronda de flexibilización cuantitativa en un programa de compras de bonos hipotecarios al 100%, lo que incrementará el alcance del programa hasta más de 100.000 millones de dólares al mes.

7. El crudo Brent cae hasta los 80 dólares por barril

El mercado global se inunda de petróleo gracias al aumento de la producción mediante métodos no convencionales y el incremento de la producción en Arabia Saudita. Por primera vez en años los fondos de cobertura van a crear una posición corta importante, por lo que el crudo Brent caerá hasta los 80 dólares por barril. Una vez los productores empiecen a reducir la producción, el petróleo responderá con un fuerte rebote y el sector concluirá que los precios altos no son una conclusión anticipada.

8. La recesión en Alemania

La rentabilidad sostenida de Alemania acabará en 2014, acabando con el consenso. Los años de exceso de ahorro en Alemania han llevado incluso a Estados Unidos a fijarse en la mayor economía de la zona euro y no se puede descartar un plan coordinado de otras economías principales para reducir el exceso de superávit comercial. Y si a esto le sumamos la caída de los precios de la energía en Estados Unidos, que lleva a las compañías alemanas a trasladar su producción al otro lado del Atlántico, una menor competitividad debido al incremento real de los salarios, las posibles demandas del Partido Socialdemócrata (el nuevo socio en el Gobierno de coalición) para mejorar el bienestar de las clases medias y bajas en Alemania y una China emergente que se centrará más en el consumo doméstico tras su reciente Tercer Pleno, entonces se puede hablar de un escenario perfecto para una caída por sorpresa en la actividad económica.

9. El CAC cae un 40%

Las acciones se pegan un batacazo y caen de golpe al darse cuenta de que el único factor que mueve el mercado es ‘la teoría del tonto mayor’ (‘the greater fool theory’), mientras que el malestar en Francia solo puede agudizarse ante la mala gestión del Gobierno de François Hollande. El precio de la vivienda, que no llegó nunca a corregirse de verdad tras la crisis, cae en picado socavando el consumo y la confianza. El Índice CAC cae más de un 40% desde sus máximos de 2013 hacia finales de año, con la huida de los inversores.

10. Los ‘cinco frágiles’ caen un 25% frente al dólar

La esperada retirada de las medidas de relajación cuantitativa en Estados Unidos conducirá a un aumento de los costes de capital marginales por el aumento de los tipos de interés. Esto dejará a los países con déficit en su cuenta corriente expuestos al deterioro del apetito de riesgo por parte de los inversores globales, lo que, finalmente, podría forzar un movimiento a la baja en sus divisas, particularmente frente al dólar estadounidense. Hay cinco países en esta categoría: Brasil, India, Sudáfrica, Indonesia y Turquía.

Fuente: RT

Rescatar las Semillas


En el momento actual estamos asistiendo sin darnos cuenta, a una guerra mundial por las semillas. 

Mientras algunas transnacionales, tratan de monopolizar el mercado para asegurar que solo sus variedades de semillas puedan ser cultivadas y vendidas, cientos de campesinos y ciudadanos de a pie, batallamos a diario para tratar de asegurar una soberanía alimentaria para nosotros y nuestros hijos.


Parte importante de esta lucha consiste en encontrar y preservar las variedades locales, de verduras, hortalizas y demás, y lo debemos hacer nosotros los ciudadanos, ya que si lo dejamos en manos del gobierno o de las universidades, no seria de extrañar que a la larga estas semillas terminasen en manos de estas transnacionales.

Un ejemplo claro y simple es la papa, en América del Sur existen 5000 variedades de papas, de distintos tamaños y colores, sin embargo en el mundo se plantan solo 3 o 4 variedades, al plantar tan poca variedad, tenemos una planta mas sensible a las plagas, y otros problemas y propiciamos la desaparición del resto de variedades, las cuales podrían ser de vital ayuda en caso de que una plaga acabase con las variedades que se cultivan masivamente.

Pero lograr la conservación y propagación de las semillas propias de cada sitio, no es tarea sencilla. Demanda dedicación, tiempo, búsqueda y paciencia; una gran herramienta es el intercambio con vecinos, en ferias etc.

Lo fundamental es compartirlas, o sea si consigo una semilla de variedad nativa o adaptada, la cultivo, la propago y luego me dedico a compartirla con vecinos o intercambiarlas en los mercados, ferias y demás.

Además nos sirve para aprender y conocer sobre plantas poco comunes, y encontrar nuevos sabores y texturas, hace poco conseguí mis tres ultimas adquisiciones, directas de la isla de Chiloe en Chile donde vivo actualmente, trajimos para cultivar y difundir, ajos chilotas que son una variedad suave y muy grande de ajos, unas hermosas papas (patatas) llamadas mojón de gato, son una papas pequeñas, negruzcas y alargadas de gran sabo, y por ultimo, algo que tiene varios nombre pero comúnmente se le conoce por Topinambur, es una planta rústica que da un tubérculo parecido a la patata pero con sabor de alcachofa, ademas tiene inulina un carbohidrato que al cocerlo se transforma en fructosa, por lo que es ideal para diabéticos.

Ya les contare mas adelante, en detalle del Topinambur, y su cultivo, pero volviendo al tema, aunque lo declaren ilegal, es necesario desobedecer, ya que las leyes que atentan contra el sentido común y el sustento de las personas, han de ser desobedecidas, es importante, recolectar y guardar estas semillas como tesoro para el futuro y en el camino aprovechar las bondades, que su cultivo tiene para ofrecernos.

Las semillas son la fuente misma de la vida, de ellas depende nuestro presente y futuro, con nuestras semillas no se juega, ni se les pone precio, semillas libres Ya!!

El clero nacionalista se pone al servicio de Mas y pide romper con la Iglesia española

MONTSERRAT, BASTIÓN SEPARATISTA

Colectivos cristianos progresistas y el clero nacionalista se sienten parte del proceso e incluso organizan actos de oración por la secesión.Pancarta del colectivo 'Cristianos por la Independencia' |


Una parte de la Iglesia Católica en Cataluña se siente participe del desafío separatista liderado por Artur Mas. Ya no lo disimula e, incluso, lo promociona desde el púlpito y a través de actos reivindicativos -por ejemplo, en instalaciones de algunas órdenes y monasterios que se han erigido como el corazón espiritual de los separatistas catalanes-. Hablamos del monasterio de Montserrat.

