EXPERIENCIAS DE UNA ESPAÑOLA EN ALEMANIA
La dificultad para entablar relaciones con alemanes es el primer obstáculo con el que se encuentran los emigrantes. (Corbis)
“La sociedad alemana no se parece nada a la imagen idílica que los españoles tienen de ella. No es recomendable irse a la aventura, y mucho menos si no se domina el idioma a la perfección, por muy bilingües que seamos en inglés”.
Son las palabras de Fátima Casaseca, una española que conoce de cerca la realidad del país teutón, donde lleva varios años viviendo. Primero en Berlín y ahora en la pequeña localidad de Baden Württemberg, cercana a Baviera. Allí vive con sus tres hijos y su marido alemán.
Cuando fue madre decidió escribir sus experiencias en forma de diario, puesdudaba entre “cortarme las venas o desahogarme un rato”. Evidentemente, eligió la segunda opción, cuyo resultado ha salido a luz en forma de libro: Una mamá española en Alemania (Planeta).
Con un estilo irónico, “para linchar complejos”, y dedicado “a los que creen que los teutones son todos altos, rubios y amarran a sus perros con jugosas longanizas”, Casaseca no deja títere con cabeza. Y es que Una mamá española en Alemania promete convertirse en la contraguía de referencia para la emigración española que está reeditando el clásico “¡vente pa’ Alemania, Pepe!”.
“Los dos primeros años que uno echa en Alemania suelen ser muy duros a nivel social, sobre todo para los españoles. Aquí la gente se relaciona de manera diferente, es menos extrovertida y espontánea. Al principio te desesperas porque es difícil hacer amigos, aunque también es cierto que cuando los haces son para toda la vida”, explica la escritora. Es por ello que Casaseca habla de la “barrera de los dos años”. El tiempo que marca la diferencia entre los emigrantes españoles que acaban tirando la toalla y los que no. A partir de este tiempo, dice, la vida en Alemania comienza a ser “más normal”.
Willkommen sí, pero solo donde sobra trabajo
La barrera temporal de la que habla Casaseca nunca podrá superarse sin un buen nivel de alemán. “Son muy cerrados y si no hablas su idioma es imposible que te acojan bien. El inglés no es suficiente, a no ser que seas un ingeniero altamente cualificado y una multinacional necesite de tus servicios”, cuenta. Además, los españoles jugamos con desventaja porque “la imagen que tienen de nosotros es la misma que tienen del resto de gente del sur de Europa; es decir, consideran que nos metimos solitos en la crisis y que solitos tenemos que salir de ella, sin su ayuda”.
No es recomendable irse a la aventura, y mucho menos si no se domina el idioma a la perfección
La generalización del mito de que “los españoles nos roban” conlleva un cierto rechazo en algunas ocasiones. “En las ciudades donde no hay mucho empleo y llegan profesionales sin cualificación pueden darse reacciones de rechazo; aunque este no es el caso de mi localidad, donde hay bastante trabajo y todos los españoles que vienen tienen carreras técnicas que aquí escasean”. Es por ello que no entiende por qué todo el mundo quiere irse a Berlín. “Es cierto que es una ciudad con mucho encanto, pero para buscar trabajo es mejor irse a ciudades de Alemania Occidental donde hay más trabajo o, incluso, a pequeños pueblos donde se concentra la actividad industrial”, recomienda Casaseca.
Si los alemanes tienen injustos estereotipos sobre los españoles, en nuestro caso es todo lo contrario, pues “creemos que son como nosotros en versión formal y rica, pero no es así”. Algunos de los aspectos “desconocidos” de los alemanes que más sorprendieron a la escritora cuando llegó a Alemania fueron su falta de higiene, su desapego a la familia, su machismo, su “acelguismo emocional” y su pasión por la homeopatía. “Es curioso el miedo que le tienen a la ducha, la suciedad de las calles o la falta de higiene de los restaurantes”, relata Casaseca. Tampoco van al médico no vacunan a sus hijos, añade, “porque prefieren ir al homeópata”.
Mucho esfuerzo para convertirse en la excepción
De todos los prejuicios de la sociedad alemana, contra el que más ha tenido que luchar la escritora es el machismo: “Las madres trabajadoras estamos muy mal vistas, hasta el punto que tienen un concepto para definirnos que, traducido al español, significa ‘madre-cuervo’”. La escritora sigue explicando que todas las responsabilidades familiares se les cargan a las madres, por lo que “o haces malabarismos o es imposible trabajar”.
Creemos que son como nosotros en versión formal y rica, pero no es así
Precisamente, las madres de familia son carne de cañón para los famosos minijobs, que copan mayoritariamente junto a los universitarios y jóvenes recién licenciados. Una opción “muy mal pagada que lleva a muchas madres a preferir quedarse en casa, ya que tampoco tienen ayuda doméstica”.
Fátima Casanova ha logrado convertirse en la excepción. Es madre de tres hijos, trabaja, tiene muchas amistades y vive felizmente con su maromen (compañero sentimental en alemán). Tampoco le falta su grupo de amistades españolas, de quienes vive cerca y con las que tiene la suficiente confianza como para contrastar sus impresiones sobre los alemanes. “Por ejemplo, si mi marido está loco o solo se trata de que es alemán”.
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