lunes, 4 de noviembre de 2013

La morosidad hipotecaria se dispara y ya es la nueva gran amenaza para la banca

EN LOS GRANDES BANCOS RONDA EL 6%

Foto de archivo de la Feria Inmobiliaria del Mediterráneo. (EFE)


"Las hipotecas nunca van a pasar del 3% de mora en España por una cuestión cultural, el ciudadano español deja de comer antes que dejar de pagar la hipoteca", era el argumento que utilizaba el Banco de España hace poco más de un año para convencer a unos inversores extranjeros que no entendían cómo con más de cinco millones de parados la banca podía estar tan tranquila con cientos de miles de millones de hipotecas en sus balances. Sin embargo, los temores internacionales empiezan a hacerse realidad, puesto que la morosidad de los créditos para adquisición de vivienda se ha disparado en el último trimestre en las principales entidades españolas hasta niveles en torno al 6%, lo cual hace temer unas cifras mucho más altas en el resto. En esta escalada influyen los nuevos criterios aplicados a las hipotecas refinanciadas, pero en todo caso se ha convertido ya en la mayor amenaza para el sector tras el saneamiento del ladrillo.

"Nadie puede creerse que en España haya una tasa de mora general del 12%, que sería del 15% sin hipotecas, y que la de las hipotecas esté en el 5%. Ahí existe una morosidad oculta muy grande que tiene que aflorar y que supone una de las mayores amenazas para un sector que no genera márgenes y donde el capital es de poca calidad", aseguraba esta semana Aristóbulo de Juan, exdirector general del Banco de España, en la presentación del libro 'Anatomía de una crisis'.

Según los resultados del tercer trimestre, la palma entre las grandes entidades se la lleva Sabadell con un 8,78% incluyendo la parte de la CAM no cubierta por la EPA, mientras que la del Sabadell en solitario es del 5,48%. Por detrás se encuentra Bankia, con una morosidad hipotecaria del 7,5% (de la que el 5% es ya dudoso y el resto aún no ha incumplido). En un 6% se sitúan BBVA ySantander (en ambos casos con un elevado porcentaje que no es moroso propiamente dicho), mientras que Popular afirma tener la suya en el 5% yCaixabank, en el 4,5%.


Estas cifras son muy superiores a las registradas al cierre de junio, cuando CaixaBank andaba por el 3%, Santander por el 3,1%, BBVA por el 3,8%, y Sabadell y Popular por el 4,7%. La única gran entidad que se ha mantenido estable es Bankia, que hace tres meses había reconocido ya una mora hipotecaria del 7,5%; algo que se explica, según fuentes de la entidad, porque en el segundo semestre ya pasó a morosas las hipotecas refinanciadas que los demás han reclasificado en el tercero. En junio, el récord lo ostentaba Catalunya Banc con un 14,8%; la entidad nacionalizada catalana todavía no ha dado sus resultados hasta septiembre.

¿Por qué sube la mora de hipotecas?

La opinión de Aristóbulo de Juan coincide con las de numerosos analistas internacionales que nunca se han creído los argumentos del Banco de España a este respecto. Los encabezan Moody's y JP Morgan, que lleva mucho tiempo alertando del peligro que suponen las hipotecas minoristas. Los analistas de este banco de inversión achacaban la resistencia de la mora de las hipotecas a la fuerte bajada de los tipos de interés en los últimos años, las refinanciaciones adoptadas por muchas entidades y la generosidad de las prestaciones por desempleo en nuestro país.

Pero a medida que se les van agotando estas prestaciones -máximo de dos años- a los hipotecados, la morosidad empieza repuntar con fuerza. Además, entre estos trabajadores a los que se agota la prestación se encuentran muchos inmigrantes, que pueden optar por volver a su país y abandonar las casas adquiridas en España. Finalmente, los nuevos desempleados se concentran en los grupos de edad con mayor exposición a las hipotecas, lo que empeora aún más las perspectivas. JP Morgan estima que el paro llegará al 30% en nuestro país.

Refinanciaciones masivas

Frente a esta escalada, las entidades financieras han refinanciado cientos de miles de hipotecas en los últimos años ante la imposibilidad de que los clientes asumieran el coste de la letra mensual por haberse quedado en el paro uno o varios miembros de la familia o haber visto recortado su sueldo. Una práctica que se ha incentivado desde el Gobierno y la opinión pública a raíz del drama social de los desahucios y que cristalizó en la llamada 'Ley Antidesahucios', que obligaba a refinanciar durante dos años a los colectivos más vulnerables. Básicamente, la refinanciación consiste en dar tiempo a que el hipotecado pueda recuperar un nivel de ingresos suficiente para poder volver a pagar la hipoteca, alargando plazos, con períodos de carencia, reduciendo la cuota mensual, etc. Incluso algunas entidades han relajado las cláusulas suelo para contener la mora hipotecaria.


Pero estas refinanciaciones masivas no dejan de ocultar una morosidad potencial muy grande que puede generar un agujero enorme a la banca, que se añadirá al generado por el hundimiento del ladrillo. Para evitarlo, el Banco de España ha obligado a la banca a aplicar unos criterios muy estrictos que consideran morosas muchas hipotecas refinanciadas aunque no hayan incurrido en impago. Estos criterios, impuestos en abril por exigencia de Bruselas, pretenden hacer aflorar parte de la llamada "morosidad oculta" y elevar las provisiones del sector para estos créditos, que se situaban en unos niveles muy bajos hasta ahora. Dicha morosidad oculta se centra en las hipotecas y en los grandes créditos corporativos de empresas no inmobiliarias. 

La cuestión es el impacto que tendrá esta reclasificación en las cuentas de las entidades, que dependerá del nivel de cobertura del que partían (más elevado en las entidades nacionalizadas gracias al dinero del rescate) y de la velocidad con que se vayan dotando, ya que el Banco de España les ha concedido un amplísimo plazo de tres años para hacerlo. En todo caso, y más allá de las refinanciaciones, mientras la incipiente recuperación económica no se traduzca en creación de empleo, la morosidad hipotecaria seguirá creciendo. Y ya es la principal amenaza para una banca que no termina de levantar cabeza.

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