De momento, los obispos catalanes, algunos de marcada tendencia nacionalista y otros más bien alejados de ella, han optado por no caldear más los ánimos y se están manteniendo en un segundo plano. No así el clero nacionalista, que ha dejado Cataluña hecha un erial y campa a sus anchas y a su antojo.

La Conferencia Episcopal Española ha explicado muy a las claras cuál debe ser el papel de la Iglesia. En varios documentos en los últimos años ya ha hablado de la unidad de España como bien moral pero han sido las últimas declaraciones del nuevo secretario general de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo, las que han desatado una cascada de ataques y críticas contra él y por ende contra la Iglesia española.

El secretario general de la Conferencia Episcopal dijo lo siguiente:


Poner en peligro la convivencia de los españoles negando unilateralmente la soberanía de España sin valorar las graves consecuencias que esta negación podría acarrear no sería prudente ni moralmente aceptable. Pretender unilateralmente alterar este ordenamiento jurídico en función de una determinada voluntad de poder local o de cualquier tipo es inadmisible. Es necesario respetar y tutelar el bien común de una sociedad pluricentenaria.

Aupados por la clase política catalana, este sector nacionalista de la Iglesia en Cataluña ha utilizado incluso las homilías para arremeter contra Gil Tamayo y la Conferencia Episcopal. Es lo que ocurrió el pasado domingo en la Abadía de Montserrat, donde en su sermón el padre Salvador Plans arremetió duramente contra el portavoz de los obispos españoles e hizo un alegato a favor del llamado "derecho a decidir".

De este modo, este monje aseguraba que "el otro hecho que nos afecta como cristianos catalanes es que el próximo año seremos consultados sobre nuestra identidad como pueblo. Estos últimos años nuestros obispos han reiterado que reconocían 'la personalidad y los rasgos nacionales propios de Cataluña, en el sentido genuino de la expresión, y defendían 'el derecho a reivindicar todo lo que elloActo de oración y de acción de gracias por Cataluña

conlleva, de acuerdo con la doctrina social de la Iglesia. Por eso nos duele que el camino que sigue nuestro pueblo sea considerado por algunos cristianos 'imprudente y moralmente inaceptable'".
Romper con la Conferencia Episcopal

Más allá ha ido el grupo progresista Església Plural, aunque en este caso desde fuera del púlpito. Tras escuchar las palabras de Gil Tamayo, esta organización cristiana nacionalista pidió a los obispos catalanes "romper las relaciones institucionales" con la Conferencia Episcopal Española.

Intentando crear dos entes distintos, afirmaban en su comunicado que las declaraciones del portavoz episcopal "implican un punto de no retorno en la relación institucional entre la iglesia española y la catalana".

Según Església Plural, "si los obispos de Catalunya no responden con firmeza, claridad y contundencia a esta enésima declaración de los órganos dirigentes del episcopado español, no tendrán ninguna excusa para no ser calificados de cómplices del ataque sistemático que recibe Catalunya desde una parte importante del episcopado español y de sus máximos dirigentes".
Acto de oración por la secesión

Esta escalada de acciones reivindicativas a favor de la secesión vivió su punto culmen el pasado domingo precisamente en el lugar más emblemático de Barcelona, la Basílica de la Sagrada Familia. En su cripta se celebró un "acto de acción de gracias y de oración por Cataluña", cuyo fin es conseguir la "autodeterminación y la independencia de nuestro pueblo".Romper relaciones institucionales con la Conferencia Episcopal

En su invitación para este acto organizado en el seno de un edificio del Arzobispado de Barcelona se decía que "estamos viviendo uno de los momentos más decisivospara nuestra nación y los cristianos sabemos de la fuerza espiritual que tiene la acción de gracias y la oración".

Esta jornada de oración estaba curiosamente organizada por un colectivo llamado "Cristianos por la Independencia", un grupo que se encuentra insertado en la ANC, Assamblea Nacional de Cataluña, que llevó a cabo la cadena humana secesionista. Es decir, un grupo que incide más en la palabra independencia que cristiana.

En este aluvión de alegatos a favor del separatismo no podía faltar el abad de Montserrat, erigido como líder moral de los separatistas y que pretende ser el referente religioso en una Cataluña independiente. Sus aspiraciones a la mitra no le han impedidodefender sus tesis nacionalistas una y otra vez y haber convertido el histórico monasterios en una de las puntas de lanza del nacionalismo.

De este modo, Jose María Soler ha vuelto a salir en defensa de la secesión y a asegurar que "entre los derechos humanos también está el de decidir nuestro futuro" y cree que los dirigentes catalanes han entendido esto. Poco antes, afirmaba igualmente que "el abad de Montserrat comparte esta doctrina que puede llevar a preguntar a la gente qué es lo que desea", incluida la independencia, que apoyaría si se votase en el referéndum ilegal.

Documental: La CIA/KGB y el espionaje psíquico. Proyecto Stargate


El mínimo de Maunder: ¿Qué le sucedió al Sol entre 1645 y 1715?

Pues parece ser que, durante ese periodo, nuestra estrella tuvo una actividad tan baja que, en la Tierra, se padeció un periodo conocido como la "Pequeña Edad de Hielo", en el que los ríos se congelaron, hubo cosechas insuficientes para alimentar a la población, las enfermedades diezmaron a las gentes y, en general, se sufrió mucho para poder sobrevivir. ¿Qué le ocurrió al Sol para cambiar tanto y tan repentinamente? 

