Pasaron otros 1200 años y el ruido aún aumentó más. Esta vez Enlil quiso asegurarse de que ningún dios pudiese impedir su resolución, Por lo que declaró “un embargo general de los regalos de toda la naturaleza.
Anu y Adad debían guardar el cielo, Enlil la tierra, y Enki las aguas, y ver que ningún medio de alimentación alcance a la raza humana“.
Además, Enlil decretó la infertilidad de las mujeres humanas: “Que la matriz quede demasiado apretada para dejar (salir) al bebé fuera“. Las cosas finalmente se ponían bastante mal para los humanos: “Cuando el segundo año llegó, los hombres ya habían agotado lo almacenado.
Cuando el tercer año llegó, las miradas y la belleza de la gente fueron cambiadas por el hambre. Cuando el cuarto año llegó, su estampa y porte habían declinado, sus hombros de buen semblante, se sentó con los hombros caídos, la gente salió ante el público encorvada.
Cuando el quinto año llegó, una hija miraría a su madre; Una madre no abriría la puerta a su hija. Cuando el sexto año llegó ellos sirvieron a una hija para una comida, servida de un hijo para el alimento“.
A pesar de que las tablillas están rotas y el texto está fragmentado, todo parece indicar que Enki volvió a frustrar el plan de Enlil, en este caso de someter al hambre a los seres humanos, y liberó grandes cantidades de pescado para alimentar a la gente hambrienta.
Enlil se puso furioso con Enki, ya que había ido contra un plan con el cual todos los dioses habían estado de acuerdo. Pero decidido a destruir la raza humana, Enlil decide que Enki debe promover una inundación para borrar a la humanidad de la faz de la Tierra y obligará a Enki a jurar que no interferirá en la destrucción. Enki se opone a la idea de la inundación, pero finalmente tiene que prestar juramento.
El texto continúa con Enki dirigiéndose nuevamente a Atrahasis para advertirle de la inundación inminente. En realidad Enki habla a las paredes de la choza de caña de Atrahasis para no faltar a su juramento. Atrahasis junta a los mayores de Shuruppak, una antigua ciudad sumeria cuyos restos se encuentran localizados en el yacimiento de Tell Fara, a 200 km al sureste de Bagdad, y pone una excusa para dejar la ciudad.
Dice que Enki y Enlil están enfadados el uno con el otro y que Enki le ha mandado que vaya al borde del agua. Cosa que hace, y allí construye su barco y lo llena con cada tipo de animal y su familia. Iskur en sumerio y Adad en acadio, es el dios de las tormentas y las lluvias de los pastores, adorado aproximadamente del 3500 a.C. al 1750 a.C. en la antigua Mesopotamia. Adad comienza a tronar, por lo que Atrahasis, preocupado con el destino, sella por encima la puerta del barco con el betún. La tormenta y la inundación resultan ser más imponentes de lo que los dioses planearon. La gran diosa madre, Ninhursagh, se queja amargamente de la decisión de Enlil y de Anu, y llora por los humanos muertos que “obstruyen el río como libélulas”.
Anu y Adad debían guardar el cielo, Enlil la tierra, y Enki las aguas, y ver que ningún medio de alimentación alcance a la raza humana“.
Además, Enlil decretó la infertilidad de las mujeres humanas: “Que la matriz quede demasiado apretada para dejar (salir) al bebé fuera“. Las cosas finalmente se ponían bastante mal para los humanos: “Cuando el segundo año llegó, los hombres ya habían agotado lo almacenado.
Cuando el tercer año llegó, las miradas y la belleza de la gente fueron cambiadas por el hambre. Cuando el cuarto año llegó, su estampa y porte habían declinado, sus hombros de buen semblante, se sentó con los hombros caídos, la gente salió ante el público encorvada.
Cuando el quinto año llegó, una hija miraría a su madre; Una madre no abriría la puerta a su hija. Cuando el sexto año llegó ellos sirvieron a una hija para una comida, servida de un hijo para el alimento“.
A pesar de que las tablillas están rotas y el texto está fragmentado, todo parece indicar que Enki volvió a frustrar el plan de Enlil, en este caso de someter al hambre a los seres humanos, y liberó grandes cantidades de pescado para alimentar a la gente hambrienta.
Enlil se puso furioso con Enki, ya que había ido contra un plan con el cual todos los dioses habían estado de acuerdo. Pero decidido a destruir la raza humana, Enlil decide que Enki debe promover una inundación para borrar a la humanidad de la faz de la Tierra y obligará a Enki a jurar que no interferirá en la destrucción. Enki se opone a la idea de la inundación, pero finalmente tiene que prestar juramento.
El texto continúa con Enki dirigiéndose nuevamente a Atrahasis para advertirle de la inundación inminente. En realidad Enki habla a las paredes de la choza de caña de Atrahasis para no faltar a su juramento. Atrahasis junta a los mayores de Shuruppak, una antigua ciudad sumeria cuyos restos se encuentran localizados en el yacimiento de Tell Fara, a 200 km al sureste de Bagdad, y pone una excusa para dejar la ciudad.
Dice que Enki y Enlil están enfadados el uno con el otro y que Enki le ha mandado que vaya al borde del agua. Cosa que hace, y allí construye su barco y lo llena con cada tipo de animal y su familia. Iskur en sumerio y Adad en acadio, es el dios de las tormentas y las lluvias de los pastores, adorado aproximadamente del 3500 a.C. al 1750 a.C. en la antigua Mesopotamia. Adad comienza a tronar, por lo que Atrahasis, preocupado con el destino, sella por encima la puerta del barco con el betún. La tormenta y la inundación resultan ser más imponentes de lo que los dioses planearon. La gran diosa madre, Ninhursagh, se queja amargamente de la decisión de Enlil y de Anu, y llora por los humanos muertos que “obstruyen el río como libélulas”.
Después de siete días y noches de lluvia, la inundación disminuyó, por lo que Atrahasis desembarcó y ofreció un sacrificio a los dioses que, hambrientos, olieron la fragancia y se juntaron: “como moscas que vuelan sobre el ofrecimiento“.
En otro pasaje mutilado del texto, la gran diosa jura con un collar, con el que ella recordará la inundación. Enlil descubre el barco y se pone furioso, sabiendo que sólo Enki podría haber sido bastante inteligente para trastocar sus planes. Enki admite que él advirtió a Atrahasis: “Me aseguré de que la vida fuera conservada“.
El texto está fragmentado, pero al parecer Enki persuade a Enlil de adoptar un plan menos drástico para tratar con el problema demográfico humano. Enki y Ninhursagh (Nintu), deciden controlar el crecimiento de la población humana de una manera menos drástica y terminante que las antes propuestas por Enlil. Enki y la diosa madre Ninhursagh deciden que de allí en adelante un tercio de las mujeres no dará a luz satisfactoriamente, por lo que un demonio Pasittu “arrebatará al bebé del regazo de su madre“.
Ellos también crearon varias clases de mujeres al servicio de los templos, a las que no permitían tener hijos. El Poema del Atrahasis, conocido en los círculos de expertos como Enuma ilu awilum, fue dado a conocer al final del siglo XIX, gracias a George Smith, un asiriólogo inglés que descubrió y tradujo por primera vez la epopeya de Gilgamesh.
Pero no fue hasta 1956 que el asiriólogo danés Jorgen Laessoe, uniendo esos fragmentos con otros, estableció que nos hallábamos ante un precursor del Génesis más antiguo conocido, que abarcaba toda la historia de la humanidad, desde el momento en que el hombre fue creado, pasando por el Diluvio Universal, hasta llegar finalmente al comienzo de los llamados tiempos históricos. Aunque se han perdido pasajes enteros del Poema del Atrahasis, el historiador y arqueólogo inglés Wilfred G. Lambert, en colaboración con el asiriólogo Alan Ralph Millard, en 1969 publicaron la obra Atrahasis – El relato babilónico del Diluvio, que es una reconstrucción detallada del relato. En efecto, los anunnaki, seres procedentes de otro planeta, llegaron a la Tierra y vieron que esta tenía riquezas minerales así como las bases para la producción agrícola, por lo que decidieron trabajar en pos de su cultivo y de la extracción de minerales.
Esto fue mucho antes de que el ser humano hiciera su aparición en la Tierra. Sucedió que en un momento dado, los viajeros espaciales, debido a la dureza de las condiciones laborales que sufrían, se rebelaron y amotinaron, llegando su protesta hasta las mismísimas puertas de la casa de su gran jefe, Enlil, lo que desencadenó una serie de acontecimientos de gran trascendencia para nosotros, los seres humanos.
En otro pasaje mutilado del texto, la gran diosa jura con un collar, con el que ella recordará la inundación. Enlil descubre el barco y se pone furioso, sabiendo que sólo Enki podría haber sido bastante inteligente para trastocar sus planes. Enki admite que él advirtió a Atrahasis: “Me aseguré de que la vida fuera conservada“.
El texto está fragmentado, pero al parecer Enki persuade a Enlil de adoptar un plan menos drástico para tratar con el problema demográfico humano. Enki y Ninhursagh (Nintu), deciden controlar el crecimiento de la población humana de una manera menos drástica y terminante que las antes propuestas por Enlil. Enki y la diosa madre Ninhursagh deciden que de allí en adelante un tercio de las mujeres no dará a luz satisfactoriamente, por lo que un demonio Pasittu “arrebatará al bebé del regazo de su madre“.
Ellos también crearon varias clases de mujeres al servicio de los templos, a las que no permitían tener hijos. El Poema del Atrahasis, conocido en los círculos de expertos como Enuma ilu awilum, fue dado a conocer al final del siglo XIX, gracias a George Smith, un asiriólogo inglés que descubrió y tradujo por primera vez la epopeya de Gilgamesh.
Pero no fue hasta 1956 que el asiriólogo danés Jorgen Laessoe, uniendo esos fragmentos con otros, estableció que nos hallábamos ante un precursor del Génesis más antiguo conocido, que abarcaba toda la historia de la humanidad, desde el momento en que el hombre fue creado, pasando por el Diluvio Universal, hasta llegar finalmente al comienzo de los llamados tiempos históricos. Aunque se han perdido pasajes enteros del Poema del Atrahasis, el historiador y arqueólogo inglés Wilfred G. Lambert, en colaboración con el asiriólogo Alan Ralph Millard, en 1969 publicaron la obra Atrahasis – El relato babilónico del Diluvio, que es una reconstrucción detallada del relato. En efecto, los anunnaki, seres procedentes de otro planeta, llegaron a la Tierra y vieron que esta tenía riquezas minerales así como las bases para la producción agrícola, por lo que decidieron trabajar en pos de su cultivo y de la extracción de minerales.
Esto fue mucho antes de que el ser humano hiciera su aparición en la Tierra. Sucedió que en un momento dado, los viajeros espaciales, debido a la dureza de las condiciones laborales que sufrían, se rebelaron y amotinaron, llegando su protesta hasta las mismísimas puertas de la casa de su gran jefe, Enlil, lo que desencadenó una serie de acontecimientos de gran trascendencia para nosotros, los seres humanos.
El relato comienza describiendo la situación en la que se encontraban estos seres extraterrestres antes de que existiese el hombre, cuando tenían que excavar canales, construir diques, labrar y recolectar la tierra, etc. Era cuando los dioses tenían que trabajar, por lo que se quejaban de la dureza laboral y del tiempo durante el que habían soportado estas arduas condiciones de trabajo.
Durante más de dos mil quinientos años habían soportado esta pesada carga día y noche, lo que provocó la rebelión de los trabajadores, que destruyendo los utensilios de trabajo se amotinaron en actitud amenazante ante la misma puerta de la casa donde vivía la autoridad máxima, Enlil. Dada la situación creada por la insubordinación de los trabajadores, Enlil convocó una reunión de la Asamblea de dioses, con el objetivo de encontrar una solución al problema.
A la reunión asistieron los principales dioses, además de Anu y Enki. En la reunión se ordenó a Nuska, hombre de confianza de Enlil, que intermediara para conocer los motivos por los que los trabajadores anunnaki se habían rebelado. Después de dialogar con los amotinados, Nuska explicó a los presentes en la Asamblea, las quejas de los trabajadores por las duras condiciones laborales a las que estaban sometidos. Enlil, un amante de la disciplina, exigió un castigo ejemplar para que la situación nunca más volviera a repetirse, pero Anu, el soberano, fue más comprensivo con la situación de los trabajadores anunnaki.
Es en ese momento cuando Enki se dirige a la Asamblea y propone aliviar la insoportable carga de los trabajadores anunnaki mediante la creación de un trabajador terrestre, que se ocupará de hacer las labores que hasta ahora realizaban los dioses anunnaki. Para ello aprovecha la presencia de Ninhursagh.
