La adaptación es una parte integral de la supervivencia de cualquier especie, pero raramente este tipo de evolución responde a hacerse inmune a la contaminación del humano. ‘Fundulus heterolitus’.
En un nuevo estudio, investigadores reportan como el pez killi de la bahía de Galveston (Fundulus grandis), Texas, desarrolló una resistencia a niveles masivos de polución de su hábitat natural.
«La mayoría de las especies no sobreviven a la alteración radical de sus ambientes», dice Andrew Whitehead, uno de los autores del estudio y profesor de toxicología ambiental en la Universidad de California en Davis.
«Al estudiar a los sobrevivientes, nos dimos cuenta que el pez killi sigue allí debido a dos factores, su gran número y la suerte».
El secreto detrás de la superviviencia del pez killi, detallan los investigadores, es su herencia genética de otra especie de pez que vive casi a 2.400 kilómetros en el océano Atlántico, y que los barcos que circulan por la zona transportaron como lastre.
A pesar que la introducción de una especie invasiva a menudo lleva al colapso de los animales nativos, en este caso en particular hizo todo lo contrario.
El pez killi del Atlántico (Fundulus heterolitus) posee un gen que lo hace resistente a toxinas.
«Esta investigación muestra que en circunstancias excepcionales, las especies invasoras pueden contribuir con una variación en la carga genética de sus parientes más cercanos, actuando como un mecanismo de rescate evolutivo», explicó el coautor Cole Matson, profesor asociado de la Universidad de Baylor.
Embriones de peces killi del Golfo.
En el estudio se concluyó que los embriones de peces killi de la bahía de Galveston son resistentes a un contaminante normalmente fatal llamado bifenilo policlorado.
Tanto que pueden resistir mil veces los niveles considerados como peligrosos para la vida silvestre.
Y mientras que el triunfo de este pez es una historia con un final «feliz», otras especies sujetas a la contaminación producida por los humanos no han sido tan afortunados.
De acuerdo a los científicos, el Golfo de México en su totalidad es un lecho tóxico que ha sido contaminado por actividad industrial por 60 años.
‘Fundulus grandis’.
«La hibridación no es un mecanismo común utilizado para el rescate evolutivo, aunque este estudio demuestra que es posible», concluye el estudio, agregando que este tipo de «suerte» no puede salvar a todas las especies.
Fuente: Science Daily.
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