No cabe duda de que consideramos al Sol como un astro bastante constante. Su majestuoso y seguro recorrido por nuestro cielo nos hace pensar que es el ejemplo perfecto de regularidad. Y, sin embargo, son muy numerosos los indicios que apoyan la idea de que el Sol no ha mantenido el mismo nivel de actividad durante el último milenio. ¿Ha tenido pues nuestra estrella episodios de "energía" menguada, en los que las manifestaciones de su gran poder han sido puntuales e infrecuentes? Y, en particular, parece ser que entre la segunda mitad del siglo XVII y principios del XVIII su actividad era tan insignificante que la Tierra, al no recibir la cantidad de radiación suficiente, casi enferma de hipotermia planetaria. ¿Tuvo lugar realmente ese periodo de frío intenso hace más de dos siglos, y si es así, por qué sucedió? 

© NASA
Figura 1: imagen del Sol y sus manchas solares, muestra de su actividad.

Todo empieza en 1843. Heinrich Samuel Schwabe (1789-1875), farmacéutico alemán aficionado a la Astronomía, con el ánimo de encontrar a Vulcano, un hipotético planeta entre el Sol y Mercurio, inicia una exhaustiva recopilación de sus observaciones disponibles de las manchas solares (abarcaban desde 1826), que son las más evidentes manifestaciones de la actividad solar (figura 1). Descubrió que su número varía periódicamente. En años apenas se veían, después en unos pocos aumentaban en cantidad, manteniéndose en número a lo largo de un par de años, y por último, poco a poco empezaban a menguar durante cinco o seis años más. En total, once años, aproximadamente, en los que era claro que existía un ciclo, con máximos en los que se observaban gran cantidad de manchas solares y mínimos en los que apenas de distinguían. 

Otros astrónomos pronto continuaron la labor de Schwabe, mejorando el rigor de las observaciones, pero medio siglo después de que él empezara su tarea, en 1893, Edward Walter Maunder, del Royal Greenwich Observatory, en Gran Bretaña, decidió construir la llamada 'curva undecanal', es decir, mostrar en un gráfico la actividad solar durante un extenso periodo de tiempo. Se basó en observaciones fiables de Galileo Galilei (1564-1642) y de otros astrónomos de la época para el intervalo que abarcaba desde la aplicación del telescopio hasta 1700. 

Maunder constató, asombrado, que a partir de 1643, las observaciones no incluían la presencia de grandes cantidades de manchas solares. De hecho, no había casi ninguna anotación entre ese año e inicios del siglo XVIII. Para divulgar sus hallazgos, Maunder publicó en 1894 un artículo en el que llegaba a una conclusión extraordinaria: durante casi setenta años, en el intervalo que abarca desde 1645 hasta 1717, el Sol no había mostrado prácticamente ni una mancha en su superficie (1). Y esto es extraordinario porque incluso en los momentos de menor actividad, casi siempre es posible ver alguna. No se estaba considerando no observar manchas solares durante un mínimo, que abarca dos o tres años, sino a lo largo de seis largos ciclos de actividad solar. Es más, parece ser que las manchas observadas en todo ese espacio de tiempo era más o menos similar a las vistas en un mínimo cualquiera. Y aún algo más increíble; según el estudio de Maunder, existía una década (desde 1660 hasta 1670), en la que nadie, absolutamente nadie, había podido detectar una sola mancha solar. En otras palabras, durante un ciclo entero, el Sol había evidenciado un funcionamiento mínimo, al relantí, algo traducido en su superficie como inexistencia total de manchas. Un descubrimiento tan sorprendente e importante merece encuadrar a Maunder dentro del reducido grupo de astrónomos que con sus aportaciones han cambiado radicalmente la visión que teníamos del Universo. Maunder nos reveló que el Sol cambia, que su vida no ha sido siempre igual de monótona, sino que ha padecido periodos en los que reducía su actividad a la mínima expresión, algo que no era esperable de ninguna manera en un astro tan estable. 

Pero Maunder no tuvo suerte. Su artículo fue seguido por muy pocos astrónomos, aunque para realizarlo había contado con la ayuda en la documentación de otros compañeros observadores. Y si nadie confió en lo que Maunder decía fue debido más a una cuestión de fe en las teorías establecidas que por fallos o errores en la teoría del astrónomo inglés. El único punto débil que podía achacársele a Maunder fue sustentar sus ideas en una base de datos carente de la total fiabilidad. En efecto, los registros no ofrecían mucha seguridad de que fueran correctos o cuidados. Aunque fueran los más numerosos, los informes poco fiables estaban confirmados por los de otros magnos astrónomos, de los cuales no cabía duda razonable alguna de su buen hacer como observadores, ya que su vida estaba llena de importantes y difíciles descubrimientos, pero ni aún así Maunder recibió la atención que merecía. 

John Flamsteed (1646-1720) primer astrónomo real inglés, de gran reputación y agudeza visual (preparó un catálogo de 3.000 estrellas en el que consignaba su posición con una precisión de 10 segundos de arco, una verdadera hazaña para la época), reseñó que por fin había podido observar una mancha solar, tras varios años intentándolo. 

Por otra parte, el no menos célebre Giovanni Domenico Cassini (1625-1712), bastante antes que Flamsteed, conservaba observaciones muy antiguas, desde prácticamente 1645, es decir, a partir de cuando Maunder había considerado el inicio de su periodo de escasa actividad. Lo que Cassini escribió en 1671 se convertiría en una importante baza a favor de la teoría de Edward Maunder: aquel año, el astrónomo italo-francés había visto una mancha solar; por primera vez en ...¡veinte años!. Cassini no era precisamente un astrónomo de poca habilidad visual. Para los que conozcan un poco a este extraordinario observador, recordar que además de descubrir la banda oscura entre los anillos de Saturno (división de Cassini), efectuó multitud de estudios sobre la rotación de Marte, las cinturones nubosos de Júpiter, las distancias planetarias, etc. En otras palabras, era uno de los astrónomos de mayor capacidad y talento que han existido. Si Cassini había visto una mancha solar después de veinte años de no captar ninguna, había, por fuerza, que creerle. 

Asimismo, el francés Jean Picard (1620-1682) dejó escrito que el llevaba una década entera sin avistar ninguna mancha hasta que por fin vio una, precisamente en 1671, el mismo año que Cassini. 