La Asamblea acogió con entusiasmo la proposición de Enki para crear un trabajador terrestre, un Adamu, nombre que seguramente inspiró el nombre bíblico de Adán. No obstante, entre los reunidos surgieron dudas sobre la viabilidad del proyecto, ya que . el trabajador humano debía ser suficientemente inteligente como para recibir órdenes y manejar las herramientas. Acto seguido, Ninhursagh recogió la proposición de la Asamblea a la vez que pidió que Enki le ayudase en el proyecto.
En todo este proceso, no faltó tampoco la intervención de Nammu, la esposa de Anu y madre de Enki, para que este último venciera las reticencias que pudiera tener para realizar la operación. A este respecto existen dos tablillas con contenido idéntico, una proveniente de Nippur, antigua ciudad sumeria cuyos primeros restos datan del V milenio a. C., en cuyo interior se hallaba el templo principal del dios del cielo y de la creación Enlil, regidor del Cosmos.
Durante más de dos mil quinientos años habían soportado esta pesada carga día y noche, lo que provocó la rebelión de los trabajadores, que destruyendo los utensilios de trabajo se amotinaron en actitud amenazante ante la misma puerta de la casa donde vivía la autoridad máxima, Enlil. Dada la situación creada por la insubordinación de los trabajadores, Enlil convocó una reunión de la Asamblea de dioses, con el objetivo de encontrar una solución al problema.
A la reunión asistieron los principales dioses, además de Anu y Enki. En la reunión se ordenó a Nuska, hombre de confianza de Enlil, que intermediara para conocer los motivos por los que los trabajadores anunnaki se habían rebelado. Después de dialogar con los amotinados, Nuska explicó a los presentes en la Asamblea, las quejas de los trabajadores por las duras condiciones laborales a las que estaban sometidos. Enlil, un amante de la disciplina, exigió un castigo ejemplar para que la situación nunca más volviera a repetirse, pero Anu, el soberano, fue más comprensivo con la situación de los trabajadores anunnaki.
Es en ese momento cuando Enki se dirige a la Asamblea y propone aliviar la insoportable carga de los trabajadores anunnaki mediante la creación de un trabajador terrestre, que se ocupará de hacer las labores que hasta ahora realizaban los dioses anunnaki. Para ello aprovecha la presencia de Ninhursagh.
La Asamblea acogió con entusiasmo la proposición de Enki para crear un trabajador terrestre, un Adamu, nombre que seguramente inspiró el nombre bíblico de Adán. No obstante, entre los reunidos surgieron dudas sobre la viabilidad del proyecto, ya que . el trabajador humano debía ser suficientemente inteligente como para recibir órdenes y manejar las herramientas. Acto seguido, Ninhursagh recogió la proposición de la Asamblea a la vez que pidió que Enki le ayudase en el proyecto.
En todo este proceso, no faltó tampoco la intervención de Nammu, la esposa de Anu y madre de Enki, para que este último venciera las reticencias que pudiera tener para realizar la operación. A este respecto existen dos tablillas con contenido idéntico, una proveniente de Nippur, antigua ciudad sumeria cuyos primeros restos datan del V milenio a. C., en cuyo interior se hallaba el templo principal del dios del cielo y de la creación Enlil, regidor del Cosmos.
Una de las tablillas está en el museo de la Universidad de Filadelfia, y la otra en el museo del Louvre. Ambas aportan luz sobre los hechos acaecidos. En dichas tablillas se puede leer que mientras Enki reposa, Nammu le hace saber la situación de angustia que los dioses están sufriendo, intercediendo para que lleve a cabo lo propuesto en la Asamblea. Nammu es la diosa sumeria que identifica al “abismo de las aguas” en el océano primigenio
Se considera que Nammu fue la primera deidad y el origen del todo. Diosa del nacimiento, su lugar de culto se centraba en la ciudad de Ur. En muchos textos es identificada como consorte de Anu y madre de Enki. En el Poema de Enki y Ninmah la respuesta de Enki explica que el hombre no fue creado por Dios de la nada así como que tampoco fue el resultado de una lenta evolución.
Sobre la base de una criatura ya existente en el ecosistema terrestre, probablemente un homínido, Enki decidió aplicar los cambios genéticos necesarios para mejorar su inteligencia, de tal manera que pudiera hacerse cargo de las tareas que hasta ese momento efectuaban los dioses.
En el Génesis hebreo se habla de un Dios que a partir de un «trozo de arcilla» creó al hombre, lo cual es una copia menos detallada obtenida de las fuentes originales mesopotámicas. En el Génesis leemos: “Entonces Elhoim formo al Adam del polvo de la tierra, sopló en su nariz un hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente“.
Que Enki conocía la existencia de estos homínidos está fuera de toda duda, como queda documentado en los textos que han llegado hasta nosotros. En la Epopeya de Gilgamesh se describe a este ser antecesor de los humanos, el Adama, en los siguientes versos: “Su cuerpo está todo cubierto de pelo, sus cabellos son como los de una mujer, tupidas como Nisaba brotan sus guedejas; No conoce a los humanos ni conoce país civilizado, y va vestido como el dios Sumuqan. Como las gacelas se alimenta de hierba, con las manadas abreva en las aguadas, con las bestias salvajes su corazón se deleita bebiendo“. Nisaba fue una diosa de la fertilidad en Sumeria y de la escritura y la astrología en Asiria, mientras que Sumuqan o Šakkan fue un dios babilónico y acadio de los rebaños y las bestias salvajes. La posibilidad de domesticar a, por ejemplo, el Homo erectus a través de un proceso de selección se debió desechar dado su grado de salvajismo, así como su dosis de inteligencia, lo cual planteaba dificultades para convertirlo en un trabajador esclavo.
Por otro lado, había que adaptar a este homínido para que fuese capaz de realizar determinados trabajos, para lo que necesitaba tener un cerebro suficientemente desarrollado a fin de poder realizar ciertas tareas, manipular instrumentos y comprender las ordenes que se le dieran. Enki debió ver que la solución pasaba por imprimir la huella genética de los anunnaki en este ser mediante procesos de manipulación genética.
Se considera que Nammu fue la primera deidad y el origen del todo. Diosa del nacimiento, su lugar de culto se centraba en la ciudad de Ur. En muchos textos es identificada como consorte de Anu y madre de Enki. En el Poema de Enki y Ninmah la respuesta de Enki explica que el hombre no fue creado por Dios de la nada así como que tampoco fue el resultado de una lenta evolución.
Sobre la base de una criatura ya existente en el ecosistema terrestre, probablemente un homínido, Enki decidió aplicar los cambios genéticos necesarios para mejorar su inteligencia, de tal manera que pudiera hacerse cargo de las tareas que hasta ese momento efectuaban los dioses.
En el Génesis hebreo se habla de un Dios que a partir de un «trozo de arcilla» creó al hombre, lo cual es una copia menos detallada obtenida de las fuentes originales mesopotámicas. En el Génesis leemos: “Entonces Elhoim formo al Adam del polvo de la tierra, sopló en su nariz un hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente“.
Que Enki conocía la existencia de estos homínidos está fuera de toda duda, como queda documentado en los textos que han llegado hasta nosotros. En la Epopeya de Gilgamesh se describe a este ser antecesor de los humanos, el Adama, en los siguientes versos: “Su cuerpo está todo cubierto de pelo, sus cabellos son como los de una mujer, tupidas como Nisaba brotan sus guedejas; No conoce a los humanos ni conoce país civilizado, y va vestido como el dios Sumuqan. Como las gacelas se alimenta de hierba, con las manadas abreva en las aguadas, con las bestias salvajes su corazón se deleita bebiendo“. Nisaba fue una diosa de la fertilidad en Sumeria y de la escritura y la astrología en Asiria, mientras que Sumuqan o Šakkan fue un dios babilónico y acadio de los rebaños y las bestias salvajes. La posibilidad de domesticar a, por ejemplo, el Homo erectus a través de un proceso de selección se debió desechar dado su grado de salvajismo, así como su dosis de inteligencia, lo cual planteaba dificultades para convertirlo en un trabajador esclavo.
Por otro lado, había que adaptar a este homínido para que fuese capaz de realizar determinados trabajos, para lo que necesitaba tener un cerebro suficientemente desarrollado a fin de poder realizar ciertas tareas, manipular instrumentos y comprender las ordenes que se le dieran. Enki debió ver que la solución pasaba por imprimir la huella genética de los anunnaki en este ser mediante procesos de manipulación genética.
Enki y Ninhursag elaboraron un plan para diseñar al ser que originalmente partiría con la función de ser un «siervo de los dioses». Según se desprende de los propios textos sumerios, los dioses consideraban al ser humano como un mal necesario, cuya función era la de ser su trabajador esclavo. Los dioses fueron crueles con los humanos, a los que había que gobernar con mano dura.
Al fin y al cabo, hoy en día la intención de los humanos sigue siendo la misma que la de los antiguos dioses, evitar el duro trabajo, por lo que ya empiezan a ser visibles los adelantos tecnológicos que en pocos años se supone convertirán a los robots en servidores de los humanos. Para la realización del plan, Enki pidió la utilización de un joven dios anunnaki, en concreto el que había liderado la rebelión, para mezclar su sangre, en realidad su código genético, con el del homínido y, de esta manera, crear los primeros seres humanos.
Según el Enuma Elish: “Que se me entregue a uno de sus hermanos, este tendrá que perecer, para que así se puedan formar los hombres“. En el caso cristiano, en aras de la defensa de una doctrina monoteísta que postula la existencia de un Dios único, se omitieron las referencias originales a diferentes dioses. En lugar de ello, se apostó por nuevas denominaciones para estos seres, como el de ángeles y demonios, a los que se les atribuye un carácter incorpóreo, algo cuestionable cuando se analizan los propios textos bíblicos, en donde dichos ángeles se muestran como seres con un cuerpo físico tan material como el nuestro y con necesidades muy humanas.
Estos seres provenientes del espacio poseían el conocimiento tecnológico suficiente para crear a un nuevo ser, lo que con los conocimientos actuales resulta claramente factible. Cuando el sacerdote babilonio Beroso escribió para los griegos sobre la cosmogonía y los relatos de la creación mesopotámicos, habló de una etapa pre-humana en la que coexistían seres humanos que nacían con dos y cuatro alas, con cuernos, o con órganos masculinos y femeninos al mismo tiempo. También habla de hombres con dos cabezas y describe a una bestia, con el nombre de Oannes, cuyo cuerpo tenía forma de pez y al que le había crecido una cabeza humana debajo de la cabeza de pez, a la vez que portaba unos pies humanos en vez de la cola, lo que recuerda algún tipo de escafandra transparente.
Otras figuras humanas estaban provistas con patas y cuernos de cabra, mientras que otras tenían cuerpo de caballo, pero con el torso, brazos y cabeza de hombre, a modo de centauros. Asimismo había quienes tenían cuerpos de toro con cabezas humanas. Todo ello parece indicar una serie de experimentos genéticos variados. En efecto, las esfinges egipcias, animales con cabeza humana, así como los monstruos de la mitología griega, inclusive el célebre Minotauro, quieren transmitir un mensaje sobre ese periodo ancestral en el que estos dioses o seres extraterrestres se dedicaron a la experimentación genética, dando como resultado todo tipo de organismos, hasta que finalmente consiguieron crear al ser vivo que se convertirá en lo que hoy en día es el Homo sapiens.
Al fin y al cabo, hoy en día la intención de los humanos sigue siendo la misma que la de los antiguos dioses, evitar el duro trabajo, por lo que ya empiezan a ser visibles los adelantos tecnológicos que en pocos años se supone convertirán a los robots en servidores de los humanos. Para la realización del plan, Enki pidió la utilización de un joven dios anunnaki, en concreto el que había liderado la rebelión, para mezclar su sangre, en realidad su código genético, con el del homínido y, de esta manera, crear los primeros seres humanos.
Según el Enuma Elish: “Que se me entregue a uno de sus hermanos, este tendrá que perecer, para que así se puedan formar los hombres“. En el caso cristiano, en aras de la defensa de una doctrina monoteísta que postula la existencia de un Dios único, se omitieron las referencias originales a diferentes dioses. En lugar de ello, se apostó por nuevas denominaciones para estos seres, como el de ángeles y demonios, a los que se les atribuye un carácter incorpóreo, algo cuestionable cuando se analizan los propios textos bíblicos, en donde dichos ángeles se muestran como seres con un cuerpo físico tan material como el nuestro y con necesidades muy humanas.
