Sin embargo, los resultados están a la vista: los monocultivos desplazan a los bosques nativos, se produjo pérdida de biodiversidad, se concentró la tenencia de la tierra, se aumentó considerablemente el uso de agroquímicos, se contaminaron los suelos, y se perdió la soberanía alimentaria, al pagar patentes a empresas transnacionales, que se apoderan del uso de las semillas.
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