Sin embargo, el recelo a aceptar los estudios de Maunder era por otros motivos. Tal vezaunque el mismo Newton hubiera certificado la inexistencia de manchas solares durante prácticamente toda su vida (curiosamente casi coincide con el periodo de que estamos hablando, 1642-1727), los científicos de principios del siglo pasado continuarían obcecados en rechazarlo. Y esto es así porque lo que Maunder estaba destrozando la visión aceptada de un Sol con un ciclo de actividad perfectamente establecido, de once años, que se había constatado al milímetro durante los últimos 170 años (figura 2). 

© A. A. González Coroas

Figura 2: recuento del número de manchas observadas en la fotosfera solar desde los primeros registros telescópicos (hacia 1610) hasta 1998. Es clara la perfecta periodicidad de aproximadamente once años que presenta el ciclo solar, pues desde 1720 hasta la actualidad se ha presentado sin apenas modificaciones. El periodo de escasas o nulas manchas solares también aparece con nitidez entre 1645 y 1715, y con anterioridad (1610-1645) las anotaciones, aunque fragmentarias, evidencian que se registraban bastantes manchas solares.Lo extraño es que antes incluso del periodo de mínimas manchas solares, es decir, el intervalo que abarca entre las primeras observaciones telescópicas (hacia 1610) y el inicio del propio mínimo (1645), han quedado registradas gran cantidad de manchas, en especial en 1615, cuando parece ser que se alcanzaron valores cercanos a los de un máximo solar normal. En otras palabras, antes y después del periodo que estamos analizando había manchas en número abundante, y entre 1645 y 1715 apenas aparecen unas pocas. Su escaso o nulo número es constatado por observadores prestigiosos y así lo recoge y expone Maunder a la Royal Astronomical Society. Pero nadie le reconoce su acertado enfoque del fenómeno. 

De hecho, ha de pasar prácticamente tres cuartos de siglo hasta que se redescubre el trabajo de Maunder. Incluso en una época tan próxima a nosotros como 1965 se continuaba ignorando el prolongado mínimo de manchas solares, sobretodo porque se creía que en ese intervalo de tiempo los datos no eran fiables, aunque ya hemos visto que no era así. Incluso un científico de la talla de George Gamow (1904-1968), en su famoso libro "Una estrella llamada Sol", de 1964, iniciaba el recuento de manchas desde 1750, prácticamente a partir del fin del mínimo de Maunder (figura 3). 

© G. GamowFigura 3: gráfico extraído de la obra de G. Gamow "Una estrella llamada Sol", en el que se observa que considera el inicio de los registros fiables en 1750, justo después de finalizar el mínimo de Maunder.Debemos esperar hasta 1970 para que el astrónomo solar John A. Eddy (High Altitude Observatory, Colorado, EE.UU.) analizara los estudios de Maunder con nuevos datos y observaciones a las que este último no tenía acceso, y publicara a su vez un artículo donde certificaba que las ideas de Maunder eran esencialmente correctas, bautizando como "Mínimo de Maunder" el periodo correspondiente entre 1645 y 1720. Eddy apoyó sus conclusiones en una serie de importantes premisas (2), entre las que caben destacar sobretodo tres puntos, a saber: la cantidad de auroras visibles en ese intervalo, el análisis del 14C (carbono 14) en los anillos de crecimiento de los árboles, y el clima que sufrió nuestro planeta durante el propio Mínimo. 

1) Las auroras (figura 4), esos magníficos espectáculos de luz que pueden observarse en altas y bajas latitudes (auroras boreales y australes), son debidas a que partículas energéticas procedentes del Sol, generalmente expulsadas tras la aparición de fáculas en la superficie de la estrella, alcanzan a la Tierra, y son desviadas por nuestro campo magnético hacia las regiones polares, donde entran en contacto con la alta atmósfera del planeta y se ionizan, es decir, los átomos pierden o ganan electrones y, por tanto, ya no son neutros, sino que adquieren carga eléctrica. Esta ionización de las partículas solares provoca la excitación de los átomos de oxígeno y nitrógeno presentes en la misma ionosfera, lo que se traduce en la formación de brillantes auroras. Bien, las auroras son, por tanto, una manifestación de la actividad solar. Cuando el Sol está muy activo y son abundantes las fáculas en su superficie, se expulsan gran cantidad de partículas de alta energía, llegan a los polos terrestres y excitan los átomos de la ionosfera. A mayor número de partículas, más auroras y de mayor intensidad en su brillo podremos observar. 

© NASA

Figura 4: imagen tomada desde el trasbordador espacial Discovery en la misión STS-39 de una aurora austral.Si la actividad solar durante el Mínimo de Maunder hubiera sido tan baja, los registros de auroras, por fuerza, deberían ser a su vez igual de escasos, y aquí no había posibilidad alguna de error en las observaciones, pues para ver una aurora el único requisito es hallarse en una zona cuánto más próxima al polo mejor. Son tan brillantes y espectaculares que a simple vista es el mejor método para disfrutarlas. 1E. W. Maunder no fue, parece ser, el primero en publicar la relación de manchas solares en ese periodo de 1645-1715. En efecto, Friedrich Wilhelm Gustav Spörer (1822-1895), astrónomo alemán, escribió un artículo en 1887 donde especificaba claramente que sus averiguaciones mostraban la existencia de un mínimo de actividad solar durante esos setenta años. Pero como Maunder resumió los resultados hallados por él mismo y por Spörer a la Royal Astronomical Society, en su artículo de 1893, todos los méritos le fueron concedidos a Maunder. Incluso casi un siglo antes, en 1792, Joseph Lalande (1732-1807) astrónomo francés de gran reputación, había mencionado ya la inexistencia de manchas solares entre 1645 y 1720, pero no tuvo su observación gran trascendencia en el mundo astronómico y fue casi olvidada por completo. 

2Para más información sobre el estudio de John A. Eddy, véase "¿Existió realmente el Mínimo de Maunder", Angel Alberto González Coroas, ASTRONOMÍA, nº 10, págs. 32-41, abril de 2000. 