Estos seres provenientes del espacio poseían el conocimiento tecnológico suficiente para crear a un nuevo ser, lo que con los conocimientos actuales resulta claramente factible. Cuando el sacerdote babilonio Beroso escribió para los griegos sobre la cosmogonía y los relatos de la creación mesopotámicos, habló de una etapa pre-humana en la que coexistían seres humanos que nacían con dos y cuatro alas, con cuernos, o con órganos masculinos y femeninos al mismo tiempo. También habla de hombres con dos cabezas y describe a una bestia, con el nombre de Oannes, cuyo cuerpo tenía forma de pez y al que le había crecido una cabeza humana debajo de la cabeza de pez, a la vez que portaba unos pies humanos en vez de la cola, lo que recuerda algún tipo de escafandra transparente.
Otras figuras humanas estaban provistas con patas y cuernos de cabra, mientras que otras tenían cuerpo de caballo, pero con el torso, brazos y cabeza de hombre, a modo de centauros. Asimismo había quienes tenían cuerpos de toro con cabezas humanas. Todo ello parece indicar una serie de experimentos genéticos variados. En efecto, las esfinges egipcias, animales con cabeza humana, así como los monstruos de la mitología griega, inclusive el célebre Minotauro, quieren transmitir un mensaje sobre ese periodo ancestral en el que estos dioses o seres extraterrestres se dedicaron a la experimentación genética, dando como resultado todo tipo de organismos, hasta que finalmente consiguieron crear al ser vivo que se convertirá en lo que hoy en día es el Homo sapiens.
El Popol Vuh, el libro sagrado de los indios quichés, que formaban parte de la gran familia maya, viene a corroborar que el hombre fue una creación de los Poderosos Maestros Gigantes venidos de los cielos. Es como mínimo sorprendente que una nueva criatura llegase a ser física, emocional y mentalmente una réplica de los anunnaki. Podemos imaginar, en base a los conocimientos que tenemos actualmente sobre reproducción asistida, clonación y células madre, cual pudo ser la secuencia de los hechos.
En el relato de la creación en el Génesis hebreo se cuenta la manera en que Eva, la hembra de la especie, fue creada a partir de una costilla del Adán, mediante una intervención quirúrgica con anestesia. En efecto, en el Génesis se dice: “Hizo pues Yahvé caer sobre el hombre un profundo sopor; Y dormido, tomó una de sus costillas, cerrando en su lugar con carne, y de la costilla que del hombre tomara, formó Yahvé a la mujer, y se la presentó al hombre“.
Samuel Noah Kramer, una de las principales autoridades en asiriología, indica que la denominación Eva significa «aquella que tiene vida», sugiriendo que el relato bíblico sobre su origen a partir de una costilla de Adán proviene, con gran probabilidad, de la palabra sumeria TI, que significa tanto «vida» como «costilla». Es curioso que Enki y Ninhursag, en la creación del ser humano, trabajasen en un lugar que en lenguaje acadio se denomina Bit Shimti, lugar en donde se otorga el aliento de la vida, lo que tal vez se refiera a un laboratorio de ingeniería genética. Asimismo, el Paraíso terrenal es uno de los temas más misteriosos de la humanidad.
El Paraíso terrenal es el nombre que en la tradición bíblica se dio al Jardín del Edén, el supuesto lugar en donde Adán y Eva, nuestros supuestos primeros padres, no conocían el dolor, el hambre y la muerte, hasta que Dios los expulsó por haber cometido el llamado pecado original, ya que habían comido el fruto prohibido del árbol del conocimiento del bien y del mal. Con este acto, la entrada al Paraíso se prohibió a Adán y Eva, pero también a la humanidad, hasta el día del Juicio Final. Al menos, esto es lo que dice la doctrina oficial de la Iglesia católica.
Pero, ¿existió realmente el Paraíso terrenal? ¿dónde estaba situado? Ante todo debemos verificar el valor histórico de las fuentes bíblicas. Se había considerado que la Biblia mostraba temas míticos, que no respondían a la realidad. Pero los distintos hallazgos arqueológicos han ido dando la razón a los escritos bíblicos. Por ejemplo, se decía que el rey Sargón de Asiria, cuyo nombre aparece en el Libro de Isaías, nunca había existido. Sin embargo, en el año 1843, cerca de la ciudad iraquí de Korsabad se descubrió el palacio de Sargón II, siendo éste, hoy en día, uno de los reyes asirios más conocidos.
Sargón II fue rey de Asiria durante el Imperio nuevo y ascendió al trono después de la muerte de Salmanasar V. Probablemente era un usurpador, aunque pretendía ser hijo de Tiglatpileser III. En cualquier caso, se apoderó del trono por la violencia y su advenimiento supuso una ruptura con el pasado, pues en ninguna de sus inscripciones se hace mención de sus predecesores. Fue un rey poderoso, un gran conquistador y el fundador de la más importante dinastía de gobernantes asirios, bajo los cuales el imperio alcanzó sus más grandes triunfos.
En el relato de la creación en el Génesis hebreo se cuenta la manera en que Eva, la hembra de la especie, fue creada a partir de una costilla del Adán, mediante una intervención quirúrgica con anestesia. En efecto, en el Génesis se dice: “Hizo pues Yahvé caer sobre el hombre un profundo sopor; Y dormido, tomó una de sus costillas, cerrando en su lugar con carne, y de la costilla que del hombre tomara, formó Yahvé a la mujer, y se la presentó al hombre“.
Samuel Noah Kramer, una de las principales autoridades en asiriología, indica que la denominación Eva significa «aquella que tiene vida», sugiriendo que el relato bíblico sobre su origen a partir de una costilla de Adán proviene, con gran probabilidad, de la palabra sumeria TI, que significa tanto «vida» como «costilla». Es curioso que Enki y Ninhursag, en la creación del ser humano, trabajasen en un lugar que en lenguaje acadio se denomina Bit Shimti, lugar en donde se otorga el aliento de la vida, lo que tal vez se refiera a un laboratorio de ingeniería genética. Asimismo, el Paraíso terrenal es uno de los temas más misteriosos de la humanidad.
El Paraíso terrenal es el nombre que en la tradición bíblica se dio al Jardín del Edén, el supuesto lugar en donde Adán y Eva, nuestros supuestos primeros padres, no conocían el dolor, el hambre y la muerte, hasta que Dios los expulsó por haber cometido el llamado pecado original, ya que habían comido el fruto prohibido del árbol del conocimiento del bien y del mal. Con este acto, la entrada al Paraíso se prohibió a Adán y Eva, pero también a la humanidad, hasta el día del Juicio Final. Al menos, esto es lo que dice la doctrina oficial de la Iglesia católica.
Pero, ¿existió realmente el Paraíso terrenal? ¿dónde estaba situado? Ante todo debemos verificar el valor histórico de las fuentes bíblicas. Se había considerado que la Biblia mostraba temas míticos, que no respondían a la realidad. Pero los distintos hallazgos arqueológicos han ido dando la razón a los escritos bíblicos. Por ejemplo, se decía que el rey Sargón de Asiria, cuyo nombre aparece en el Libro de Isaías, nunca había existido. Sin embargo, en el año 1843, cerca de la ciudad iraquí de Korsabad se descubrió el palacio de Sargón II, siendo éste, hoy en día, uno de los reyes asirios más conocidos.
Sargón II fue rey de Asiria durante el Imperio nuevo y ascendió al trono después de la muerte de Salmanasar V. Probablemente era un usurpador, aunque pretendía ser hijo de Tiglatpileser III. En cualquier caso, se apoderó del trono por la violencia y su advenimiento supuso una ruptura con el pasado, pues en ninguna de sus inscripciones se hace mención de sus predecesores. Fue un rey poderoso, un gran conquistador y el fundador de la más importante dinastía de gobernantes asirios, bajo los cuales el imperio alcanzó sus más grandes triunfos.
Asiria, que fue un poderoso imperio, es mencionada frecuentemente en la Biblia, y los hallazgos arqueológicos realizados allí muestran que la Biblia estaba en lo cierto. Por ejemplo, tenemos el caso de Nínive, que es mencionada por primera vez alrededor de 1800 a.C. como una ciudad con un templo dedicado a la diosa Ishtar, en buena parte responsable de la importancia que adquirió la ciudad.
Nínive también se menciona en la Biblia, como una ciudad edificada por el rey Nimrod, bisnieto de Noé, en el Génesis, y considerado el “padre” de las dinastías monárquicas. En el siglo XIX, el cónsul francés en Mosul empezó a buscar en los grandes montículos que había en la otra orilla del río y los árabes que empleó en esas excavaciones llegaron a una edificación en el montículo de Khorsabad. Investigaciones posteriores del edificio demostraron que se trataba del palacio real de Sargón II, que se exploró en profundidad en busca de esculturas y otras reliquias. En 1847, el joven aventurero británico Sir Austen Henry Layard exploró las ruinas.
En el montículo Kouyunjik redescubrió el palacio de Senaquerib, que tenía 71 habitaciones y colosales bajorrelieves. También desenterró el palacio y la famosa biblioteca de Asurbanipal que contenía 22.000 tablillas. El estudio de la arqueología de Nínive revela el poder y la gloria de la antigua Asiria durante los reinados de Esarhaddon (681-669 a. C.) y Asurbanipal (669-626 a. C.).
Las excavaciones efectuada en Nínive dejaron al descubierto una losa esculpida, procedente del palacio de Senaquerib, que muestra a guerreros asirios llevando cautivos a los israelitas tras la caída de Lakis, en el 732 a.C., tal como podemos leer en Reyes.
Asimismo, las crónicas de Senaquerib, también encontradas en Nínive, narran su campaña militar durante el reinado de Ezequías, rey de Judá, mencionándolo por su nombre. Senaquerib presume de sus muchas victorias pero no menciona en absoluto la toma de Jerusalén, algo que coincide con el registro bíblico que dice que este rey sufrió una gran derrota a manos de Yahvé en sus cercanías. Según los escritos bíblicos Reyes, Crónicas e Isaías, cuando Ezequías vio la devastación de Judá intentó pactar la paz en Laquis, pagando el tributo antes del asedio a Jerusalén. Pero aun así Senaquerib envió un numeroso ejército contra Jerusalén e intentó convencer a sus habitantes de someterse antes de devastar la ciudad.
Ezequías, entonces, clamó a Yahvé, quien le respondió por intermedio del profeta Isaías diciéndole que Él mismo devolvería a Senaquerib por donde había llegado y que los habitantes de Jerusalén durante 2 años comerían de esa victoria, lo cual cumplió enviando un ángel que mató esa noche a 185.000 de los soldados que acampaban fuera de Jerusalén. Tras esto, Senaquerib mandó regresar a su ejército; y por su parte Ezequías fue prosperando y en su vida no vio más desolación en Judá. Por intermedio de Isaías supo que posteriormente vendría una gran devastación desde Babilonia, que ocurrió alrededor de cien años después con la destrucción del Templo de Salomón por los babilonios, a manos del rey Nabucodonosor.
Nínive también se menciona en la Biblia, como una ciudad edificada por el rey Nimrod, bisnieto de Noé, en el Génesis, y considerado el “padre” de las dinastías monárquicas. En el siglo XIX, el cónsul francés en Mosul empezó a buscar en los grandes montículos que había en la otra orilla del río y los árabes que empleó en esas excavaciones llegaron a una edificación en el montículo de Khorsabad. Investigaciones posteriores del edificio demostraron que se trataba del palacio real de Sargón II, que se exploró en profundidad en busca de esculturas y otras reliquias. En 1847, el joven aventurero británico Sir Austen Henry Layard exploró las ruinas.
En el montículo Kouyunjik redescubrió el palacio de Senaquerib, que tenía 71 habitaciones y colosales bajorrelieves. También desenterró el palacio y la famosa biblioteca de Asurbanipal que contenía 22.000 tablillas. El estudio de la arqueología de Nínive revela el poder y la gloria de la antigua Asiria durante los reinados de Esarhaddon (681-669 a. C.) y Asurbanipal (669-626 a. C.).
Las excavaciones efectuada en Nínive dejaron al descubierto una losa esculpida, procedente del palacio de Senaquerib, que muestra a guerreros asirios llevando cautivos a los israelitas tras la caída de Lakis, en el 732 a.C., tal como podemos leer en Reyes.
