En 1982 fueron descubiertos por Enza Massa y Roberto Pinotti, dos periodista italianos que estaban inmersos en una investigacion en la Biblioteca Nacional de Italia, los extrańos manuscritos con el título Nostradamus Vaticinia Codex, traducido al castellano como Vaticinios de Nostradamus. Estas profecías de Nostradamus se encuentran catalogadas en la biblioteca bajo el nombre de “Fondo Vittorio Emanuele 307″.
El libro perdido de Nostradamus, como se le ha llegado a conocer, estaba firmado por Michel de Notredame o Nostradamus y había ingresado a la biblioteca en el año 1629 según lo indicaban los registros.El documento aparentemente pertenece al siglo XVII, época en que vivió Nostradamus. El libro perdido de Nostradamus consta de textos e ilustraciones, con un total de 80 acuarelas.
Nostradamus le dejó el manuscrito a su hijo César, que a su vez se lo entregó a un cardenal llamado Maffeo Barbeni, quien “casualmete” años más tarde se convertiría en el papa Urbano VIII.
Nostradamus y el Vaticano
Parte de el libro perdido de Nostradamus se refiere al papado, desde el ańo 1623 hasta nuestros días. En una de las ilustraciones se muestra a un papa gigante con una imagen de la Virgen María en el cual es atacado por un soldado con una cimitarra(espada árabe). El 13 de mayo de 1981 el papa Juan Pablo II, sufrió un atentado por parte del turco Mehmet Ali Agca. Curiosamente la primera aparición de la virgen de Fátima, fue el 13 de mayo de 1917, exactamente 64 ańos antes del atentado al papa. Fue de hecho una insignia de la virgen María la cual aminoró el impacto de la bala.
Nostradamus y las Torres Gemelas
Casi al final de El Libro Perdido de Nostradamus aparece una impresionate ilustración, una gran torre en llamas. Según Enza Massa, la periodista italiana que encontró el manuscrito, esta escena se refiere a lo ocurrido con las Torres Gemelas el 11 de spetiembre de 2001. En otra de las acuarelas se ve una ciudad, pero no al estilo medieval, sino al estilo moderno, y casualmente esa ilustración es muy parecida a Nueva York. En varias centurias Nostradamus reiteradamente hablaba de la Ciudad Nueva.
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