© Modificado de "Sunspot cycles", D.J. Schove

Figura 5: gráfica con el número de auroras aparecidas en cada década desde el año 275 hasta 1730, según diferentes archivos históricos.Eddy estudió a conciencia los archivos, y constató que, por término medio, en los pueblos europeos de la época, durante los 70 años del Mínimo de Maunder las auroras que deberían haberse observado, según la extrapolación, sería de entre 1.000 y 5.000. Sorprendente es el hecho de no haber quedado registradas más que unas pocas decenas (figura 5), y parece ser que hubo un periodo de algunos años en el que no se vio ni una sola aurora. 

Consecuentemente, tenemos que las auroras, que son una consecuencia de la actividad solar, apenas fueron observadas durante justamente el mismo intervalo de tiempo en que en el Sol el número de manchas solares era muy bajo o inexistente. Es una prueba más, por tanto, de que efectivamente entre 1645 y 1720 nuestra estrella sufrió un mínimo importante. 

2) En segundo lugar, como indicio tal vez aún más importante que el anterior, es el hecho de encontrar en la dendrocronología y en el análisis del 14C en los árboles un apoyo extraordinario a las ideas de Maunder. La dendrocronología es el estudio de los anillos de crecimiento de los árboles centenarios o milenarios, para extraer información sobre las condiciones climáticas del pasado de nuestro planeta. Como si de un calendario de la vida del propio árbol se tratara, cada uno de sus anillos corresponde a un año de crecimiento. Contando los anillos concéntricos, desde el más interno (el más antiguo en edad, que pertenece a las primeras etapas de existencia del árbol) hasta el más externo se puede calcular su edad aproximada. Pero lo más interesante de la cuestión es que no todos los años quedan registrados por igual. Cuando las condiciones climáticas son benignas, el espesor del anillo es mayor, y cuando el año ha sido más duro, el anillo es muy estrecho. En realidad, y aunque parezca extraño, entre dos anillos gruesos (o sea, entre dos años benignos), se pueden contar, más o menos, 10 anillos de menor espesor. Se desprende, pues, que en los anillos de los árboles quedan registrados los ciclos de actividad solar (o mejor dicho, lo que queda registrado es la variación climática en la Tierra, que a su vez depende bastante de la actividad solar). 

Además, lo más trascendente del asunto es que en los mismos árboles podemos encontrar la cantidad de 14C que ha sido absorbida por ellos en cada periodo de tiempo. Aunque esto no parezca importante, es sin embargo el punto culminante en la demostración de la existencia del Mínimo de Maunder. 

El carbono 14 se produce al impactar los rayos cósmicos en el campo magnético terrestre. Los rayos cósmicos son partículas de alta energía, procedentes del Sol (3). Son capaces de causar modificaciones genéticas en los seres vivos si llegaran a la superficie terrestre. Gracias a la acción protectora de nuestro campo magnético, una especie de caparazón que engloba a la Tierra, los rayos cósmicos no causan daños de importancia. Pero una pequeña cantidad de rayos cósmicos llega a la alta atmósfera, donde tiene lugar una reacción que produce 14C. El carbono se incorpora a los árboles, y la relación de este 14C con el 12C (el carbono "normal" del árbol), que se depositan cada año, nos informará sobre la actividad solar de este modo: si el Sol muestra una actividad elevada, en la relación 14C-12C, dominará el 12C, al no haberse fijado apenas 14C. Por contra, si la actividad solar es baja, nuestro campo magnético no tendrá la fuerza suficiente para repeler los rayos cósmicos, éstos impactarán en la atmósfera y formarán mucho 14C. Al revisar los archivos de la relación14C-12C en el pasado, si el 14C destaca notablemente, será lógico suponer que entonces la actividad solar fue baja. ¿Cuál fue la proporción 14C-12C durante el Mínimo de Maunder? 

Para saberlo, debemos observar un gráfico (figura 6) en el que nos muestren el ritmo de producción del 14C con respecto a los años, e ir descubriendo si ha habido intervalos de tiempo en los que la relación del 14C-12C ha sido inhabitual. 

Lo que más destaca del gráfico en cuestión es que ha habido varios periodos en los cuales el 14C tenía una proporción muy alta con respecto al 12C, es decir, que el Sol mostraba poca actividad. A medida que nos acercamos hasta las fechas más recientes podemos ver que en el siglo XI hubo un nivel muy alto de 14C (algo que se corresponde con el Mínimo de Norman, 1010-1090), otro aún más profundo hacia el siglo XIV (Mínimo de Wolf, 1280-1350), y el más intenso de todos, que abarca todo el siglo XV (Mínimo de Spörer, 1400-1510). No obstante estos datos, todavía no puede afirmarse de manera rotunda la existencia de estos mínimos, porque no están corroborados con pruebas suficientes. En cambio, hacia el final del gráfico hay otro máximo de producción de 14C, que sin duda alguna corresponde al Mínimo de Maunder. 

© desconocido
Figura 6: gráfico con la relación de 14C-12C medida en árboles centenarios y milenarios. La proporción positiva indica una mayor absorción del 14C y, por tanto, un debilitamiento en la actividad solar. El Mínimo de Maunder está representado al final del gráfico, y es, junto con el de Spörer, el más profundo de todo el registro. 

La comparación entre el gráfico de la aparición de las auroras y el de la producción de14C evidencia que existe una fuerte conexión entre ambos. Estos dos métodos para el estudio de la actividad solar son suficientes por sí mismos para considerar que el Mínimo de Maunder tuvo lugar realmente, o, al menos, que entre 1645 y 1720 el Sol padeció un intervalo de casi total inanición. 

Pero aún resta analizar otro punto fundamental: ¿qué le ocurrió a nuestro planeta durante el Mínimo? Acabamos de ver que las auroras fueron muy escasas, y que los árboles absorbieron mucho 14C, signos ambos de una baja actividad solar. Pero, en la Tierra, ¿el clima cambió? Es de suponer que si el Sol no manifestó actividad, el planeta debió sufrir alguna consecuencia climática. ¿Qué nos dicen los registros de la historia al respecto? 