Asimismo, las crónicas de Senaquerib, también encontradas en Nínive, narran su campaña militar durante el reinado de Ezequías, rey de Judá, mencionándolo por su nombre. Senaquerib presume de sus muchas victorias pero no menciona en absoluto la toma de Jerusalén, algo que coincide con el registro bíblico que dice que este rey sufrió una gran derrota a manos de Yahvé en sus cercanías. Según los escritos bíblicos Reyes, Crónicas e Isaías, cuando Ezequías vio la devastación de Judá intentó pactar la paz en Laquis, pagando el tributo antes del asedio a Jerusalén. Pero aun así Senaquerib envió un numeroso ejército contra Jerusalén e intentó convencer a sus habitantes de someterse antes de devastar la ciudad.
Ezequías, entonces, clamó a Yahvé, quien le respondió por intermedio del profeta Isaías diciéndole que Él mismo devolvería a Senaquerib por donde había llegado y que los habitantes de Jerusalén durante 2 años comerían de esa victoria, lo cual cumplió enviando un ángel que mató esa noche a 185.000 de los soldados que acampaban fuera de Jerusalén. Tras esto, Senaquerib mandó regresar a su ejército; y por su parte Ezequías fue prosperando y en su vida no vio más desolación en Judá. Por intermedio de Isaías supo que posteriormente vendría una gran devastación desde Babilonia, que ocurrió alrededor de cien años después con la destrucción del Templo de Salomón por los babilonios, a manos del rey Nabucodonosor.
Según Isaías, tras esta humillación Senaquerib regresó a Nínive, en donde fue traicionado y asesinado por sus hijos. El registro de su asesinato aparece en un par de inscripciones cuneiformes asirias. Otras inscripciones asirias también mencionan los nombres bíblicos de Acaz y Maneses, reyes de Judá, y los de Omri, Jehu, Jehoas, Manahem y Hossea, reyes de Israel. El Reino de Judá fue creado a partir de los territorios que formaban parte del reino de Israel, dominio que durante los reinados de Saúl, David y Salomón constituyó una monarquía unificada. Tras la muerte de Salomón, el territorio israelita fue dividido y del reino inicial surgieron otros dos.
Uno fue el reino de Judá en su porción sur y otro, denominado una vez más reino de Israel, pero abarcando solo la porción norte del territorio en cuestión. Establecido en Judea, el reino de Judá suele también ser conocido como el reino del sur, para distinguirlo así de la otra monarquía, establecida en el norte, es decir, el reino de Israel que comprendía Samaria y Galilea, y cuya existencia tuvo lugar en tiempos de la así denominada monarquía hebrea dividida. Otro ejemplo lo encontramos en los trabajos arqueológicos llevados a cabo en las ruinas de Nínive, la antigua ciudad de Babilonia, que sacó a la luz unas trescientas tablillas escritas con caracteres cuneiformes, que se remontaban al reinado de Nabucodonosor.
Según Reyes, entre los muchos nombres que aparecen está el de Yaukin, rey de la tierra de Yahud, palabras con las que se alude a Joaquín, rey de la tierra de Judá, el cual fue deportado a Babilonia con toda su familia cuando Nabucodonosor conquistó Jerusalén por primera vez en el 617 a.C. Algunos investigadores creen que los hebreos no poseían alfabeto alguno, pese a que en Números, Josué e Isaías podemos leer lo contrario. Pero en el año 2005 se descubrió una antigua ciudad hebrea del siglo X a.C., en Tel Zavit, Israel, en donde los arqueólogos han encontrado una piedra caliza grabada con un alfabeto arcaico, que indicaría que los hebreos de aquel tiempo ya conocían la escritura y , por lo tanto, podían escribir y registrar su propia historia.
Existen evidencias suficientes de que los escritos bíblicos no son relatos sin fundamento alguno, sino que han demostrado su gran valor histórico, en base a los hallazgos arqueológicos. Sobre el Paraíso terrenal, el Génesis comienza haciendo una descripción de la existencia de un jardín plantado artificialmente, situado al este de un punto desconocido. Según el Génesis: “Plantó luego Yahvé un jardín en Edén, al Oriente, y allí puso al hombre a quien formara. Hizo Yahvé brotar en él de la tierra toda clase de árboles hermosos a la vista y sabrosos al paladar, y en el medio del jardín el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal“.
Uno fue el reino de Judá en su porción sur y otro, denominado una vez más reino de Israel, pero abarcando solo la porción norte del territorio en cuestión. Establecido en Judea, el reino de Judá suele también ser conocido como el reino del sur, para distinguirlo así de la otra monarquía, establecida en el norte, es decir, el reino de Israel que comprendía Samaria y Galilea, y cuya existencia tuvo lugar en tiempos de la así denominada monarquía hebrea dividida. Otro ejemplo lo encontramos en los trabajos arqueológicos llevados a cabo en las ruinas de Nínive, la antigua ciudad de Babilonia, que sacó a la luz unas trescientas tablillas escritas con caracteres cuneiformes, que se remontaban al reinado de Nabucodonosor.
Según Reyes, entre los muchos nombres que aparecen está el de Yaukin, rey de la tierra de Yahud, palabras con las que se alude a Joaquín, rey de la tierra de Judá, el cual fue deportado a Babilonia con toda su familia cuando Nabucodonosor conquistó Jerusalén por primera vez en el 617 a.C. Algunos investigadores creen que los hebreos no poseían alfabeto alguno, pese a que en Números, Josué e Isaías podemos leer lo contrario. Pero en el año 2005 se descubrió una antigua ciudad hebrea del siglo X a.C., en Tel Zavit, Israel, en donde los arqueólogos han encontrado una piedra caliza grabada con un alfabeto arcaico, que indicaría que los hebreos de aquel tiempo ya conocían la escritura y , por lo tanto, podían escribir y registrar su propia historia.
Existen evidencias suficientes de que los escritos bíblicos no son relatos sin fundamento alguno, sino que han demostrado su gran valor histórico, en base a los hallazgos arqueológicos. Sobre el Paraíso terrenal, el Génesis comienza haciendo una descripción de la existencia de un jardín plantado artificialmente, situado al este de un punto desconocido. Según el Génesis: “Plantó luego Yahvé un jardín en Edén, al Oriente, y allí puso al hombre a quien formara. Hizo Yahvé brotar en él de la tierra toda clase de árboles hermosos a la vista y sabrosos al paladar, y en el medio del jardín el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal“.
El relato del Génesis continúa con una descripción mucho más detallada en la que se refiere a datos geográficos más concretos: “Salía de Edén un rio que regaba el jardín, y de allí se partía en cuatro brazos. El primero se llamaba Pisón, y es el que rodea toda la tierra de Evila, donde abunda el oro, un oro muy fino, y además también bedelio y ágata. Y el segundo se llama Guijón, y es el que rodea toda la tierra de Cus. El tercero se llama Tigris y corre al oriente de Asiria.
El cuarto es el Éufrates”. En cuanto leemos referencias al Tigris y al Éufrates podemos situarnos en un área muy determinada, Mesopotamia, que significa literalmente «la tierra entre ríos». Se sabe que los dos ríos nacen en los montes Tauro, en la meseta de Anatolia, en la Turquía Oriental, y discurren a lo largo del Irak actual, desembocando sus aguas en el golfo Pérsico. Los montes Tauro son una cadena montañosa situada en el sur de Turquía. Se extienden a lo largo de una curva desde el lago Egridir, en el oeste, hacia el curso alto del río Éufrates, en el este, formando un arco que transcurre paralelo al mar Mediterráneo, que constituye el límite sur de la meseta de Anatolia.
Al este, se dividen en una rama, Antitauro, que sigue hacia el nordeste hasta el nacimiento del Éufrates, y otra rama, Tauro oriental, que pasa al sur del lago Van y al norte del río Tigris, y que es atravesada por el Éufrates en su descenso hacia Siria. La cordillera tiene varios picos de altura superior a los 3000 metros.
El paso era conocido en la antigüedad como las Puertas Cilicias y cruza la parte central de los montes Tauro, al norte de la ciudad de Tarso. La caliza se ha erosionado formando paisajes kársticos de cascadas, ríos subterráneos y algunas de las mayores cavernas de Asia. La cordillera de los montes Tauro forma una barrera climática entre la meseta de Anatolia, de clima continental, y la costa del sur, de clima mediterráneo. Podemos decir que tenemos una zona acotada para situar el emplazamiento del Jardín del Edén, que debería estar ubicado en Mesopotamia o en sus cercanías, en la zona de la cabecera de ambos ríos.
Pero hay otros dos ríos de los que habla la Biblia, el Pisón y el Guijón, de los que no se tienen noticias. lo que complica encontrar la exacta ubicación del Paraíso. En efecto, actualmente no hay rastro alguno de los otros dos ríos nombrados por la Biblia, que coincidan en un área más o menos próxima a la cabecera de los ríos Éufrates y Tigris, por lo que tal vez hubo cambios geológicos y climáticos que produjeron una desertización de la zona a lo largo del tiempo, por lo que ambos ríos habrían desaparecido.
El cuarto es el Éufrates”. En cuanto leemos referencias al Tigris y al Éufrates podemos situarnos en un área muy determinada, Mesopotamia, que significa literalmente «la tierra entre ríos». Se sabe que los dos ríos nacen en los montes Tauro, en la meseta de Anatolia, en la Turquía Oriental, y discurren a lo largo del Irak actual, desembocando sus aguas en el golfo Pérsico. Los montes Tauro son una cadena montañosa situada en el sur de Turquía. Se extienden a lo largo de una curva desde el lago Egridir, en el oeste, hacia el curso alto del río Éufrates, en el este, formando un arco que transcurre paralelo al mar Mediterráneo, que constituye el límite sur de la meseta de Anatolia.
Al este, se dividen en una rama, Antitauro, que sigue hacia el nordeste hasta el nacimiento del Éufrates, y otra rama, Tauro oriental, que pasa al sur del lago Van y al norte del río Tigris, y que es atravesada por el Éufrates en su descenso hacia Siria. La cordillera tiene varios picos de altura superior a los 3000 metros.
El paso era conocido en la antigüedad como las Puertas Cilicias y cruza la parte central de los montes Tauro, al norte de la ciudad de Tarso. La caliza se ha erosionado formando paisajes kársticos de cascadas, ríos subterráneos y algunas de las mayores cavernas de Asia. La cordillera de los montes Tauro forma una barrera climática entre la meseta de Anatolia, de clima continental, y la costa del sur, de clima mediterráneo. Podemos decir que tenemos una zona acotada para situar el emplazamiento del Jardín del Edén, que debería estar ubicado en Mesopotamia o en sus cercanías, en la zona de la cabecera de ambos ríos.
Pero hay otros dos ríos de los que habla la Biblia, el Pisón y el Guijón, de los que no se tienen noticias. lo que complica encontrar la exacta ubicación del Paraíso. En efecto, actualmente no hay rastro alguno de los otros dos ríos nombrados por la Biblia, que coincidan en un área más o menos próxima a la cabecera de los ríos Éufrates y Tigris, por lo que tal vez hubo cambios geológicos y climáticos que produjeron una desertización de la zona a lo largo del tiempo, por lo que ambos ríos habrían desaparecido.
Como ejemplo de cambios climáticos en la zona mesopotámica, podemos decir que el imperio Acadio se estableció en el 2340 a.C. en Mesopotamia, región que abarca la llanura aluvial situada entre los ríos Tigris y Éufrates. Se trata del primer imperio del cual se tiene constancia, que conectaba las pequeñas poblaciones agrícolas del norte de Mesopotamia con las ciudades-estado situadas en el sur. Su economía dependía principalmente de la agricultura y del comercio de larga distancia con los pueblos mediterráneos. A pesar de ser una civilización avanzada, se sabe que el imperio Acadio sufrió un colapso en torno al 2200 a.C., tras apenas 180 años de existencia.
Una gran parte del imperio quedó despoblada y parece que tan sólo las principales ciudades mantuvieron una población relativamente estable. Este colapso puede atribuirse primariamente a causas sociopolíticas internas, pues las instituciones imperiales se había desgastado durante un reinado débil, así como un periodo de revuelta popular y descentralización del poder. Sin embargo, se ha encontrado una gran abundancia de sedimento eólico coincidente con la caída del imperio Acadio, que se ha interpretado como indicador de una súbita mayor aridez.
Este fenómeno se ha interpretado como el efecto de un cambio en los vientos del Oeste mediterráneos, que habría provocado una reducción severa de las precipitaciones, como ha puesto de manifiesto el climatólogo y profesor universitario norteamericano Raymond S. Bradley. Además, se ha datado un nivel de cenizas volcánicas también coincidente con la caída del Imperio Acadio, siendo posible que el vulcanismo jugara un papel reforzador de la sequía.
Se considera que esta mayor aridez fue el factor que desencadenó la caída del imperio Acadio, pues provocó una severa sequía que, además de reducir la cantidad de alimento disponible, desplazó a varias tribus que habitaban los Montes Zagros, la cadena montañosa más larga de Irak y de Irán, y que pasaron a ocupar el territorio imperial. Su invasión fue el golpe de gracia que terminó por provocar el colapso del Imperio Acadio, ya debilitado por el brusco cambio climático y problemas sociopolíticos internos. Respecto al tercer río al que se refiere la Biblia, el Guijón, encontramos varias referencias.
La primera referencia habla del reino de Cush, que identifica a zonas de Etiopía, y en donde denominan así al Nilo Azul. Kush es la palabra egipcia para Nubia. Está recogida desde el Imperio Medio. Las investigaciones sobre Nubia se llevaron a cabo en tres etapas. En la primera mitad del siglo XIX algunos europeos visitaron Sudán, informaron de las ruinas y llevaron algunos hallazgos a Europa. El más importante fue Giuseppe Ferlini, que destrozó muchas pirámides en Meroe en su búsqueda de tesoros, que concluyó con el hallazgo del tesoro de Amanishakheto. La expedición de Lepsius dibujó, escribió y publicó sobre muchos lugares, templos y pirámides. Muchos templos documentados no se conservan en la actualidad, así que sus notas son muy valiosas.
Una gran parte del imperio quedó despoblada y parece que tan sólo las principales ciudades mantuvieron una población relativamente estable. Este colapso puede atribuirse primariamente a causas sociopolíticas internas, pues las instituciones imperiales se había desgastado durante un reinado débil, así como un periodo de revuelta popular y descentralización del poder. Sin embargo, se ha encontrado una gran abundancia de sedimento eólico coincidente con la caída del imperio Acadio, que se ha interpretado como indicador de una súbita mayor aridez.
Este fenómeno se ha interpretado como el efecto de un cambio en los vientos del Oeste mediterráneos, que habría provocado una reducción severa de las precipitaciones, como ha puesto de manifiesto el climatólogo y profesor universitario norteamericano Raymond S. Bradley. Además, se ha datado un nivel de cenizas volcánicas también coincidente con la caída del Imperio Acadio, siendo posible que el vulcanismo jugara un papel reforzador de la sequía.
Se considera que esta mayor aridez fue el factor que desencadenó la caída del imperio Acadio, pues provocó una severa sequía que, además de reducir la cantidad de alimento disponible, desplazó a varias tribus que habitaban los Montes Zagros, la cadena montañosa más larga de Irak y de Irán, y que pasaron a ocupar el territorio imperial. Su invasión fue el golpe de gracia que terminó por provocar el colapso del Imperio Acadio, ya debilitado por el brusco cambio climático y problemas sociopolíticos internos. Respecto al tercer río al que se refiere la Biblia, el Guijón, encontramos varias referencias.
La primera referencia habla del reino de Cush, que identifica a zonas de Etiopía, y en donde denominan así al Nilo Azul. Kush es la palabra egipcia para Nubia. Está recogida desde el Imperio Medio. Las investigaciones sobre Nubia se llevaron a cabo en tres etapas. En la primera mitad del siglo XIX algunos europeos visitaron Sudán, informaron de las ruinas y llevaron algunos hallazgos a Europa. El más importante fue Giuseppe Ferlini, que destrozó muchas pirámides en Meroe en su búsqueda de tesoros, que concluyó con el hallazgo del tesoro de Amanishakheto. La expedición de Lepsius dibujó, escribió y publicó sobre muchos lugares, templos y pirámides. Muchos templos documentados no se conservan en la actualidad, así que sus notas son muy valiosas.
La segunda referencia apunta al río Karún, que inicia su recorrido en el sudoeste de Irán, para después de hacer un gran giro hacia el norte, para terminar en las proximidades del Tigris y del Éufrates en el golfo Pérsico. En dos de las varias teorías que compiten sobre los orígenes y la localización del Jardín del Edén, el Karún se cree que es el río Guijón que está descrito en el libro bíblico del Génesis.
El arqueólogo Juris Zarins ubica el Jardín del Edén en la punta norte del Golfo Pérsico, alimentado por los cuatro ríos Tigris, Éufrates, Guijón (Karún) y Pisón (Wadi Al-Batin). Pero todas estas identificaciones podrían ser erróneas. Por ejemplo, Cush o Kush también podría referirse a un reino nombrado en las inscripciones asirias como Kusu, un antiguo nombre de Armenia, que era la tierra de los kusai, situada en el norte de Siria, de donde procedía la raza de caballos kusai. George Smith, asiriólogo inglés, en su Historia Caldea del Génesis sugiere que el padre de Nimrod, el supuesto constructor de la Torre de Babel, era de Cush y que esto podría ser una alusión a las tierras de Kusu. Nimrod asimismo es una figura legendaria del folklore popular armenio, íntimamente conectada con el patriarca Abraham, cuya ciudad natal era Edesa, la moderna Sanliurfa, situada a tan solo 13 kilómetros de Gobekli Tepe, un misterioso lugar del que hablaremos más adelante.
Se sabe que el reino de Armenia, en el siglo I a.C. era famoso por sus caballos, de lo que se puede concluir que la tierra de Kusu, de donde provenían los caballos kusai , debía estar situada en las tierras altas armenias, lo que daría sentido a que el rio Guijón en realidad fuese el rio Araxes, el moderno río Aras, que es un largo río asiático de las montañas de la Meseta Armenia, el principal afluente del Kurá, que desagua en el mar Caspio.
Discurre en su curso alto por Turquía, haciendo de frontera entre Turquía, Armenia, Irán y Azerbaiyán, donde finalmente se adentra. Tiene una longitud de 1072 km, que lo sitúan entre los 90 ríos más largos de Asia, y drena una amplia cuenca del Cáucaso Menor de 102.000 km². El valle del río es una de las históricas vías de acceso a Armenia y ha estado ocupado desde tiempos prehistóricos. En la tradición armenia, el río lleva el nombre de Arast, un bisnieto del legendario patriarca armenio Haik.
El nombre fue más tarde helenizado como Araxes y fue aplicado a la cultura Kurá-Araxes, un pueblo prehistórico cuya civilización floreció en los valles del Kurá y del Aras. El historiador griego Heródoto parece haber confundido tres ríos Araxes. El río también se menciona en el último capítulo VIII de la Eneida de Virgilio, como «enojado con el puente», ya que los romanos construyeron un puente sobre él, por el que luego conquistaron la zona. También algunos han asociado el río Aras con los no identificados Gihon (Guijón) y Pisón, ríos mencionados en el segundo capítulo del Génesis bíblico.
El arqueólogo Juris Zarins ubica el Jardín del Edén en la punta norte del Golfo Pérsico, alimentado por los cuatro ríos Tigris, Éufrates, Guijón (Karún) y Pisón (Wadi Al-Batin). Pero todas estas identificaciones podrían ser erróneas. Por ejemplo, Cush o Kush también podría referirse a un reino nombrado en las inscripciones asirias como Kusu, un antiguo nombre de Armenia, que era la tierra de los kusai, situada en el norte de Siria, de donde procedía la raza de caballos kusai. George Smith, asiriólogo inglés, en su Historia Caldea del Génesis sugiere que el padre de Nimrod, el supuesto constructor de la Torre de Babel, era de Cush y que esto podría ser una alusión a las tierras de Kusu. Nimrod asimismo es una figura legendaria del folklore popular armenio, íntimamente conectada con el patriarca Abraham, cuya ciudad natal era Edesa, la moderna Sanliurfa, situada a tan solo 13 kilómetros de Gobekli Tepe, un misterioso lugar del que hablaremos más adelante.
Se sabe que el reino de Armenia, en el siglo I a.C. era famoso por sus caballos, de lo que se puede concluir que la tierra de Kusu, de donde provenían los caballos kusai , debía estar situada en las tierras altas armenias, lo que daría sentido a que el rio Guijón en realidad fuese el rio Araxes, el moderno río Aras, que es un largo río asiático de las montañas de la Meseta Armenia, el principal afluente del Kurá, que desagua en el mar Caspio.
Discurre en su curso alto por Turquía, haciendo de frontera entre Turquía, Armenia, Irán y Azerbaiyán, donde finalmente se adentra. Tiene una longitud de 1072 km, que lo sitúan entre los 90 ríos más largos de Asia, y drena una amplia cuenca del Cáucaso Menor de 102.000 km². El valle del río es una de las históricas vías de acceso a Armenia y ha estado ocupado desde tiempos prehistóricos. En la tradición armenia, el río lleva el nombre de Arast, un bisnieto del legendario patriarca armenio Haik.
El nombre fue más tarde helenizado como Araxes y fue aplicado a la cultura Kurá-Araxes, un pueblo prehistórico cuya civilización floreció en los valles del Kurá y del Aras. El historiador griego Heródoto parece haber confundido tres ríos Araxes. El río también se menciona en el último capítulo VIII de la Eneida de Virgilio, como «enojado con el puente», ya que los romanos construyeron un puente sobre él, por el que luego conquistaron la zona. También algunos han asociado el río Aras con los no identificados Gihon (Guijón) y Pisón, ríos mencionados en el segundo capítulo del Génesis bíblico.
Pero sigue siendo una incógnita de donde viene la denominación de río Guijón. De todos modos, durante la invasión árabe del Cáucaso en el siglo VIII, el rio Aras era conocido como Gaihun, y los diccionarios persas del siglo XIX se referían al rio Araxes como el Jichon-Aras, nombres muy parecidos a Guijón.
También sabemos que el rio Aras nace en las montañas Bingöl, al igual que una rama del rio Éufrates. Bingöl, cuyo nombre significa mil lagos, es una actual ciudad al este de Turquía y capital de la provincia de Bingöl. Está rodeada de montañas y numerosos lagos glaciares. El río Ares fluye hacia el este, pasando por la base del famoso monte Ararat, uniéndose al rio Kur, antes de desembocar en el mar Caspio.
Respecto al cuarto río bíblico, el Pisón, la realidad es que la tierra de Evilá a la que se refiere es totalmente desconocida, por lo que, tal vez, el texto bíblico podría referirse a la tierra de un personaje llamado Evilá, como lo hace el Génesis, en donde se cita al tal Evilá (“hijos de Cus: Sevá, Evilá, Sabtá, Ramá y Sabtecá“) junto a Nimrod, especificando que ambos son hijos de Cush. Si estos nombres hacen referencia a unos reinos y a sus fundadores, entonces es posible que Cush sea la tierra de Kusu, antigua denominación para Armenia. Por esta razón tal vez habría que buscar allí las pistas del río Pisón.
Se sabe que Urartu es el nombre asirio de una zona montañosa ubicada entre el sureste del mar Negro y el suroeste del mar Caspio, actualmente compartida por la República Armenia, Irán y Turquía, formada luego de la caída del Imperio hitita. Incluye los grandes lagos de Van, en Turquía, donde se encuentra la antigua capital Tushpa, el lago Urmia, en Irán, y el lago Seván, en Armenia. Urartu es donde los asirios, concretamente la primera caballería de arqueros, se abastecían de caballos que podían ser montados. Posiblemente eran los primeros caballos suficientemente grandes para la caballería, ya que antes solo eran usados como tiro de carros. Urartu es uno de los primeros reinos de Armenia.
Su apogeo histórico antiguo se dio en los siglos IX y VIII a.C. El idioma local era semejante al hurrita. La proximidad con la Asiria avasalladora produjo, desde 1275 a.C., una fuerte influencia ideológica, literaria y técnica sobre Urartu. En los primeros momentos se agruparon en torno a una especie de reino confederado conocido como Nairi, pero hacia el 900 a.C. formaron una confederación bajo el gobierno de un monarca central. Gracias a unas pocas inscripciones, sabemos que el primer monarca de Urartu era Arame, seguido por Sardur I.
Otras permiten reconstruir su gran crecimiento territorial durante los reinados del mencionado Sardur I, Ishpuini y Menua, quienes lograron llegar hasta la cuenca baja del río Murat, por el oeste, el Araxes, por el norte, y al lago Urmía, por el sureste. Las técnicas asirias asimiladas tienen una buena muestra en el canal de Menua, de casi 30 km, que suministra agua de boca y riego desde el litoral sur del lago Van.