Si analizamos los archivos de temperatura disponibles, ya no sólo desde el siglo XVII, sino desde hace unos pocos miles de años, podemos correlacionar mejor la posible correspondencia entre actividad solar y clima terrestre (figura 7). Vemos que hacia principios del segundo milenio la temperatura había alcanzado un máximo muy destacado; era una época cálida. Seguidamente entramos en un periodo gradualmente más frío, que llega al mínimo de calor recibido hacia mediados de milenio (siglo XVI). A partir de entonces la temperatura fue aumentando poco a poco, y aunque en Groenlandia durante el siglo XVIII hubo casi un siglo de normalidad climática, y posteriormente se inició otro intervalo de mínimo térmico, esto no fue lo habitual en otros sitios. Ese periodo frío de entre el año 1500 y 1800, la "Pequeña Edad del Hielo", tiene una fuerte conexión con el Mínimo de Maunder, y se apoya en las evidencias indirectas de formación de auroras y 14C que hemos visto. 

© A. Uriarte
Figura 7: medidas de la temperatura registrada en Groenlandia durante los últimos 2.500 años, obtenidas mediante la recogida de muestras de hielo.Son muy numerosas las diferentes manifestaciones culturales del siglo XVII y XVIII en las que aparecen representados los momentos cotidianos de las gentes de la época. Pueden llamar la atención muchas cosas, pero si observamos, por ejemplo, cuadros ingleses que muestran al río Támesis, comprobaremos asombrados que las fiestas populares no se organizaban en las calles londinenses, como sería de esperar, sino que tenían lugar... ¡sobre el mismo río! No es que los ingleses fueran capaces de permanecer flotando por encima del agua, sino que el Támesis estaba ¡totalmente congelado!. Algo tan insólito no es en absoluto habitual. Incluso en los periodos de mayor dureza climática la historia no habla de tal hecho a lo largo de los siglos. 

Y en España también hay otras muestras de que en nuestro país se sufrió y mucho durante la época del Mínimo de Maunder. De hecho, y aunque esto corresponda más a motivos políticos y económicos, el siglo XVII y XVIII fue el de la decadencia del imperio español. En particular, si durante el siglo XVI se vivió cierta prosperidad tanto económica como demográfica, en el XVII se produjo una drástica reducción de la población, ya que parece ser que hubo una mortalidad extraordinaria entre 1600 y 1700 (en ésta última fecha era de siete millones de habitantes, cuando en un censo aproximado de 1590 se totalizaban 8.120.000 personas). El Mínimo de Maunder se tradujo en epidemias de peste bubónica especialmente virulentas (hubo tres brotes que causaron cerca de un millón de bajas). Además, las cosechas fueron tal vez las peores de la historia desde la modernización (relativa) de la agricultura, lo que originó desnutrición entre la mayoría de la población (algo que consecuentemente propició sublevaciones y revoluciones). A esto hay que añadir la contaminación de las aguas, desastres naturales... en fin, todo un cúmulo de infortunios para los españoles, que vieron desaparecer su dominio en Europa y, posteriormente, también en América. 

En general, y de acuerdo con las mediciones recogidas en varios puntos del planeta, se puede afirmar con cierta seguridad que la Tierra padeció una disminución de temperatura de un grado por término medio. Los motivos de un Sol cambiante tan repentina y drásticamente no han sido puestos de manifiesto aún (aunque J. Eddy ha especulado con la posibilidad de que se debiera a una reducción del tamaño de nuestra estrella, tal extremo no se ha visto confirmado lo suficiente). El Mínimo de Maunder nos ha mostrado a un Sol muy diferente del que estamos acostumbrados a ver y sentir. Para poder afrontar futuros mínimos (o máximos) solares extraordinarios con la seguridad adecuada, es imprescindible estudiar más y mejor al Sol, comprender por qué varía su actividad y, en todo caso, aceptar que la Tierra no es un sistema cerrado a la que no le afectan los elementos externos a ella, sino que, como de un ser vivo se tratara, sufre y siente los cambios y se adapta a ellos en la medida de sus posibilidades. 

Bibliografía
El Sol y los ciclos de actividad solar, Ángel Alberto González Coroas, UNIVERSO, nº 41, septiembre de 1998, págs. 36-46.
¿Es el Sol una estrella variable?, Víctor Rodríguez, Tribuna de Astronomía, nº 40, marzo de 1989, págs. 24-27.
La actividad solar y su historia, Ángel Alberto González Coroas, Tribuna de Astronomía, nº 131, octubre de 1996, págs. 14-19.
¿Existió realmente el mínimo de Maunder?, Ángel Alberto González Coroas, ASTRONOMÍA, nº 10, abril de 2000, págs. 32-41.
Una estrella llamada Sol, George Gamow, RBA, (Barcelona, 1993).3También hay otro tipo de rayos cósmicos, los llamados rayos cósmicos galácticos, que tienen su origen en las profundidades de nuestra Galaxia, como consecuencia por ejemplo de la explosión de supernovas. Los rayos cósmicos de mayor energía provienen de fuentes externas a la Vía Láctea.

Jesús Salvador Giner
lun, 24 abr 2006 04:34 CDT

Las imposibles huellas del río Paluxi

Imagen de huellas humanas junto a otras de dinosaurios en la vereda del río Paluxi, Texas (Estados Unidos). 

La roca sobre la que aparecieron ambos juegos de huellas se sedimentó hace más de doscientos cincuenta millones de años. ¿Cómo es posible que existan improntas humanas junto a las de dinosaurio? ¿Acaso convivimos con ellos?

En 1931, en Estados Unidos seguían latentes los efectos de la gran crisis del 29. Estos tardarían en olvidarse. Pero al margen de la económica se había abierto otra que se erigía sobre las creencias y que se revestía con tintes casi bélicos. En esta batalla de ideas, en principio se enfrentaban dos sectores de la sociedad: los evolucionistas y los creacionistas.

Entre ambos colectivos se abría una enorme grieta ideológica. Los evolucionistas aceptaban el gigantesco avance que para la ciencia y el conocimiento suponía la publicación, décadas atrás, de las teorías de Darwin sobre la evolución de las especies, según la cual todos los seres vivos derivamos de otros inferiores. En el caso del ser humano, el darwinismo consideraba, y considera, que hombres y chimpancés procedíamos de un mismo ancestro común, una suerte de primate original.