En las paredes rocosas del lago Van y en varias estelas de piedra, están escritos los anales de los reinados de Argishti I, bisnieto de Sardur I, y su hijo, Sardur II, en los que se narra la expansión hasta más allá de la gran curva del Éufrates, hasta la Comagene siria, con lo que consiguieron dominar la vieja ruta de suministros de materias primas como el hierro, desde el Tauro, el cual fue parcialmente dominado hasta Asiria
. La frontera llegó a estar casi pegada a Alepo, e incluyó el lago Seván y la rica cuenca del Araxes por el norte, colonizada y explotada por mano de obra forzada, utilizando prisioneros de guerra de la Cólquida, capturados a través de las reiteradas campañas anuales. Según los registros urartios proclaman sus victorias sobre los asirios en el lago Urmia, en el río Gran Zab y en el Alto Tigris.
También sabemos que el rio Aras nace en las montañas Bingöl, al igual que una rama del rio Éufrates. Bingöl, cuyo nombre significa mil lagos, es una actual ciudad al este de Turquía y capital de la provincia de Bingöl. Está rodeada de montañas y numerosos lagos glaciares. El río Ares fluye hacia el este, pasando por la base del famoso monte Ararat, uniéndose al rio Kur, antes de desembocar en el mar Caspio.
Respecto al cuarto río bíblico, el Pisón, la realidad es que la tierra de Evilá a la que se refiere es totalmente desconocida, por lo que, tal vez, el texto bíblico podría referirse a la tierra de un personaje llamado Evilá, como lo hace el Génesis, en donde se cita al tal Evilá (“hijos de Cus: Sevá, Evilá, Sabtá, Ramá y Sabtecá“) junto a Nimrod, especificando que ambos son hijos de Cush. Si estos nombres hacen referencia a unos reinos y a sus fundadores, entonces es posible que Cush sea la tierra de Kusu, antigua denominación para Armenia. Por esta razón tal vez habría que buscar allí las pistas del río Pisón.
Se sabe que Urartu es el nombre asirio de una zona montañosa ubicada entre el sureste del mar Negro y el suroeste del mar Caspio, actualmente compartida por la República Armenia, Irán y Turquía, formada luego de la caída del Imperio hitita. Incluye los grandes lagos de Van, en Turquía, donde se encuentra la antigua capital Tushpa, el lago Urmia, en Irán, y el lago Seván, en Armenia. Urartu es donde los asirios, concretamente la primera caballería de arqueros, se abastecían de caballos que podían ser montados. Posiblemente eran los primeros caballos suficientemente grandes para la caballería, ya que antes solo eran usados como tiro de carros. Urartu es uno de los primeros reinos de Armenia.
Su apogeo histórico antiguo se dio en los siglos IX y VIII a.C. El idioma local era semejante al hurrita. La proximidad con la Asiria avasalladora produjo, desde 1275 a.C., una fuerte influencia ideológica, literaria y técnica sobre Urartu. En los primeros momentos se agruparon en torno a una especie de reino confederado conocido como Nairi, pero hacia el 900 a.C. formaron una confederación bajo el gobierno de un monarca central. Gracias a unas pocas inscripciones, sabemos que el primer monarca de Urartu era Arame, seguido por Sardur I.
Otras permiten reconstruir su gran crecimiento territorial durante los reinados del mencionado Sardur I, Ishpuini y Menua, quienes lograron llegar hasta la cuenca baja del río Murat, por el oeste, el Araxes, por el norte, y al lago Urmía, por el sureste. Las técnicas asirias asimiladas tienen una buena muestra en el canal de Menua, de casi 30 km, que suministra agua de boca y riego desde el litoral sur del lago Van.
En las paredes rocosas del lago Van y en varias estelas de piedra, están escritos los anales de los reinados de Argishti I, bisnieto de Sardur I, y su hijo, Sardur II, en los que se narra la expansión hasta más allá de la gran curva del Éufrates, hasta la Comagene siria, con lo que consiguieron dominar la vieja ruta de suministros de materias primas como el hierro, desde el Tauro, el cual fue parcialmente dominado hasta Asiria
. La frontera llegó a estar casi pegada a Alepo, e incluyó el lago Seván y la rica cuenca del Araxes por el norte, colonizada y explotada por mano de obra forzada, utilizando prisioneros de guerra de la Cólquida, capturados a través de las reiteradas campañas anuales. Según los registros urartios proclaman sus victorias sobre los asirios en el lago Urmia, en el río Gran Zab y en el Alto Tigris.
El historiador griego Estrabón, en su obra Geografía, una enciclopedia que reúne todos los conocimientos geográficos del siglo I, deja claro que Armenia era bien conocida por sus minas de oro, y asimismo habla de las minas de Syspiritis cercanas a la localidad de Caballa. Otra pista en la búsqueda de la identidad del río Pisón, proviene de la antigua Iglesia asiria de Oriente, conocida como la Iglesia nestoriana, que considera al rio Gran Zab, un afluente del Tigris, como al río Pisón.
La información proviene desde una región situada al pie de los montes Zagros, al sureste de Turquía y en la frontera con Irán e Irak, en donde la máxima autoridad de la Iglesia nestoriana firmaba sus cartas con el siguiente enigmático mensaje: «desde mi celda sobre el rio del Jardín del Edén». Estos indicios deberían considerarse seriamente, ya que la Iglesia asiria es una de las más antiguas de la región. El rio Gran Zab, posible río Pisón, nace en las montañas del sudeste de Turquía y discurre a lo largo de 425 kilómetros por Irak antes de desembocar en el rio Tigris, a la altura de la ciudad de Mosul. Todo indica que el Jardín del Edén no era un lugar imaginario, sino que debía estar situado en el Oriente Próximo en algún lugar del conocido como creciente fértil. Consideramos que hay dos posibles emplazamientos del Jardín del Edén.
El primer emplazamiento sería en la zona de la cabecera del Éufrates y del Tigris, en la parte sudoriental de Turquía, si hacemos caso a lo que dice la Biblia. El segundo posible emplazamiento, según la tesis de Sitchin y otros, sería la interpretación de que la Biblia se refería a que los ríos confluían en el Edén y no que se originaban en él, por lo que su ubicación seria en la zona de la desembocadura del Éufrates, del Tigris, del Karun, y de un posible cuarto rio, actualmente seco, que cruzaría la península arábiga. Pero si nos guiamos por la Biblia, todo indicaría que el Jardín del Edén habría estado en una zona no muy alejada de la cabecera de los ríos Tigris y Éufrates. Pero, ¿es razonable ubicar el Jardín del Edén en esta zona?
Ante todo, debemos tener en cuenta que los distintos descubrimientos arqueológicos han ido dando la razón a lo escrito en la Biblia. Además, la descripción de los cuatro ríos indicaría que el Jardín del Edén habría estado ubicado en la zona de lo que sería la antigua histórica Armenia. Los académicos armenios han argumentado durante muchos años, sin éxito, que el emplazamiento físico del Jardín del Edén estaba situado en su antigua patria. Pero en Occidente, poca gente en el ámbito científico cree que el Paraíso Terrenal haya tenido una ubicación física.
En el siglo XVII, Marmaduke Carver, antiguo rector de la Iglesia de Harthill y muy versado en Cronología y Geografía, en su libro, con el largo título de Un discurso del paraíso terrestre: con el objetivo de un descubrimiento más probable de la verdadera situación de ese lugar feliz de la habitación de nuestros primeros padres, ya hablaba de esta posibilidad y señaló al mundo el lugar correcto del Paraíso Terrenal. Andrew Collins, en su libro Gobekli Tepe: Génesis de los dioses, explica de una manera detallada sus indagaciones acerca de la vida y obra de Carver.
La información proviene desde una región situada al pie de los montes Zagros, al sureste de Turquía y en la frontera con Irán e Irak, en donde la máxima autoridad de la Iglesia nestoriana firmaba sus cartas con el siguiente enigmático mensaje: «desde mi celda sobre el rio del Jardín del Edén». Estos indicios deberían considerarse seriamente, ya que la Iglesia asiria es una de las más antiguas de la región. El rio Gran Zab, posible río Pisón, nace en las montañas del sudeste de Turquía y discurre a lo largo de 425 kilómetros por Irak antes de desembocar en el rio Tigris, a la altura de la ciudad de Mosul. Todo indica que el Jardín del Edén no era un lugar imaginario, sino que debía estar situado en el Oriente Próximo en algún lugar del conocido como creciente fértil. Consideramos que hay dos posibles emplazamientos del Jardín del Edén.
El primer emplazamiento sería en la zona de la cabecera del Éufrates y del Tigris, en la parte sudoriental de Turquía, si hacemos caso a lo que dice la Biblia. El segundo posible emplazamiento, según la tesis de Sitchin y otros, sería la interpretación de que la Biblia se refería a que los ríos confluían en el Edén y no que se originaban en él, por lo que su ubicación seria en la zona de la desembocadura del Éufrates, del Tigris, del Karun, y de un posible cuarto rio, actualmente seco, que cruzaría la península arábiga. Pero si nos guiamos por la Biblia, todo indicaría que el Jardín del Edén habría estado en una zona no muy alejada de la cabecera de los ríos Tigris y Éufrates. Pero, ¿es razonable ubicar el Jardín del Edén en esta zona?
Ante todo, debemos tener en cuenta que los distintos descubrimientos arqueológicos han ido dando la razón a lo escrito en la Biblia. Además, la descripción de los cuatro ríos indicaría que el Jardín del Edén habría estado ubicado en la zona de lo que sería la antigua histórica Armenia. Los académicos armenios han argumentado durante muchos años, sin éxito, que el emplazamiento físico del Jardín del Edén estaba situado en su antigua patria. Pero en Occidente, poca gente en el ámbito científico cree que el Paraíso Terrenal haya tenido una ubicación física.
En el siglo XVII, Marmaduke Carver, antiguo rector de la Iglesia de Harthill y muy versado en Cronología y Geografía, en su libro, con el largo título de Un discurso del paraíso terrestre: con el objetivo de un descubrimiento más probable de la verdadera situación de ese lugar feliz de la habitación de nuestros primeros padres, ya hablaba de esta posibilidad y señaló al mundo el lugar correcto del Paraíso Terrenal. Andrew Collins, en su libro Gobekli Tepe: Génesis de los dioses, explica de una manera detallada sus indagaciones acerca de la vida y obra de Carver.
Marmaduke Carver comienza el manuscrito intentando desmarcarse de Martín Lutero, que declaraba que el Jardín del Edén era una mera utopía. Más adelante desmonta la teoría que localiza al Paraíso en la zona donde convergen los ríos Tigris y Éufrates en la baja Mesopotamia, que era una teoría sostenida por los reformistas calvinistas, el Papa y los católicos.
Posteriormente ubica el Jardín del Edén en un lugar de la antigua Armenia, que actualmente forma parte del este de Turquía. También explora antiguas evidencias que indicarían que los ríos Éufrates, Tigris y Araxes procederían de una misma fuente original. Según Carver, había una única fuente situada en los bosques armenios, en las proximidades del lago conocido en la Antigüedad como Thonitis, o Arsissa, que corresponden al actual lago Van, un lago salado de origen volcánico y el más grande de Turquía, situado en el extremo este del país.
Carver cita la creencia de varios escritores antiguos, entre los que se encuentran Estrabón y Plinio, de que el auténtico nacimiento del Tigris emergía de una fuente primigenia que después vertía sus aguas en el actual lago Van, haciéndolo de una forma tan torrencial que no llegaban a mezclarse con las aguas nitrosas del lago.
Este rio, llamado proto-Tigris, volvía a surgir más allá del extremo suroeste del lago, para volver a ocultarse en una cueva subterránea, y terminar reapareciendo en la cara sur de los montes Tauro orientales, concretamente en Sophene, una antigua provincia del Reino de Armenia y de Roma durante la Edad antigua, localizada al suroeste de la actual Turquía. Si bien es el nombre de una región concreta, fue también aplicado a toda la zona norte, entre Melitene y Amida, hasta el valle del Éufrates. En el periodo helenístico se denominó Armenia Sophene a la Armenia occidental o Reino de la Pequeña Armenia.
En el siglo I los romanos dividieron por un tiempo la zona entre la Pequeña Armenia, al norte, que no incluía Sophene, y la Armenia Sophene, junto a las regiones de Derzene, Keltzene, Acisilene, Khorzene, Daranaliq, Balabitene, Astianene, Sofene, Anzitene y Arzanene. La capital de Sophene, según Estrabón, era Carcathiocerta, quizás Hierápolis. Con la partición de Armenia entre Roma y Persia en el año 387, Sophene quedó bajo la influencia de la zona romana.
Esta parte es conocida, hoy en día, como el lugar de nacimiento del rio Tigris. Carver creía firmemente que en esta fuente primordial, a la que identificaba como el auténtico nacimiento del Tigris, era en donde se originaban los cuatro ríos del Paraíso Terrenal. Por último, concluye su trabajo proponiendo un lugar para situar el Edén entre Sophene y las verdaderas fuentes del Tigris. La mitología sumeria-acadia corrobora la tesis de Carver, afirmando que tanto el Tigris como el Éufrates se originaban en una fuente de aguas primordiales subterráneas que constituye el origen de todas las aguas dulces y a las que denominaban Apsu.
Posteriormente ubica el Jardín del Edén en un lugar de la antigua Armenia, que actualmente forma parte del este de Turquía. También explora antiguas evidencias que indicarían que los ríos Éufrates, Tigris y Araxes procederían de una misma fuente original. Según Carver, había una única fuente situada en los bosques armenios, en las proximidades del lago conocido en la Antigüedad como Thonitis, o Arsissa, que corresponden al actual lago Van, un lago salado de origen volcánico y el más grande de Turquía, situado en el extremo este del país.
Carver cita la creencia de varios escritores antiguos, entre los que se encuentran Estrabón y Plinio, de que el auténtico nacimiento del Tigris emergía de una fuente primigenia que después vertía sus aguas en el actual lago Van, haciéndolo de una forma tan torrencial que no llegaban a mezclarse con las aguas nitrosas del lago.
Este rio, llamado proto-Tigris, volvía a surgir más allá del extremo suroeste del lago, para volver a ocultarse en una cueva subterránea, y terminar reapareciendo en la cara sur de los montes Tauro orientales, concretamente en Sophene, una antigua provincia del Reino de Armenia y de Roma durante la Edad antigua, localizada al suroeste de la actual Turquía. Si bien es el nombre de una región concreta, fue también aplicado a toda la zona norte, entre Melitene y Amida, hasta el valle del Éufrates. En el periodo helenístico se denominó Armenia Sophene a la Armenia occidental o Reino de la Pequeña Armenia.
En el siglo I los romanos dividieron por un tiempo la zona entre la Pequeña Armenia, al norte, que no incluía Sophene, y la Armenia Sophene, junto a las regiones de Derzene, Keltzene, Acisilene, Khorzene, Daranaliq, Balabitene, Astianene, Sofene, Anzitene y Arzanene. La capital de Sophene, según Estrabón, era Carcathiocerta, quizás Hierápolis. Con la partición de Armenia entre Roma y Persia en el año 387, Sophene quedó bajo la influencia de la zona romana.
Esta parte es conocida, hoy en día, como el lugar de nacimiento del rio Tigris. Carver creía firmemente que en esta fuente primordial, a la que identificaba como el auténtico nacimiento del Tigris, era en donde se originaban los cuatro ríos del Paraíso Terrenal. Por último, concluye su trabajo proponiendo un lugar para situar el Edén entre Sophene y las verdaderas fuentes del Tigris. La mitología sumeria-acadia corrobora la tesis de Carver, afirmando que tanto el Tigris como el Éufrates se originaban en una fuente de aguas primordiales subterráneas que constituye el origen de todas las aguas dulces y a las que denominaban Apsu.
Apsu fue el nombre dado en el poema Enuma Elish al principio primordial masculino del agua dulce de los acuíferos subterráneos, sobre la que flota la tierra, según la interpretación cosmogónica de las mitologías sumeria y acadia. Se supone que los lagos, manantiales, ríos, pozos u otras fuentes de agua dulce obtendrían su agua del Apsu.
También existía Tiamat, el principio primordial femenino del agua salada, que representaría el mar y las potencialidades del caos. De la unión de los dos principios fue engendrada una segunda pareja, Lahmu y Lahamu, que según la leyenda serían sacrificados para poder crear a los hombres, pero que antes crearon a la tercera pareja, Anshar y Kishar, de la que saldría el dios del cielo Anu y, de él, su hijo Enki.
Los dioses se reprodujeron hasta que enfadaron a Apsu y Tiamat, y éstos decidieron deshacerse de los nuevos dioses, pero Enki logró someter a Apsu con un conjuro y le hizo caer en un sueño, para luego matarlo. Enki llamaba Apsu a su morada en “el abismo de lo profundo de las aguas” y comenzó a vivir en las aguas del Apsu incluso antes que los humanos aparecieran. Su esposa Ninhursag, su madre Nammu, su visir Isimud y otras varios seres vivieron también allí
. ¿Eran tal vez seres anfibios? En el año 1995, en un lugar situado en el extremo este de Turquía, muy cerca de Irak y de Siria, se descubrieron unos restos arqueológicos que iban a hacer reescribir las historia y cronología de la Humanidad. El lugar se llama Gobekli Tepe, o Monte Ombligo, y en él se encontró un magnífico supuesto templo con increíbles esculturas de ciervos, jabalíes, serpientes, figuras humanas y cascadas.
Además, las dataciones arqueológicas muestran una antigüedad de unos12.000 años, en plena Edad de Piedra, cuando se supone que el ser humano todavía no conocía la escritura, la rueda, la agricultura y la cerámica. Este recinto es el más antiguo de los hasta ahora conocidos, un lugar en donde se supone vivían los sacerdotes y se realizaban cultos de sacrificios. Pero hay muchos misterios en sus ruinas. Gobekli Tepe se encuentra en el punto más elevado de una colina cercana a la ciudad turca de Sanliurfa, la antigua Urfa o Edessa. La árida y desértica región se expande hasta unos 15 kilómetros de la frontera con Siria, Irán e Irak, y está rodeada por los cauces de los ríos Eúfrates y Tigris.
Fue descubierto en el año 1995 gracias a un hecho casual, como suele suceder con los grandes descubrimientos. Un pastor de origen kurdo que guiaba su ganado por la colina se percató de la cercanía de unas piedras de extraño aspecto. Movido por la curiosidad, recorrió los escasos metros que le separaban del lugar. Se especula con qué, tal vez, Göbekli Tepe sería el lugar de culto religioso más antiguo del mundo descubierto hasta la fecha.
Pero hasta que comenzaron las excavaciones, no se consideraba posible un complejo de este tamaño para una comunidad tan antigua, que podría llegar hasta el Mesolítico, que comenzaría con la transición del Pleistoceno al Holoceno, hace unos 12.000 años, y finalizaría con la aparición de los modos de vida productores, cuya cronología varía mucho de unas regiones a otras y de un continente a otro. Mientras que en el Oriente Próximo despuntaba sobre el 9000 a.C., en Escandinavia y ciertas áreas de la Europa atlántica no llegó hasta el 4000 a. C.
También existía Tiamat, el principio primordial femenino del agua salada, que representaría el mar y las potencialidades del caos. De la unión de los dos principios fue engendrada una segunda pareja, Lahmu y Lahamu, que según la leyenda serían sacrificados para poder crear a los hombres, pero que antes crearon a la tercera pareja, Anshar y Kishar, de la que saldría el dios del cielo Anu y, de él, su hijo Enki.
Los dioses se reprodujeron hasta que enfadaron a Apsu y Tiamat, y éstos decidieron deshacerse de los nuevos dioses, pero Enki logró someter a Apsu con un conjuro y le hizo caer en un sueño, para luego matarlo. Enki llamaba Apsu a su morada en “el abismo de lo profundo de las aguas” y comenzó a vivir en las aguas del Apsu incluso antes que los humanos aparecieran. Su esposa Ninhursag, su madre Nammu, su visir Isimud y otras varios seres vivieron también allí
. ¿Eran tal vez seres anfibios? En el año 1995, en un lugar situado en el extremo este de Turquía, muy cerca de Irak y de Siria, se descubrieron unos restos arqueológicos que iban a hacer reescribir las historia y cronología de la Humanidad. El lugar se llama Gobekli Tepe, o Monte Ombligo, y en él se encontró un magnífico supuesto templo con increíbles esculturas de ciervos, jabalíes, serpientes, figuras humanas y cascadas.
Además, las dataciones arqueológicas muestran una antigüedad de unos12.000 años, en plena Edad de Piedra, cuando se supone que el ser humano todavía no conocía la escritura, la rueda, la agricultura y la cerámica. Este recinto es el más antiguo de los hasta ahora conocidos, un lugar en donde se supone vivían los sacerdotes y se realizaban cultos de sacrificios. Pero hay muchos misterios en sus ruinas. Gobekli Tepe se encuentra en el punto más elevado de una colina cercana a la ciudad turca de Sanliurfa, la antigua Urfa o Edessa. La árida y desértica región se expande hasta unos 15 kilómetros de la frontera con Siria, Irán e Irak, y está rodeada por los cauces de los ríos Eúfrates y Tigris.
Fue descubierto en el año 1995 gracias a un hecho casual, como suele suceder con los grandes descubrimientos. Un pastor de origen kurdo que guiaba su ganado por la colina se percató de la cercanía de unas piedras de extraño aspecto. Movido por la curiosidad, recorrió los escasos metros que le separaban del lugar. Se especula con qué, tal vez, Göbekli Tepe sería el lugar de culto religioso más antiguo del mundo descubierto hasta la fecha.
Pero hasta que comenzaron las excavaciones, no se consideraba posible un complejo de este tamaño para una comunidad tan antigua, que podría llegar hasta el Mesolítico, que comenzaría con la transición del Pleistoceno al Holoceno, hace unos 12.000 años, y finalizaría con la aparición de los modos de vida productores, cuya cronología varía mucho de unas regiones a otras y de un continente a otro. Mientras que en el Oriente Próximo despuntaba sobre el 9000 a.C., en Escandinavia y ciertas áreas de la Europa atlántica no llegó hasta el 4000 a. C.
Parece que Göbekli Tepe fue levantado hace unos 12.000 años, cuando se supone que la población humana era nómada. Es un enigma saber porque todo este complejo fue enterrado deliberadamente sobre el 8000 a.C., permaneciendo abandonado hasta su descubrimiento. Göbekli Tepe parece un templo compuesto por cuatro grandes complejos de forma circular u ovalada, formados por grandes “T” de piedra caliza de unos 3 metros de altura y unas 16 toneladas de peso.
Cada una de esas “T” está compuesta por dos megalitos, uno vertical y otro horizontal y cada círculo consta de doce “T”, siempre con una en el centro. Cada círculo está, a su vez, rodeado por unos toscos muros hechos a base de piedras. Los grandes bloques de piedra caliza están tallados con representaciones de animales, como jabalíes, cocodrilos, zorros, gacelas, etc.
Algunos de estos animales ya se han extinguido. Además de los animales se han encontrado, tallados en la piedra, una serie de pictogramas identificados en principio con símbolos sagrados para los constructores del complejo. Se cree que era un lugar de culto, para efectuar rituales secretos, ya que no hay evidencias de que la gente habitase ni siquiera por los alrededores. Todo indica que por los alrededores de Göbekli Tepe existen otras construcciones similares, de forma que aún quedan muchos misterios por descubrir, y unos tantos años más para excavar las zonas periféricas.
Lo curioso de Góbekli Tepe es que se trata de un lugar que estaba oculto. Schmidt encontró Góbekli Tepe cubierto y rellenado con piedras y tierra seguramente por la civilización que la creó, con el fin de enterrarlo tras abandonar el lugar hace unos 10.000 años (8.000 a.C.). Pero Göbekli Tepe no fue el único núcleo importante. Muy cerca de los montes Taurus, se situaba Cayönü, donde han sido encontrados cráneos, indicios de sacrificios humanos y cultos a la muerte. Y en Catal Hüyük, que llegó a tener una población de hasta 10.000 habitantes y donde se rendía un especial culto a la mujer y al toro, se han encontrado cráneos decapitados, lo que significa que se efectuaban rituales mortuorios.
Estos complejos fueron erigidos en una época histórica supuestamente imposible. Mientras la historia oficial nos cuenta que por aquella época el Homo sapiens era nómada y vivía dentro de las cavernas, nos encontramos con esta enigmática construcción.
Se calcula que para levantar cada círculo de Göbekli Tepe hicieron falta unos 500 hombres, cuando se supone que el hombre aún vivía en pequeños grupos nómadas que dedicaban su tiempo a cazar y recolectar. Se estima hay 20 círculos en la colina. De hecho, en casi una década de excavaciones, tan sólo se ha desenterrado un cinco por pequeño porcentaje del total del yacimiento, lo que indica que serán necesarias varias décadas para poner al descubierto todo el complejo.
Cada una de esas “T” está compuesta por dos megalitos, uno vertical y otro horizontal y cada círculo consta de doce “T”, siempre con una en el centro. Cada círculo está, a su vez, rodeado por unos toscos muros hechos a base de piedras. Los grandes bloques de piedra caliza están tallados con representaciones de animales, como jabalíes, cocodrilos, zorros, gacelas, etc.