Al otro lado de la trinchera estaban los creacionistas, quienes seguían aferrándose a un viejo dogma promulgado por el irlandés James Ussher, arzobispo de Armagh a mediados del siglo XVII . Para ellos, la Tierra, tal cual es hoy, con sus seres vivos sobre la superficie, fue creada por Dios en el año 4004 a.C. En opinión de este grupo, antes de esa fecha no existía ser viviente alguno(1).

Y en medio de esta batalla, hoy afortunadamente casi superada a favor del evolucionismo, que provocó encendidos debates, juicios y hasta leyes a favor y en contra de una tendencia u otra según el estado en el que se dictaran, surgió el enigma del río Paluxi en Texas.

En realidad, los primeros indicios aparecieron en 1908, tras un desbordamiento del rió, en las proximidades de Glen Rose, y dejó al descubierto una serie de huellas de terópodos, un tipo de dinosaurio carnívoro que se desplazaba sobre sus extremidades traseras. Los indios que habitaban aquella zona las conocían como "huellas de pavo gigantes". Los investigadores concretaron más y concluyeron que se trataba de un acrocantosáurio, un gigante reptil del Cretácico que superaba las dos toneladas y media de peso y los 40 metros de longitud. Dos años mas tarde, un grupo de pescadores, hicieron un nuevo hallazgo en la zona, un nuevo grupo de huellas de dinosaurio junto a otras que, por su apariencia y aspecto alargado parecían humanas...

Ni entonces y menos ahora, a la luz de los actuales conocimientos científicos, aquello tenía justificación, puesto que ambas huellas se tendrían que haber formado al mismo tiempo, pero dinosaurios y hombres jamás convivieron. Aquéllos desaparecieron de la faz de la Tierra hace sesenta y cinco millones de años, cuando un enorme asteroide impactó en lo que es hoy el golfo de México, alterando la realidad geológica y medioambiental del planeta. Mientras, nosotros, los humanos, surgimos bajo la apariencia de primitivas formas homínidas, muy simiescas, hace sólo algo más de seis millones de años. Recordemos que los primeros posibles homínidos bípedos son el Sahelanthropus Tchadiensis, con una antigüedad de 6 ó 7 millones de años. Orrorin tugenensis, unos 6 millones de años, y Ardipithecus, entre 5,5 y 4,5 millones de años.

Los creacionistas interpretaron aquel hallazgo como un espaldarazo a sus tesis. Pero era pura alquimia ideológica: decían que las huellas demostraban que seres humanos y grandes saurios habían convivido porque, sencillamente, ambos aparecieron hace seis mil años sobre el planeta por obra y gracia de un Dios creador.
De ese modo pensaba un reverendo –y también científico– llamado Cliford Burdick. Armado con su fundamentalismo a modo de espada, alentó a los sectores más tradicionales de la sociedad americana explicándoles que las huellas del río Paluxi destronaban a Darwin y todas sus “tonterías” –decía– sobre la evolución.

Sin embargo, el triunfo de la ciencia sobre la sinrazón creacionista no logró que el enigma de Paluxi dejara de serlo. Los fundamentalistas cedieron, y hoy el misterio es puramente científico. La gran pregunta, al hilo del hallazgo, sigue en pie: ¿Acaso convivieron seres humanos y dinosaurios en alguna ocasión? La lógica, la razón y la verdad científica invitan a pensar que no, pero no pueden explicar cómo se sedimentaron a la vez ambos tipos de huellas.

En el año 1970, un equipo de la Universidad Loma Linda investigó aquellas huellas humanas de –teóricamente– doscientos cincuenta millones de años de antigüedad. Auspiciados por fondos públicos, y con el pesado encargo de satisfacer las teorías científicas, se vieron en la obligación de buscar una justificación. Y salieron por peteneras: “Son marcas deformadas”, dijeron. Aún deben andar escondidos...

Posteriormente, un científico llamado Glein Kuban examinó las citadas huellas. “Parecen humanas”, pensó. Y pensó bien, habida cuenta de su aspecto. Pero tampoco quería cargar con el mochuelo, así que redobló el alcance de su imaginación y hete aquí que dijo: “Huellas de un tipo de dinosaurio con planta muy parecida a la humana”.

Aún está esperando que se encuentren otras huellas similares en cualquiera de los mil y un yacimientos de dinosaurios que se extienden por todo el planeta...

Ninguna de las dos hipótesis alternativas obtuvo crédito.
En la década de los noventa del siglo XX, las huellas han vuelto a ser estudiadas por el doctor Dale Patterson. Tras analizarlas, y no sin dosis de valor infinitas, concluyó: “Presentan la curvatura típica y marca propias de las huellas humanas. Aunque estén sedimentadas hace cientos de millones de años, pertenecen a hombres.”

Hoy podemos asegurar que evolucionistas y creacionistas se equivocaron en el análisis del enigma. Los primeros pecaron de ser, en este caso, unos cabeza cuadrada. Los segundos, no demostraron ser otra cosa más que unos fanáticos. Ni unos ni otros han podido solucionar el misterio. La cuestión sigue en pie, de forma casi perenne: ¿Por qué están ahí esas huellas humanas junto a otras de dinosaurio?

Otro descubrimiento similar fue efectuado en el barranco de Valdecevillo, en la Rioja (España), donde quedaron al descubierto dos huellas humanas junto a un amplio número de otras pertenecientes a dinosaurios datada hace 120 millones de años.

Sólo se me ocurre pensar que, o bien existió una humanidad anterior a la nuestra que convivió con los grandes saurios, o bien los primeros homínidos aparecieron mucho antes de lo que se cree.

Qué les puedo decir, desconozco cual de las respuestas es la válida.

1 - Usserius, Archiepiscopus Armachanus (James Ussher, arzobispo de Armagh), vivió en una de las épocas más convulsas de la política, la religión y la ciencia europeas (1581-1656). 

Fue ordenado sacerdote en 1601 y nombrado profesor del Trinity College (Dublín) seis años después. En 1625 era designado primado de la Iglesia anglo-irlandesa. Sus posiciones anticatólicas son bien conocidas por los historiadores (aunque parece que sus invectivas nunca llegaron al nivel de fanatismo de los panfletos antipapistas de Milton)

Según Ussher, la humanidad fue creada el viernes 28 de octubre de 4004 antes de Cristo.

La primera evidencia de existencia de vida sobre la Tierra procede de los llamados fósiles químicos.

En 1642, cuando estalló la guerra civil, Ussher se encontraba en Inglaterra, y ya nunca regresó a Irlanda. Durante estos años escribió su obra más conocida: Anales del Antiguo Testamento deducidos del primer origen del mundo, aparecida en 1650. En este monumental estudio, Ussher concluía que el mundo fue creado por Dios el domingo 23 de octubre del año 4004 antes de Cristo, habiendo comenzado tan formidable tarea durante el ocaso del día precedente. De manera que, según la estimación del primado de la Iglesia anglo-irlandesa, esta semana el mundo cumple exactamente los 6.000 años de antigüedad, si obviamos los cambios en el calendario a lo largo de la historia.

El método seguido por Ussher para llegar a esta precisa datación es común entre los investigadores de la época y anteriores. Está basado en una detallada revisión de las sucesivas generaciones bíblicas y una correlación con los registros conocidos en la época de la historia romana y de las civilizaciones del Oriente Medio. De este modo, la singular datación de unos 4.000-6.000 años para el origen del mundo constituye, en realidad, una evaluación común en los eruditos anteriores al siglo XVII, tanto cristianos como judíos y musulmanes. No obstante, la influencia de esta datación, y en concreto la conocida fecha de Ussher, no parece haber sido tan importante como pudiera creerse, excepto en determinados sectores del cristianismo no católico. Desde luego, no parece tener gran importancia en la ciencia oficial desde finales del siglo XVII. La propuesta de Ussher era incluso rechazada por sus pares contemporáneos, como John Ray (1627-1705). Esta alternativa está basada en la interpretación del Libro del Génesis denominada Caos-Restitución, que puede seguirse hasta el pensamiento de fundadores modernos de la geología y la paleontología, como William Buckland (1784-1856).

En 1819 este naturalista inglés, que publicó los restos del primer dinosaurio conocido, rechazaba que la Biblia pudiera considerarse como una referencia detallada de los fenómenos geológicos históricos. De manera que gran parte del mundo cristiano aceptaba a comienzos del XIX las eras de la historia de la Tierra tal y como eran propuestas por la naciente (y poderosa en la época) ciencia de la geología.

No obstante, la significación de Ussher tiene dimensiones relevantes dentro de las confesiones cristianas no católicas. La fecha del año 4004 apareció por primera vez en los márgenes de los libros bíblicos anglicanos en 1701. La persistencia de este fenómeno es notable: la Gideon Society colocó este tipo de biblias en casi todas las habitaciones hoteleras de América hasta el año 1970. De este modo, la cronología ussheriana cobró un estatus casi canónico en las biblias inglesas. Todavía hoy día las estimaciones de Ussher constituyen una parte importante de las creencias de los colectivos creacionistas, especialmente en Estados Unidos.

Según Ussher, la humanidad fue creada el viernes 28 de octubre de 4004 antes de Cristo y Adán y Eva fueron arrojados del paraíso el lunes 10 de noviembre del 4004 antes de Cristo. El arca de Noé encalló en el monte Ararat el miércoles 5 de mayo de 1491 antes de cristo. Estas estimaciones han sido utilizadas frecuentemente como una prueba contra los paradigmas científicos evolutivos de la astrofísica y biología actuales.

El conocimiento científico de nuestros días sostiene que la edad del Universo puede cifrarse en unos 12.000-13.000 millones de años. Se cree que la Tierra, y el sistema solar, tienen una edad de unos 4.500 millones de años. La primera evidencia de existencia de vida sobre la Tierra procede de lo que los paleontólogos denominan fósiles químicos. La conversión del carbono inorgánico en sustancias biogénicas implica una redistribución de la relación de isótopos 13C / 12C (la materia viva prefiere el isótopo más ligero). Esta señal puede encontrarse en rocas de Isua (Groenlandia) de 3.800 millones de años de antigüedad. Por tanto, existe constancia de que determinados microorganismos habitaron nuestro planeta tan solo 700 m.a. después de la formación de la Tierra.

El registro fósil de organismos unicelulares en rocas de un entorno de 3.000 millones de años constituye en la actualidad un acalorado debate, ya que algunos investigadores piensan que las evidencias disponibles pueden tener un origen abiótico. No obstante, la mayoría de los paleomicrobiólogos que trabajan en esta problemática estaría de acuerdo en que pueden detectarse células fósiles reales a partir de unos 2.000 millones de años.
Recientemente se han descrito fósiles químicos en Transvaal (Suráfrica) que indican la presencia de tapetes microbianos en suelos de unos 2.600 millones de años de edad, lo que constituye la primera evidencia de la conquista de la tierra firme por los organismos vivos. Fósiles de los animales más primitivos, las esponjas, se conocen en China y tienen un antigüedad de unos 600 millones de años.

Pero muy probablemente los animales tenemos un origen mucho más antiguo. En efecto, se conocen rastros producidos por animales con simetría bilateral que tienen más de 1.000 m.a., lo que es congruente con las estimaciones del origen de los metazoos a partir de las filogenias moleculares. Por último, los paleontólogos proponen actualmente un rango de variación de la edad del origen del hombre moderno entre 150.000 y 300.000 años. Una edad consensuada entre los especialistas sería de unos 150.000-200.000 años para la aparición de Homo sapiens.

Muchos creyentes en la evolución teística admiten que su curso se desarrolló como propugnan los científicos de la astrofísica, paleontología o biología evolutiva modernas, pero bajo la creación y/o tutela de uno o varios dioses. La ciencia actual cada vez está más convencida de que la evolución de la materia, animada e inanimada, puede ser comprendida mediante fuerzas y procesos puramente naturales.