Algunos de estos animales ya se han extinguido. Además de los animales se han encontrado, tallados en la piedra, una serie de pictogramas identificados en principio con símbolos sagrados para los constructores del complejo. Se cree que era un lugar de culto, para efectuar rituales secretos, ya que no hay evidencias de que la gente habitase ni siquiera por los alrededores. Todo indica que por los alrededores de Göbekli Tepe existen otras construcciones similares, de forma que aún quedan muchos misterios por descubrir, y unos tantos años más para excavar las zonas periféricas.
Lo curioso de Góbekli Tepe es que se trata de un lugar que estaba oculto. Schmidt encontró Góbekli Tepe cubierto y rellenado con piedras y tierra seguramente por la civilización que la creó, con el fin de enterrarlo tras abandonar el lugar hace unos 10.000 años (8.000 a.C.). Pero Göbekli Tepe no fue el único núcleo importante. Muy cerca de los montes Taurus, se situaba Cayönü, donde han sido encontrados cráneos, indicios de sacrificios humanos y cultos a la muerte. Y en Catal Hüyük, que llegó a tener una población de hasta 10.000 habitantes y donde se rendía un especial culto a la mujer y al toro, se han encontrado cráneos decapitados, lo que significa que se efectuaban rituales mortuorios.
Estos complejos fueron erigidos en una época histórica supuestamente imposible. Mientras la historia oficial nos cuenta que por aquella época el Homo sapiens era nómada y vivía dentro de las cavernas, nos encontramos con esta enigmática construcción.
Se calcula que para levantar cada círculo de Göbekli Tepe hicieron falta unos 500 hombres, cuando se supone que el hombre aún vivía en pequeños grupos nómadas que dedicaban su tiempo a cazar y recolectar. Se estima hay 20 círculos en la colina. De hecho, en casi una década de excavaciones, tan sólo se ha desenterrado un cinco por pequeño porcentaje del total del yacimiento, lo que indica que serán necesarias varias décadas para poner al descubierto todo el complejo.
Es curioso que, grabados en la parte frontal de las “T” de piedra, aparecen todo tipo de glifos y pictogramas, en que podemos ver zorros, jabalíes, leones, cocodrilos y venados, buitres, patos, escorpiones, arañas y todo tipo de insectos. Pero sin duda alguna la serpiente es el animal que más aparece sobre las pulimentadas piedras que se alzan sobre el terreno calizo.
Las hay por doquier, en los muros, en las columnas, en las rocas, por todos sitios hay serpientes en extrañas posiciones y formas. En el centro de los círculos pétreos aparecen dos columnas igualmente en forma de “T”, de unos seis metros de altura. Los arqueólogos creen que es la primera representación de un hombre y una mujer, quizás, como epicentro de un ritual de fertilidad. Klaus Schmidt, el arqueólogo descubridor, cree que puede tratarse de la primera representación de los dioses.
Es un descubrimiento tan impresionante y anacrónico, que cuestiona la cronología oficial sobre el nacimiento de la civilización. Hasta el descubrimiento de Gobekli Tepe la historia databa en fechas muy posteriores los inicios del manejo del cultivo y el pastoreo de ganado por parte del ser humano. Se supone que los constructores que erigieron Gobekli Tepe no conocían la rueda, la escritura, la cerámica, ni tan siquiera cultivaban el trigo, sino que eran cazadores y vivían en pequeñas aldeas.
Pero en un momento muy concreto, hace unos 12.000 años, algo sucedió que les impulso a llevar a cabo sofisticadas construcciones, rodeándose de esfinges de piedra varios milenios más antiguas que las encontradas en Egipto. Klaus Schmidt cree que Gobekli Tepe fue un centro ceremonial. Lo que es cierto, es que entre los restos arqueológicos encontrados se observan sacrificios de animales en ritos arcaicos. Pero, sorprendentemente, no se han encontrado restos humanos ni enterramientos, lo que apunta a que complejo fuese un templo de peregrinación que probablemente estaba dirigido por una clase sacerdotal o chamánica.
Para complicar más el enigma tenemos que cada columna en forma de “T” podía pesar nada menos que entre 10 y 50 toneladas, lo que plantea serios problemas para explicar cómo fueron movidos y levantados, sobre todo teniendo en cuenta que se supone que en aquella época solo se utilizaban herramientas de piedra totalmente rudimentarias.
Este círculo de piedra prehistórico, ubicado en una colina en el sureste de Turquía, ha desafiado las ideas de los arqueólogos. sobre culturas prehistóricas. Muchos de los principales arqueólogos se han quedado perplejos en cuanto a cómo los supuestos cazadores-recolectores primitivos podrían diseñar y ensamblar tal estructura de piedra monumental antes del supuesto surgimiento del orden social que llegó con la agricultura.
Las hay por doquier, en los muros, en las columnas, en las rocas, por todos sitios hay serpientes en extrañas posiciones y formas. En el centro de los círculos pétreos aparecen dos columnas igualmente en forma de “T”, de unos seis metros de altura. Los arqueólogos creen que es la primera representación de un hombre y una mujer, quizás, como epicentro de un ritual de fertilidad. Klaus Schmidt, el arqueólogo descubridor, cree que puede tratarse de la primera representación de los dioses.
Es un descubrimiento tan impresionante y anacrónico, que cuestiona la cronología oficial sobre el nacimiento de la civilización. Hasta el descubrimiento de Gobekli Tepe la historia databa en fechas muy posteriores los inicios del manejo del cultivo y el pastoreo de ganado por parte del ser humano. Se supone que los constructores que erigieron Gobekli Tepe no conocían la rueda, la escritura, la cerámica, ni tan siquiera cultivaban el trigo, sino que eran cazadores y vivían en pequeñas aldeas.
Pero en un momento muy concreto, hace unos 12.000 años, algo sucedió que les impulso a llevar a cabo sofisticadas construcciones, rodeándose de esfinges de piedra varios milenios más antiguas que las encontradas en Egipto. Klaus Schmidt cree que Gobekli Tepe fue un centro ceremonial. Lo que es cierto, es que entre los restos arqueológicos encontrados se observan sacrificios de animales en ritos arcaicos. Pero, sorprendentemente, no se han encontrado restos humanos ni enterramientos, lo que apunta a que complejo fuese un templo de peregrinación que probablemente estaba dirigido por una clase sacerdotal o chamánica.
Para complicar más el enigma tenemos que cada columna en forma de “T” podía pesar nada menos que entre 10 y 50 toneladas, lo que plantea serios problemas para explicar cómo fueron movidos y levantados, sobre todo teniendo en cuenta que se supone que en aquella época solo se utilizaban herramientas de piedra totalmente rudimentarias.
Este círculo de piedra prehistórico, ubicado en una colina en el sureste de Turquía, ha desafiado las ideas de los arqueólogos. sobre culturas prehistóricas. Muchos de los principales arqueólogos se han quedado perplejos en cuanto a cómo los supuestos cazadores-recolectores primitivos podrían diseñar y ensamblar tal estructura de piedra monumental antes del supuesto surgimiento del orden social que llegó con la agricultura.
Los arqueólogos israelíes, Gil Haklay y Avi Gopher, de la Universidad de Tel Aviv, han publicado un nuevo estudio sobre la cronología oficial sobre Gobekli Tepe en el Cambridge Archaeological Journal, que sugiere que aquel proyecto de construcción prehistórica era “mucho más complejo de lo que se pensaba“, y que requería planificación y recursos considerados como imposibles para aquellos tiempos.
Este nuevo estudio se centra en la disposición y el posicionamiento de los tres recintos circulares de piedra más antiguos en Göbekli Tepe. Los investigadores afirman que detrás de todo el plan arquitectónico de estas tres estructuras hay “un patrón geométrico oculto “, que describen como “específicamente un triángulo equilátero“. El patrón geométrico subyacente indicaría que las tres estructuras en Göbekli Tepe habrían sido construidas formando parte de un antiguo complejo proyecto de ingeniería.
Hasta estas nuevas investigaciones, la mayoría de los arqueólogos suponían que los círculos en Göbekli Tepe se habían construido sucesivamente durante un largo período de tiempo, posiblemente por diferentes culturas. Pero nunca se consideró que los tres recintos pudieran haber sido construidos como una sola unidad. Los geólogos, junto con expertos climáticos, afirman que hace unos 11.500 años la región donde se encuentra el yacimiento era un auténtico vergel. El clima era suave y por los valles circulaba el agua de los numerosos ríos. Gracias a esta climatología, grandes rebaños de gacelas se alimentaban en las inmensas praderas verdes.
Todo tipo de animales, aves y plantas, tenían su hogar en aquella región. Gobekli Tepe estaba en el centro de un verdadero paraíso. Por ello podemos suponer que, tal vez, Gobekli Tepe formaba parte del Jardín del Edén bíblico. No es extraño que los investigadores piensen que puede haber una base real en el relato bíblico. Según el Génesis: “El señor Dios plantó un huerto en Edén, al oriente, y en él puso al hombre que había formado”.
También en Ezequiel podemos leer: “el jardín del Edén estaba emplazado en un monte sagrado”. Posiblemente Gobekli Tepe era este lugar sagrado. Pero, ¿quiénes eran los constructores de Gobekli Tepe? En el libro de Enoc tal vez encontramos una pista: “Seres denominados vigilantes se mezclan con humanos entregándoles las artes y ciencias prohibidas del cielo. Las hierbas y plantas, la metalurgia, el embellecimiento femenino y la astronomía”.
En los textos sumerios los anunnaki vivían con los seres mortales, proporcionándoles los rudimentos necesarios para su civilización. Por otro lado, en el relato bíblico, los nefilim, gigantes o titanes, que eran hijos de los hijos de Dios que se unieron con las hijas de los hombres, son idealizados como hombres-pájaro, por lo que son representados como buitres encargados del tránsito de la vida a la muerte, tal como aparecen en relieves de Gobekli Tepe. Nos podemos preguntar si fueron los descendientes de los nefilim o los anunnaki los que construyeron y residieron en Gobekli Tepe.
Este nuevo estudio se centra en la disposición y el posicionamiento de los tres recintos circulares de piedra más antiguos en Göbekli Tepe. Los investigadores afirman que detrás de todo el plan arquitectónico de estas tres estructuras hay “un patrón geométrico oculto “, que describen como “específicamente un triángulo equilátero“. El patrón geométrico subyacente indicaría que las tres estructuras en Göbekli Tepe habrían sido construidas formando parte de un antiguo complejo proyecto de ingeniería.
Hasta estas nuevas investigaciones, la mayoría de los arqueólogos suponían que los círculos en Göbekli Tepe se habían construido sucesivamente durante un largo período de tiempo, posiblemente por diferentes culturas. Pero nunca se consideró que los tres recintos pudieran haber sido construidos como una sola unidad. Los geólogos, junto con expertos climáticos, afirman que hace unos 11.500 años la región donde se encuentra el yacimiento era un auténtico vergel. El clima era suave y por los valles circulaba el agua de los numerosos ríos. Gracias a esta climatología, grandes rebaños de gacelas se alimentaban en las inmensas praderas verdes.
Todo tipo de animales, aves y plantas, tenían su hogar en aquella región. Gobekli Tepe estaba en el centro de un verdadero paraíso. Por ello podemos suponer que, tal vez, Gobekli Tepe formaba parte del Jardín del Edén bíblico. No es extraño que los investigadores piensen que puede haber una base real en el relato bíblico. Según el Génesis: “El señor Dios plantó un huerto en Edén, al oriente, y en él puso al hombre que había formado”.
También en Ezequiel podemos leer: “el jardín del Edén estaba emplazado en un monte sagrado”. Posiblemente Gobekli Tepe era este lugar sagrado. Pero, ¿quiénes eran los constructores de Gobekli Tepe? En el libro de Enoc tal vez encontramos una pista: “Seres denominados vigilantes se mezclan con humanos entregándoles las artes y ciencias prohibidas del cielo. Las hierbas y plantas, la metalurgia, el embellecimiento femenino y la astronomía”.
En los textos sumerios los anunnaki vivían con los seres mortales, proporcionándoles los rudimentos necesarios para su civilización. Por otro lado, en el relato bíblico, los nefilim, gigantes o titanes, que eran hijos de los hijos de Dios que se unieron con las hijas de los hombres, son idealizados como hombres-pájaro, por lo que son representados como buitres encargados del tránsito de la vida a la muerte, tal como aparecen en relieves de Gobekli Tepe. Nos podemos preguntar si fueron los descendientes de los nefilim o los anunnaki los que construyeron y residieron en Gobekli Tepe.
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